Una familia tipo debe disponer de $1.156.988 en promedio, para viajar el fin de semana largo del día de la Soberanía Nacional. Este importe equivale al 74% de un sueldo promedio medido por RIPTE, según datos del último informe del Instituto de Economía de UADE (INECO), donde además se señala que la relación costo/sueldo prácticamente no varió respecto de 2024, lo que indica que el “poder adquisitivo turístico” se mantuvo estable.
“La relación, entre costo de viaje y salario, no varió respecto del mismo periodo del año anterior. Esto implica que el poder adquisitivo del turismo, entre noviembre del 2024 y noviembre del 2025, se mantuvo prácticamente constante, con una mínima disminución que no altera el resultado general”, explicaron desde.
Aun con aumentos nominales en transporte y hospedaje, la recomposición salarial del último año permitió sostener el acceso al turismo, uno de los rubros que suele funcionar como termómetro del consumo privado.
Un gasto que crece
Para medir la evolución real del “costo de viajar”, INECO utiliza un Índice de Poder de Viaje, que descuenta inflación y variaciones en transporte y refinados del petróleo. Según el relevamiento, todos los destinos turísticos registraron aumentos nominales respecto de 2024, pero en términos reales el esfuerzo económico disminuyó levemente.
La estabilidad responde a una combinación de factores:
Salarios formales RIPTE que crecieron por encima del costo ajustado del turismo.
Competencia creciente entre alojamientos, especialmente en destinos de alta oferta.
Mayor dispersión de precios, que habilita alternativas más económicas para las familias.
Cariló vs. Gualeguaychú: una brecha de casi 4 veces
La foto nacional muestra enormes diferencias entre destinos. Cariló, el más costoso del ranking, requiere $2.019.121 para un fin de semana largo, mientras que Gualeguaychú, el más accesible, demanda $535.735. Es decir, viajar al destino top cuesta 3,8 veces más que elegir la alternativa más barata.
En el top 10 de ciudades más caras también aparecen:
– Mar de las Pampas,
– San Antonio de Areco,
– Tandil,
– Puerto Madryn y
– Puerto Iguazú.
La explicación central no está en el transporte —prácticamente homogéneo— sino en los valores de hospedaje, que marcan fuertes diferencias según estacionalidad y posicionamiento del destino.

Qué destinos se abarataron y cuáles quedaron más caros
Entre 2024 y 2025, tres destinos mejoraron sensiblemente su accesibilidad:
San Miguel de Tucumán: -4,13% real
Puerto Madryn: -4,06%
Puerto Iguazú: -3,76%
Estos destinos vinculados a naturaleza, gastronomía y circuitos culturales crecieron en oferta, lo que permitió acomodar precios y atraer mayor demanda.
Por el contrario, los destinos que encarecieron su costo relativo fueron:
San Antonio de Areco: +1,51%
Tandil: +0,52%
Cariló: +0,14%
Se trata, en general, de destinos con ocupación sostenida y menor disponibilidad de alojamiento económico.
Cuántos salarios requiere viajar: la métrica clave
El análisis del esfuerzo salarial ofrece otra perspectiva relevante. Para una familia de cuatro integrantes (según metodología INDEC), viajar durante un fin de semana largo demanda entre 0,34 y 1,29 sueldos, según el destino elegido:
Cariló lidera el ranking: 1,29 salarios.
Mar de las Pampas y Areco también superan el salario completo.
Gualeguaychú, Colón, Rosario y Mar de Ajó se mantienen por debajo de medio salario.
Este indicador es clave para evaluar el acceso real al turismo, más allá de los valores absolutos.
Un turismo que resiste y se adapta
A pesar de las tensiones económicas, el informe señala que la capacidad de las familias para financiar viajes se mantuvo estable, gracias a una recomposición del ingreso que compensó la suba de costos turísticos. El turismo interno continúa siendo un refugio de consumo para amplios sectores, sostenido por:
alternativas de bajo costo,
amplia oferta y competencia,
precios relativos que, ajustados por inflación, no muestran deterioro significativo.
El verano 2026 será un nuevo test de stress para este comportamiento. Pero por ahora, los datos muestran que el turismo sigue siendo, no sólo un deseo, sino una posibilidad real para la mayoría de las familias argentinas.}
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