Se trata de un filósofo y teólogo, además de militante social, que nació en Federación. En la misiva, el espacio kirchnerista criticó al Presidente bajo el lema "moderación o pueblo”.
U
n grupo de intelectuales identificados con el kirchnerismo publicaron una carta con fuertes críticas al gobierno de Alberto Fernández, entre los que se encuentra el entrerriano Rubén Dri. Con el título “Unidad del campo popular: moderación o pueblo”, el escrito fue firmado por intelectuales, académicos y referentes de la cultura.
Rubén Rufino Dri nació el 11 de agosto de 1929 en la localidad entrerriana de Federación. El filósofo, teólogo, profesor, investigador y militante social argentino, quien perteneció al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, fue uno de los firmantes en la misiva que critica al Presidente Alberto Fernández y que surgió como réplica a otra solicitada en defensa a las medidas de gobierno del mandatario nacional.
Rubén Dri.
La historia de Dri señala que sus padres fueron campesinos, que se ordenó sacerdote siguiendo los deseos de su madre y que estudió teología en la Pontificia Universidad Salesiana en Turín, Italia. También hizo estudios de filosofía en Francia.
"La 'Unidad' del Frente de Todos se rompió en noviembre de 2021 cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato. Reconstruirla es el objetivo", señala la solicitada K.
En los años 60 comenzó a militar en las Fuerzas Armadas Peronistas y el Peronismo de Base y participó en la fundación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). En 1974 dejó de ser sacerdote para pasar a la clandestinidad, luego de escapar en la norteña provincia del Chaco a un cerco que el ejército tendió a la guerrilla de las FAP.
En Buenos Aires, trabajó dos años en un frigorífico y tuvo que exiliarse en México después del golpe militar de 1976. En el exilio, cursará estudios en ciencias sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la vez que ejercerá la docencia, en el Instituto Teológico de Estudios Superiores (ITES) del Distrito Federal.
"El concepto de unidad es estratégico y, como tal, está sometido a una serie de tensiones y discusiones", establece la misiva.
Regresó a la Argentina en 1984 y fue profesor universitario e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde fue nombrado Profesor Consulto en 1999.
Dura crítica puertas adentro
En medio de las crecientes tensiones internas en el Frente de Todos, que detonó con el Acuerdo por la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los antagonistas del Presidente advirtieron que la "Unidad" del Frente de Todos ya se rompió en noviembre de 2021.
El texto, en respuesta al comunicado que la que la semana pasada dieron a conocer desde un sector que responde al Presidente, denominado "La unidad del campo popular en tiempos difíciles", reprocha el anuncio con el que el pasado viernes Alberto Fernández dio inicio a la guerra contra la inflación.
"La política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios", cuestionan, y argumentan que "es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Es el instante cruel donde la moderación se transforma en impotencia. Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles", remarcó el texto.
"Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora"
"Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles", resaltan, al tiempo que sostienen que "todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus eficacias".
Más información en nuestra sección Entre Ríos en los medios nacionales: La dura carta de intelectuales kirchneristas contra Alberto Fernández: "Moderación o Pueblo"
La sector camporista del FdT se distancia del Presidente.
La carta completa de los intelectuales K
Unidad del campo popular: moderación o pueblo .
Bienvenido el debate en el campo nacional y popular.
Bienvenida la discusión entre compañeros y compañeras.
Bienvenido el intercambio de ideas y la explicitación de los posicionamientos y matices sobre cómo avanzar en la construcción del programa político, económico, cultural y social latinoamericano.
El debate público es una fortaleza de todo proyecto político nacional y popular. Nunca es una debilidad.
El concepto de unidad es estratégico y, como tal, está sometido a una serie de tensiones y discusiones.
¿Queremos la unidad? Por supuesto que sí. Unidad como concepto estratégico.
Para que sea posible, es necesario dotarla de sentido; dejar que aparezca lo que ha estado y sigue estando por fuera de ella: las políticas que le dieron origen; la memoria histórica que la habilita. Es necesario polemizar con una operación que despolitiza: aquella que sustituye la discusión de las políticas que estructuraron la unidad por la apelación aislada a la palabra unidad.
La unidad no se mantiene porque se la nombre. Se mantiene si continúan activas las políticas que le dieron origen. Es desde el exterior de sí misma que la palabra unidad toma sentido. Hay unidad porque hay otra cosa que justifica que la unidad exista.
Esa otra cosa son las políticas que la estructuraron. La negación de ese exterior constitutivo de la unidad despolitiza la discusión de las tensiones de la unidad.
Las crisis suelen resolverse con la apelación a lo obvio: la unidad política requiere de permanente debate político. Ello es lo que falta y a eso convocamos. En este sentido, un grupo de compañeros y compañeras proponen, en un reciente documento, una discusión en la que el gobierno del Frente de Todos parece no tener ni origen ni sujeto. Por un lado, la palabra unidad flota en un vacío autosuficiente, como si no hubiera sido consecuencia de acuerdos entre diversos sectores políticos. Por el otro, el sujeto al que debieran dirigirse las políticas públicas -la base electoral del Frente de Todos- es apenas nombrado en un par de párrafos rápidos.
Ni la memoria colectiva, ni el pueblo trabajador, ni la base social del Frente de Todos son protagonistas. Apenas hace alguna referencia lejana a mantener la "unidad para construir la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día de las trabajadoras y los trabajadores y sus familias".
Los términos "Macri", "macrismo", "Juntos por el Cambio", "sistema financiero", "precarización", "concentración", "desigualdad", no son utilizados en el documento citado. No hay oponente concreto. En el mundo del consenso, y en las formas suaves del lenguaje, no hay lugar para oposiciones fuertes ni para el desarrollo de conflictos. Hay un lenguaje de la política encapsulado.
"Se sale con más política y no con más encierro. Se sale compartiendo con el pueblo el conocimiento de las dificultades: enfrentándolas y no eludiéndolas"
Mientras tanto, la política gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de las expectativas. Allí irrumpen los instantes crueles en donde la moderación se transforma en impotencia.
Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus realizaciones.
"Las diferencias políticas se resuelven con más política"
Juntos por el Cambio ha construido su identidad, supuestamente racional e institucional, en contraste con otra "irracional y extrema", la de los partidarios y partidarias de la actual vicepresidenta. Trasladar ese criterio de legitimación política desde afuera hacia adentro del Frente de Todos estaría más en línea con la eliminación del adversario que con el compromiso de ampliar el debate político.
Las crisis se superan muchas veces con redundancia: las diferencias políticas se resuelven con más política. A eso convocamos a los compañeros y compañeras que, lo sabemos, están plenamente comprometidos con la ampliación de la discusión pública.
A riesgo de ser repetitivos: el problema del documento con el cual estamos dialogando, a nuestro juicio, es que, en sus páginas, no resulta nítido ni el origen de la unidad ni el sujeto destinatario de sus políticas. En ese sentido, la ausencia absoluta del nombre "Macri" es muy elocuente.
"La obligación de la política nacional y popular es expandir el campo de lo posible y no al revés"
El ex presidente neoliberal le entregó el gobierno al presidente Alberto Fernández con una economía 4% más chica de cómo la recibió, con una caída de 20 puntos de los salarios reales y con sendas crisis externas y de endeudamiento (público y privado) mutuamente reforzadas.
Tampoco es cierto que entregó un país sin déficit fiscal: sólo cambió la composición de ese déficit a través del incremento del pago de intereses de su creciente endeudamiento. En paralelo, el gobierno macrista avanzó con la colonización y la cooptación de las herramientas de poder del Estado, sobre todo en materia de política económica.
Ni en aquel momento, apenas asumió el nuevo gobierno del Frente de Todos, ni ahora, en el documento con el que dialogamos, ha aparecido la decisión de describir con nitidez las ruinas que dejó este nuevo experimento neoliberal. Hay, por lo tanto, una doble renuncia al origen: a la constitución de la frontera con el macrismo, por un lado, y a la defensa del lazo representativo con los sectores afectados por ese proyecto neoliberal, por el otro.
Esa doble renuncia es una sola: la nitidez del proyecto propio requiere de una clara diferenciación con el programa neoliberal.
El dilema que se presenta entonces es que cuando se pretende hablarles a todos se termina hablándole a nadie. Cuando se pretende no pelearse con nadie, se termina peleado con todos. El conflicto existe. No asumirlo, lejos de ampliar la base de sustentación, diluye, a los que no lo protagonizan, en la nada política.
Por eso, el problema de la unidad se resuelve reponiendo el origen y el sujeto destinatario de la unidad. No se soluciona con una apelación a la reducción de la intensidad (es decir, a la moderación). El problema más importante no es de velocidad ni de magnitud: es de orientación de las políticas.
Paradójicamente, la unidad a la que se convoca, en el marco de políticas regresivas, puede profundizar la crisis de la otra unidad: la de la base electoral del Frente de Todos. La unidad por arriba puede continuar desorganizando la unidad por abajo. Por eso, no se puede pensar la unidad desvinculada de las políticas que esa unidad expresa en términos de políticas públicas.
En este sentido, insistimos, en las dimensiones de representación electoral y social: la "Unidad" del Frente de Todos se rompió en noviembre de 2021 cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato. Reconstruirla es el objetivo.
La debilidad de la diferenciación discursiva de ambos proyectos –el macrista y el de nuestro gobierno- se extendió al diseño de algunas políticas: en el último trimestre de 2020, con la centralización de la estrategia económica en torno a los lineamientos del FMI, comenzó un camino de ajuste relativo.
Esta política económica se extendió hasta las elecciones PASO de 2021 (sólo comenzó a corregirse en el último trimestre de ese año). Si bien la crisis global producida por la pandemia sanitaria explica parte de la debacle electoral en las elecciones legislativas de 2021, no es el único factor. A ello hay que sumarle las políticas de ajuste implementadas por nuestro propio gobierno.
La clase trabajadora, por ejemplo, perdió en la puja distributiva y se produjo una nítida transferencia de recursos del trabajo hacia el capital, con especial énfasis desde finales de 2020.
Si comparamos el salario real promedio de los trabajadores registrados del bienio 2018-2019 con el mismo valor promedio del período 2020-2021, la caída fue del 8%. Este atraso del salario explica que el excedente empresario haya captado más de 3 puntos del PBI adicionales respecto del gobierno de Macri. Desde finales de 2020 el excedente empresario se recuperó en términos reales, mientras la masa de salarios perdió valor real.
Volvemos al inicio, entonces: ¿Unidad para qué política? ¿Unidad que garantice la transferencia de recursos desde los trabajadores hacia el capital? ¿Unidad que rompa el contrato electoral y en la que los trabajadores resultan perjudicados?.
Queda claro: no estamos ante un problema de moderación o intensidad. El problema es de orientación de las políticas.
La unidad del gobierno del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner nació alrededor de un decidido proyecto de crecimiento con distribución e inclusión social. Ese es el proyecto que nos convoca y que nos moviliza. Es unidad, sí: pero para llevar adelante un programa de transformaciones.
En el contexto del acuerdo con el FMI, y de sus previsibles presiones trimestrales, resulta imprescindible dinamizar las instancias institucionales de debate, movilización y búsqueda de acuerdos en el Frente de Todos. Como se dijo en estos días: "Las diferencias que tenemos entre quienes debatimos cuál es la mejor manera de resolver este problema son infinitamente menores de las diferencias con quienes generaron este problema.
Tenemos una nueva oportunidad. Esta vez hay que ir a fondo: con institucionalidad y con decisiones consensuadas entre los integrantes de la coalición. Todos y todas juntos para sostener la utopía de una patria justa, libre y soberana.
Lo afirmó de modo muy contundente Néstor Kirchner: "Todos hablan del consenso, de todos juntos. Sí, todos juntos, pero ¿para qué? ¿Todos juntos para hacer un acuerdo de espaldas a la gente para mantener la burocracia política? No.
Todos juntos para transformar la Argentina, para renunciar a privilegios, para construir lo que nuestro país necesita. ¿Todos juntos para decir que hay que renunciar a principios que son fundamentales para construir este país, todos juntos para bajar banderas? .
No. Todos juntos para sostener banderas, para sostener principios, para sostener las utopías que creyeron toda la vida y que sostuvieron nuestro inmortal conductor Perón y la inmortal Evita que era la llama viva del cambio permanente. Para eso todos juntos.
La correlación de fuerzas no es una foto. Es una construcción social, un devenir dinámico y endógeno. No es un dato exógeno de una ecuación a ´resolver´. Un elemento central en la constitución de la correlación de fuerzas son las propias acciones y posicionamientos.
Analizar esa correlación de fuerzas sin incorporar cómo modificarlas es un mecanismo conservador que inmoviliza. Las políticas públicas rupturistas de un orden injusto e insustentable no son irracionales e infecundas; son las que mejoran la vida de nuestro pueblo, fortalecen la base material de nuestra economía y expanden los grados de libertad de la Patria.
La obligación de la política nacional y popular es expandir el campo de lo posible y no al revés: a partir de la definición de lo posible, sostener el statu quo.
Hay muchos ejemplos latinoamericanos que demuestran que las correlaciones de fuerzas económicas, sociales y políticas no son un "hecho natural", fijo y establecido para siempre. Mencionemos sólo el del compañero Néstor Kirchner: asumió el gobierno con el menor porcentual de votos de la historia argentina y una "correlación de fuerzas" mínima a su favor.
La respuesta popular a cada una de las medidas de gobierno fue construyendo una nueva correlación de fuerzas que habilitó un período de 12 años de continuidad del gobierno nacional-popular y la concreción de decenas de políticas que mejoraron ostensiblemente los niveles de vida de nuestro pueblo y ampliaron derechos como nunca antes, desde el gobierno del primer peronismo con Perón y Evita.
Esta perspectiva de una ´correlación de fuerzas negativas´, que condicionan las posibilidades de llevar a cabo medidas de profundización de un modelo nacional- popular, se transforma así en una puerta de justificación que -con sus más y sus menos- favorece el statu quo, lo que en nuestras sociedades significa el mantenimiento de la inequidad, la desigualdad y el incremento de la pobreza. Y de allí surge la idea de que, lo que debe primar en el Frente de Todos a cargo del gobierno, es la moderación en la toma de definiciones políticas.
El concepto "moderación" es por demás riesgoso para cualquier gobierno popular latinoamericano. En primera instancia, porque todos los gobiernos de carácter nacional-popular deben enfrentarse cotidianamente con elites que aplican todo el tiempo la lógica de la desmesura política.
La experiencia histórica de este Siglo XXI en América Latina nos indica claramente que, de manera precisa, aquellos gobiernos nacional-populares que aplicaron medidas que iban en contra de la lógica "moderada", fueron no sólo los que más cambios positivos lograron, sino los que mayor apoyo popular tuvieron: Néstor y Cristina Kirchner, Hugo Chávez, los dos mandatos de Lula Da Silva, Rafael Correa, los gobiernos de Evo Morales.
No parece que sea útil apelar a unidades de medida. Es decir, definir al otro según las cantidades de moderación con la que cuenta y, a partir de allí, delimitar el espacio político "extremo e irracional" que es necesario separar o marginar. Ello supondría trasladar al interior del Frente de Todos, las prácticas estigmatizantes utilizadas por el macrismo contra Cristina Fernández de Kirchner y el Kirchnerismo.
¿Es posible negociar con el poder real y las derechas desde la búsqueda de consensos basados en la idea de una moderación "compartida"? No pareciera ser el caso en estos dos años de experiencia de gobierno de nuestro Frente de Todos: la respuesta a propuestas políticas moderadas (acuerdos de precios, control cambiario, congelamiento de las retenciones, por ejemplo) y, aún, a políticas imprescindibles –por ejemplo, las políticas de cuidado y vacunación durante la pandemia global– contaron con la oposición brutal y desmedida de las derechas.
¿Cuáles fueron los consensos logrados de este modo? ¿Cuál es, entonces, la mejor estrategia para enfrentar en el contexto latinoamericano a las fuerzas de las derechas?.
La lógica de la moderación y la correlación de fuerzas negativa nos lleva a una paradoja circular: si los gobiernos toman medidas "moderadas", entonces ganarían en gobernabilidad frente al poder real.
El problema es que la moderación deja a los dos sectores en pugna –el poder real y los sectores populares- en situación de descontento: las élites de derecha y el establishment leen la moderación como debilidad de los gobiernos populares y, en vez reducir la presión política, la incrementan.
A la vez, los movimientos sociales, los partidos políticos y los sectores populares sienten y viven –en el caso de los más vulnerables- la situación de que la vida cotidiana no les ha mejorado sustancialmente desde la llegada de un gobierno popular al poder.
Cuando en el año 2019 la compañera Cristina ideó y convocó a la construcción de un Frente de Todos como herramienta electoral para derrotar al más crudo neoliberalismo, se dirigió a todas las fuerzas del campo nacional-popular. La razón de ser de ese Frente de Todos no era, claramente, sólo derrotar al macrismo sino reponer e incrementar las políticas de derechos e inclusión de los 12 años de gobiernos nacional-populares movilizando al pueblo y nunca moderando sus demandas o "mandando a desensillar hasta que aclare.
La discusión, desde nuestro punto de vista, es sobre la orientación de las políticas públicas que deben expresar la unidad de las fuerzas que integran el Frente de Todos.
Se sale con más política y no con más encierro. Se sale compartiendo con el pueblo el conocimiento de las dificultades: enfrentándolas y no eludiéndolas. Se sale convocándonos todos y todas a un proceso de discusión pública fecundo y fraterno".
El documento titulado "La unidad del campo popular en tiempos difíciles", donde referentes de la cultura, la política y la comunicación afines al Presidente remarcaron la importancia de mantener unido el bloque del Frente de Todos para evitar el retorno del neoliberalismo a la Argentina y la región detonó la respuesta del sector kirchnerista del Frente de Todos.
"Una pregunta nos convoca y nos exige encontrar las respuestas imprescindibles: ¿Cuál es la mejor estrategia para enfrentar en la etapa actual a las fuerzas de la derecha, la ultraderecha y el neoliberalismo que se muestran activas y con una fuerte capacidad de interpelación social?", plantea el documento, que sostiene que se atraviesa por una "época donde toda estabilidad se vuelve precaria y provisoria", y remarca que uno de los pilares más importantes es la unidad.
Con Alejandro Grimson, Jorge Alemán, Dora Barrancos, Ricardo Forster, María Seoane, Eduardo Jozami, Juan José Gianni, Adriana Puigrós, Edgardo Mocca, Eduardo Aliverti, Diego Golombek, Carolina Mera y Daniel “Tano” Catalano, entre otros referentes, pregonan a través de la misiva la "Unidad para defender la democracia".
Se necesita "unidad para defender la democracia y los derechos humanos. Unidad para repudiar la persecución política contra líderes populares y, ahora mismo, contra la violencia inusitada contra nuestra vicepresidenta en el Congreso. Unidad para construir la transformación material progresiva sobre la cual se despliegue el día a día de los trabajadores y sus familias" y "unidad para fortalecer a nuestro gobierno y a nuestro Presidente" ya que "cuando la unidad entra en riesgo, el resultado es incalculable", señalaron.
Frente al odio, hay que tener templanza, aseguraron en ese sentido.
"Ante las minorías excluyentes, construcción de mayorías. Ante los propios deseos, intenso diálogo con los sectores populares. Ante los propios errores, reparación. Nadie es dueño, como le gustaba decir a Néstor Kirchner, de la verdad absoluta. En la diversidad, en las discrepancias, en los acuerdos, en 'las verdades relativas' y en la voluntad de tensionar creativamente la unidad está nuestra fuerza allí donde compartimos un ideal emancipador común", añadieron.
Actualmente, "estamos atravesando una etapa de triunfos y derrotas, de avances y retrocesos", reconocieron y, frente a eso, "hay que asumir los ritmos de una realidad veloz y cambiante y trabajar para crear otras posibilidades".
La respuesta no se hizo esperar.