Los testigos bajo reserva son los que sostienen las principales hipótesis de la Fiscalía. El objetivo es protegerlos de posibles peligros si se conocen sus nombres, pero defensores piden poder confrontarlos.
E
n uno de los casos policiales más resonantes de las últimas
semanas en Paraná, hay testigos de identidad reservada que apuntalan las
principales hipótesis de la Fiscalía. Se trata de la causa por el homicidio de
Gonzalo Calleja, en el que dos personas aportaron información que permitió
dirigir la acusación contra los cuatro imputados.
Esta forma de obtener pruebas para una causa no está exenta
de polémica desde que fue implementada, tanto en la provincia como en el fuero
federal. El objetivo es que el fiscal proteja a testigos cuyas vidas correrían
peligro si se sabe quiénes son. Pero los defensores piden poder confrontarlos y
analizarlos como a toda prueba.
En el caso del joven contador que según la Fiscalía fue
secuestrado y asesinado por asfixia, los investigadores hallaron a un hombre
que aportó datos que incriminaron al mismo grupo delictivo del barrio 1° de
julio que ya estaba bajo sospecha. Luego, otra persona refirió haber observado
una situación que iría en la misma línea contra esas personas. Ambos lo
hicieron bajo la figura de testigos de identidad reservada.
El primero de los testigos aseguró que fue a comprar droga
en la noche del miércoles 14 de julio y vio a los implicados en situación
extraña como nerviosos, y luego regresó a las 5 de la madrugada, cuando notó
movimientos sospechosos, siempre apuntando a la casa del joven Iván Garay.
Refirió, además, haber escuchado que esas personas comentaban que “se la habían
mandado” y que “se iba a podrir”. En tanto, una mujer dijo que escuchó a
Ezequiel Morato cuando hablaba con Garay, en referencia al auto de Calleja que
había quedado estacionado en calle Suipacha, acerca de no tocarlo; también,
habrían dicho que “iban a matar a alguien”. También se describió que sacaban a
una persona “encapuchada” de la casa de Garay y la subían a un auto VW Gol
Trend.
El Código Procesal Penal de Entre Ríos contempla en el
artículo 259 la “Protección de los sujetos de prueba”, donde dispone: “Es
responsabilidad del Fiscal la protección de los testigos, peritos, intérpretes
y demás sujetos de prueba que deban declarar en la causa. A tal fin, está
facultado para proteger la identidad del testigo y solicitar las órdenes
inhibitorias o las resoluciones ordenatorias que fueren menester”. Y agrega:
“Podrá solicitar la reserva de la identidad y demás datos de los Sujetos de
Prueba, a lo que sólo podrán acceder las demás partes con autorización del Juez
de Garantías por resolución fundada”.
También en el capítulo acerca de los derechos de la víctima,
entre estos figura “la protección de su seguridad, la de sus familiares y la de
los testigos que depongan a su favor, preservándolos de intimidaciones o
represalias, sobre todo si se tratase de una investigación referida a actos de
delincuencia organizada”.
La Fiscalía provincial está utilizando cada vez más esta
posibilidad ante hechos donde aparecen bandas violentas. Al respecto, el
abogado penalista Guillermo Vartorelli, opinó: “Para mí es muy dudosa la
constitucionalidad de la figura del testigo reservado. Es un instrumento que
hay que tener mucho cuidado porque puede dar lugar a que personas que puedan
llegar a haber tenido una participación en el hecho utilicen la delación hacia
terceros con tal de eludir su responsabilidad. Me generan muchas dudas esos
testimonios, que tengan la aptitud para declarar. Y a la vez la defensa, al no
saber de quién se trata, es muy difícil rebatirlo, demostrar que esa persona
estuvo o no en el lugar, o saber si tiene enemistad con alguno de los
imputados, o amistad con quien realmente llevó a cabo el hecho. Es muy difícil
confrontarlo”.
Respecto a la obligación de la Fiscalía o la Justicia de blanquear de quién se trata ese testigo, es algo que no está asegurado. De hecho, en el ámbito federal se contempla que nunca se sepa su identidad. Sucedió en la causa de Daniel Celis y Sergio Varisco, donde hubo un hombre que relató circunstancias incriminantes para los causados y nunca se supo quién es. “Es un problema, porque no tiene esa posibilidad la defensa, de decir ‘tenemos un testigo que no vamos a decir el nombre. El Estado sí la tiene”, dijo Vartorelli.
En el ámbito federal, donde se pretende desbaratar al crimen
organizado, una Ley de 2016 estableció herramientas y facultades para una
investigación, como contar con un informante, donde se resguarda la identidad
de una persona. Se trata de cuestiones reglamentadas que, de entrada, deben
contar con la debida autorización de un juez.
Surge la contradicción entre el derecho del testigo a ser
protegido, con el de los imputados de conocer las pruebas en su contra. Al
respecto, el abogado de Paraná señaló lo que sería, en su opinión, una forma de
resolver el conflicto: “Es uno de los grandes problemas del derecho, cómo
conciliar las dos cuestiones. Creo que tiene que ser preservado su nombre, pero
no para los defensores, porque tienen que saber de quiénes se trata para poder
rebatirlos, escucharlos, y sí que no se sepa su identidad a través de la
prensa, con las sanciones pertinentes. Es evidente que es un problema que debe
ser resuelto y utilizado con mucha mesura”.
Explicó que puede ocurrir que una persona que forma parte de
una banda que mata a alguien, se presente en la Policía a decir que fueron
fulano o mengano. “Claro que tiene que haber otras pruebas que lo sustenten. En
principio es una figura muy cuestionable”.
Por ejemplo, en el caso Calleja, el testigo reservado dijo que vio a seis personas. Dos de ellas fueron desvinculadas al demostrar que estaban en otro lugar al momento de los hechos descriptos. Esto podría dar lugar a que los defensores cuestionen su veracidad porque dijo que vio a quienes no estaban en ese lugar, pero no pueden interrogarlo para que aclare sus dudas y ver si se contradice o si se pone nervioso, como suelen hacer las partes con testigos comunes.
“Al mismo tiempo soy consciente de que hay que proteger a
los testigos. Si me ubico como querellante, he visto que encontrar un testigo
es muy difícil en casos de semejante violencia. Creo que haciéndolo reservado
pero no para las partes ya es un avance. Puede dar lugar a muchos abusos, pero
si se hace un estudio serio y se lo reglamenta como corresponde, la figura
puede implementarse.”, concluyó Vartorelli.
Fuente: Uno Entre Ríos