Domingo, 21 de diciembre de 2025   |   Economía

10 razones de la suba del precio de la carne y por qué, para la Sociedad Rural, es un ciclo que recién empieza

Un trabajo del Instituto de Estudios Económicos y la Comisión de Carnes de la entidad cita una convergencia de factores y afirma que se trata de un fenómeno que está en sus inicios. Rezago salarial, mayor consumo de carne aviar y porcina y tendencia internacional
10 razones de la suba del precio de la carne y por qué, para la Sociedad Rural, es un ciclo que recién empieza

El aumento del precio de la carne vacuna fue uno de los factores que impulsaron el reciente incremento de la inflación mensual y, según la Sociedad Rural Argentina (SRA), es poco probable que esa presión se alivie en los próximos meses.

Un estudio de la entidad sobre las “claves estructurales” del fenómeno sostiene que el reciente aumento del precio de la hacienda responde a la convergencia de factores climáticos, productivos, logísticos y biológicos en un momento de “transición profunda” para la ganadería argentina.

No se trata de un episodio coyuntural, “sino la normalización de un mercado que durante cuatro años mantuvo precios rezagados frente a la inflación”, señala el trabajo, que en sus conclusiones afirma: “la suba de precios es parte de una transición estructural. Las malas políticas aplicadas entre 2019 y 2023 desalentaron la producción ganadera y estamos experimentando sus resultados. La oferta actual refleja decisiones tomadas años atrás, en un contexto que desalentaba la inversión. La demanda, local y externa, se fortaleció al mismo tiempo que el clima y la estacionalidad limitaron la oferta y el normal movimiento de hacienda. El nuevo marco político devolvió señales claras al mercado, pero la ganadería tiene tiempos biológicos que no pueden acelerarse. La recomposición llevará entre 2 y 4 años. Los precios de hoy marcan el comienzo de un nuevo ciclo, no su final”.

El estudio sostiene además que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec “ya no refleja los patrones reales de consumo de proteínas”, porque el consumo de carne de pollo y de cerdo creció con fuerza mientras la carne vacuna perdió participación. “El índice sigue midiendo hábitos que ya no representan a la mayoría de los hogares y amplifica la percepción de aumento”, dice el estudio. A ello se suman, continúa, restricciones físicas derivadas de las lluvias intensas y la precariedad de los caminos rurales. “El menor ingreso de camiones al Mercado Agroganadero de Cañuelas durante las semanas de mayores precipitaciones evidencia cómo la intransitabilidad reduce la oferta disponible en los remates”, señala, en referencia al aumento del precio de la hacienda, eslabón que repercute en los siguientes hasta llegar a los precios al mostrador.

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A su vez, la SRA considera que “el factor estructural más determinante” fueron las malas políticas: intervenciones en precios, restricciones a las exportaciones, cupos y otras medidas que desalentaron la inversión. “Las decisiones productivas tomadas en ese contexto explican también en gran medida los resultados actuales de producción: menos retención de vientres, menor tasa de inversión y menor capacidad de crecimiento del rodeo.

El documento organiza la situación en diez preguntas con sus respectivas respuestas, a saber:

1: ¿El IPC realmente refleja el precio de la carne que la gente consume hoy?

Según el estudio, el cambio de patrones de consumo hizo que el IPC ya no represente adecuadamente el consumo actual. “En los últimos 20 años, el consumo total de proteínas cárnicas aumentó un 20 %, pasando de 92 a 110 kilos por habitante al año”, explica. El consumo de carne bovina se redujo un 24 %, de 63 a 48 kilos, mientras que las exportaciones crecieron. En paralelo, el consumo de carne aviar y porcina registró fuertes aumentos: de 23 a 45 kilos anuales por habitante en el primer caso y de 6 a 17 kilos en el segundo. Por ello, según la SRA, el IPC vigente sobredimensiona el impacto del aumento de la carne vacuna, al reflejar patrones de gasto que dejaron de ser representativos.

En los últimos dos años nacieron casi 700.000 teneros menos que durante los dos anteriores

2. ¿Cómo influyen el clima, las lluvias y el estado de los caminos rurales?

En este punto, el estudio señala que la intransitabilidad de los caminos genera desajustes en la oferta de hacienda. Las lluvias de 2025 superaron el promedio y afectaron a los partidos bonaerenses de mayor stock ganadero, sobre todo en marzo y en octubre. Por eso, cuantifica, “en los últimos dos años nacieron casi 700.000 teneros menos que durante los dos anteriores”, a pesar de una mejora de los índices de reproducción, con menos vientres.

3. ¿Por qué suben los precios de la hacienda?

El aumento del precio del ganado se atribuye a una mayor demanda interna y externa frente a una oferta reducida por la caída del stock y las restricciones climáticas y logísticas. Además, en la primera mitad del año se recuperó el consumo local desde los mínimos de 2024 y también se incrementó la demanda externa.

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4. ¿La disponibilidad de hacienda es menor que en otros años?

La sequía de 2023 y 2024 redujo la cantidad de terneros y elevó niveles de mortandad, lo que obligó a destinar parte del capital ganadero a sostener el volumen de producción. “Para 2026 y 2027 esperamos una mejora de la producción neta, en función de la menor cantidad de toneladas faenadas estimadas para el período”, indica el documento.

5. ¿Qué rol juega la estacionalidad en el final de cada año?

En promedio, en el último bimestre de cada año los precios de la hacienda suben cerca del 6% y luego ceden entre abril y septiembre, dinámica que replican los precios al consumidor.

6. ¿Qué impacto tuvo el cambio político y la desregulación del mercado?

En 2024 se eliminaron precios máximos, cupos de exportación y retenciones a la exportación, entre otras regulaciones, pero la sequía y la escasez de crédito demoraron la recomposición del rodeo vacuno. Este año, además, predominó una actitud de “espera” que frenó inversiones hasta las elecciones. “Las elecciones despejaron las dudas sobre una posible vuelta atrás con las regulaciones y la ganadería volvió a tener una percepción de rentabilidad futura positiva”, afirma la SRA.

7. ¿Por qué la oferta no aumenta ahora, si hay incentivos?

“El productor actúa según su percepción de la rentabilidad futura. La respuesta a la inversión depende de los tiempos biológicos propios del negocio”, señala el documento.

8. ¿La demanda interna también empuja los precios?

El consumo está ligado al poder adquisitivo de las familias. A mediados de 2025 el consumo de carne bovina alcanzó niveles similares a los de 2020-22, con una mejora del 7%, hasta 50,2 kilos anuales por habitante, impulsada por una “recomposición” del salario real. Sin embargo, en la segunda mitad del año el salario real comenzó a caer frente al precio del asado y el consumo retrocedió levemente.

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9. ¿Qué papel juegan las carnes de pollo y cerdo?

El consumo total de proteínas animales cambió de manera estructural. En conjunto, aumentó de 101 a 118 kilos anuales por habitante, con un marcado cambio en la composición: la carne aviar creció de 24 a 46 kilos por habitante, la carne porcina pasó de 8 kilos en 201 a 18 actualmente, mientras la carne bovina cayó de 69 a 50 kilos por habitante al año. Para la Rural, esto no es necesariamente negativo. “La mayor oferta de pollo y cerdo le dan mayor estabilidad al mercado y permite sostener la expansión del stock bovino”, sostienen, lo que atenúa el impacto en los precios de las proteínas durante el ciclo de menor oferta vacuna.

10. ¿Qué impacto tiene el mercado internacional en esta suba?

La mejora de los precios globales de la carne influye directamente en una mejor integración de la res y, por lo tanto, en la capacidad de pago de los frigoríficos. De hecho, un gráfico del informe muestra cómo el precio del novillo aumentó en los principales países productores de carne del mundo, y de forma notable en Estados Unidos.

Ese hecho está detrás, por ejemplo, de la decisión (todavía no formalizad) del gobierno de Donald Trump de aumentar el cupo de importación de carne argentina con menor arancel e incluso de revertir aumentos arancelarios que había impuesto a la carne proveniente de Brasil.

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Cabe consignar que entre expertos del mundo ganadero sigue siendo motivo de debate si realmente se inició una fase de “retención” de vientres y menor oferta, que tendería a sostener precios altos. En ese sentido, un reciente reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario indica que el indicador de porcentaje de hembras en la faena total y la “tasa de extracción” se mantiene en niveles compatibles con una fase de liquidación, aunque —en sentido contrario— los datos de faena de noviembre serían compatibles con una transición hacia una fase de retención, por lo que no es posible una lectura unívoca.

Por eso, señala el informe, es imprescindible monitorear esas variables y la evolución de precios y existencias. En ese marco, cita un informe de Rosgan sobre la necesidad de “un plan estratégico orientado a la recomposición del rodeo”.

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