Este martes comenzó la producción de latas de picadillo en el Frigorífico de Santa Elena, con una prueba exitosa donde se hicieron las primeras 10.000 latas. La historia de una fábrica con épocas de esplendor y de debacle.
E
l intendente Daniel Rossi recorrió el lugar y celebró que "comenzó la producción de picadillo, con una prueba exitosa donde se hicieron las primeras 10.000 latas".
Se realizó una inversión para modernizar el proceso, reparar sistemas de bombas, calderas nuevas, máquinas de molino, cámaras y tecnología de vanguardia.
En estos momentos se encuentran trabajando 35 personas en el
proceso de producción, más el equipo de gerencia. Además, trabajan personas en
el mantenimiento, construcción y reparación de la planta constantemente.
Al mismo tiempo, el comercio local abastece, como proveedor, por ejemplo con gas, productos de limpieza o materiales de construcción.
En la actualidad, el frigorífico trabaja para abastecer el sector interno a través del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y se encuentra en una etapa de licitación para producir 7.500.000 de nuevas latas de picadillo.
"La reparación de Santa Elena nos necesita a todos,
trabajando, unidos, con esperanza, sabiendo que juntos podemos superar los
escenarios de dificultad. Una Santa Elena mejor es posible", finalizó el
jefe comunal.
Historia
El Santa Elena empezó en 1871 como saladero de carne salada
y seca, conocida como tasajo o "charqui", con Federico González y
Eustaquio y Norberto de la Riestra. Luego fue Empresa Kemmerich & Cía., que
introdujo el extracto de carne, un caldo concentrado en pequeños frascos, idea
que el alemán George Christian Giebert había traído al Río de la Plata a partir
de un invento del químico Justus von Liebig. Más tarde, en 1909, capitales
ingleses de Establecimientos Argentinos de Bovril Ltda. la compraron e hicieron
durante 63 años una especie de "ciudad fábrica".
Los capitales ingleses se retiraron en 1972. El establecimiento
pasó a manos de empresarios santafecinos, agrupados en la firma Safra SA, que
lo tuvo hasta que, en 1984, fue estatizado por el gobernador radical Sergio
Montiel.
Con el peronista Jorge Busti en el poder en Entre Ríos, el
frigorífico se privatizó en 1991. Para ese entonces arrastraba una deuda de 100
millones de dólares. Fue la primera privatización de la era menemista y el
presidente Carlos Menem estuvo en su traspaso. Se hizo cargo un grupo cuya cara
visible era el empresario Rodolfo Costantini, del frigorífico Rioplatense, que
lo cerró a los 18 meses.
El cierre, en 1993, fue una bomba. Nadie estaba preparado
para ese final. La desocupación trepó a más de 90%.
El frigorífico lo reabrió el polémico empresario kirchnerista
Sergio Tasselli en 2005. Tasselli pagó primero 3,5 millones de pesos por las
máquinas y luego 2 millones por el edificio, que, como acreedor, había retenido
el Banco Nación. Pero el frigorífico nunca más fue el mismo. Corrales de espera
de hacienda, sala de faena, mesas de despostado, la "tripería", entre
otras áreas, estaban vacías.
De sus 42.500 metros cuadrados solo quedaban ocupados el 5%.
De producir 225.000 kilos de carne por día pasó a apenas 5000 kilos