Los colectivos de Paraná atravesaron un año conflictivo, no solo por la poca cantidad de pasajeros sino también por alcanzar 80 jornadas de paro. Sigue latente un aumento del precio del boleto.
E
l año de la pandemia cerró con un piso histórico en el uso
del transporte urbano en Paraná, registrando un leve repunte en los últimos
meses debido a las flexibilizaciones de las restricciones para la circulación
social, que llevó a que diciembre sea el mes con más viajes desde el inicio de
la pandemia por el Covid-19.
En el último mes del año, las distintas líneas de Paraná y su área metropolitana transportaron 564.858 usuarios, según datos oficiales a los que accedió UNO. Para poner en contexto, representó casi la quinta parte de lo que habitualmente se moviliza en tiempos normales, con un uso superior a los 2,2 millones de pasajeros.
Luego de enero y febrero de baja demanda estacional –agudizada por diversas dificultades en el servicio–, marzo, que resulta ser el mes de mayor uso, se frenó en 1.031.299 pasajes. El día 11 de ese mes se declaró la pandemia en el país y comenzaron a cerrarse actividades, como las escuelas. El 18 se dispuso el estricto Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
Históricamente marzo es uno de los períodos de mayor uso del colectivo.
Del total de transportados en el servicio público durante diciembre, más del 60% correspondió a personas beneficiarias de los atributos o subsidios de SUBE, y que abonan el 55% de la tarifa plana de 29 pesos. En total fueron 321.969 pasajeros jubilados y pensionados, excombatientes de la guerra de Malvinas, personal de trabajo doméstico, beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, Asignación por embarazo, becas Progresar, Hacemos Futuro, monotributistas sociales y de pensiones no contributivas.
Con una cantidad de paros y retenciones de servicios por demandas sindicales que alcanzó la inédita e histórica cifra de 80 jornadas sin servicio público en Paraná, y la prolongada cuarentena, en 2020 se tocó un piso de 5.979.527 viajes anuales.
Como reflejó UNO tiempo atrás, el movimiento del sector en la capital provincial había trepado a 30 millones de pasajeros en 1994, como el máximo registrado en el último cuarto de siglo.
Ese año tuvo una bisagra: la irrupción del servicio de remises, un sistema desregulado que compitió directamente con los colectivos, quebró el cuasimonopolio del servicio de transporte y alteró definitivamente al otro servicio regulado por la Municipalidad: los taxis.
Junto con la crisis de fines de los 90 y hasta 2002 el uso del colectivo arrojó cifras muy bajas respecto de las existentes hasta 1994.
Tras la salida de la convertibilidad se modificó la ecuación de cálculos y la tarifa de colectivo se desprendió de los reales costos operativos y llegaron los subsidios, que favorecieron una rápida recuperación de la cantidad de pasajeros, aún en condiciones de reclamos por la calidad del servicio.
Para 2004, ya se alcanzaron los 24 millones de tickets anuales. Y en los últimos años la cifra se estabilizó en torno a los 27 millones de pasajeros al año.
Debate permanente
La crisis de largo arrastre, confundida con la pandemia del coronavirus y sus cambios de hábitos, agravó la sustentabilidad del servicio y, como consecuencia, empeoró su calidad.
Pendientes de la llegada de los subsidios nacionales y provinciales para mantener a flote la prestación pública –característica similar en todo el país–, este año difícilmente se muestre distinto, al menos en su inicio: seguirá la discusión sobre los fondos para evitar la caída de las empresas, sin cambios profundos por la coyuntura.
Ha sido casi nula la actuación e intervención del Órgano de Control y Monitoreo del Sistema Integral de Transporte Urbano (SITU) de Paraná, creado por Ordenanza N° 9.462. Se realizaron solo un par de reuniones a lo largo del año, y con el ámbito aún excluido para la participación ciudadana. Integran esta comisión empresarios, Ejecutivo municipal, concejales, Defensoría del Pueblo, técnicos oficiales y la Unión Tranviarios Automotor (UTA).
Entre sus funciones figuran dictaminar sobre la variación de costos del sistema y elaboración del cuadro tarifario; informar de manera periódica al Ejecutivo municipal sobre los parámetros de funcionamiento y estadísticas del sistema; proponer modificaciones de recorridos, horarios, frecuencias y creación de nuevas líneas entre otras.
En ese contexto, está pendiente un pedido elevado por los empresarios para actualizar el valor del boleto, congelado desde agosto de 2019.
En noviembre, las empresas Mariano Moreno y ERSA elevaron un pedido formal por Mesa de Entradas de la Municipalidad para que se reúna el SITU con el objetivo de que evalúe el costo operativo del servicio.
Se da en el marco de un escenario en el que el Ministerio de Transporte de la Nación liberó las tarifas de los servicios públicos. Y plantea una reducción de los subsidios durante el año.
Cada jurisdicción tiene potestad para determinar el costo del servicio. Sin embargo, debido a una resolución del Ministerio nacional, en el inicio de 2020 se dispuso un congelamiento por 120 días de las tarifas de colectivos y trenes en el área metropolitana, y se invitó a las administraciones provinciales a imitar la decisión para diseñar un nuevo esquema que permita fijar un precio de referencia para el costo de los boletos. Fue a condición de la llegada de los subsidios.
Situación
En medio de esta crisis, la ciudad de Rosario pondrá en marcha a partir del 25 el reordenamiento del transporte urbano. La adecuación para atravesar la situación de emergencia y garantizar la continuidad en la prestación del servicio abarcará las fusiones y combinaciones de líneas, la suspensión de otras de forma momentánea, y la incorporación de más unidades en las líneas de mayor demanda.
Además, el boleto se incrementará a 45 pesos.
La tendencia se repite en otras ciudades: en Corrientes la tarifa pasará a ser de 40 pesos en los próximos días, y en Santa Fe las autoridades municipales evalúan el pedido de los empresarios de llevar el pasaje general a 51 pesos.