
Después de más de medio siglo de prohibiciones, la exportación de ganado en pie vuelve a ponerse en marcha en la Argentina y promete convertirse en un canal comercial clave para dinamizar la cadena ganadera. Según fuentes del sector, en el último trimestre de 2025 se podría hacer la primera venta al exterior de hacienda y el destino sería Israel.
A través del decreto 133/2025, publicado en febrero pasado, el Gobierno eliminó la restricción de exportar ganado vacuno en pie con destino a faena para consumo y dio de baja un decreto de 1973, cuando hubo en el país problemas de abastecimiento y, pese al cambio del contexto, aún permanecía vigente.
La medida del presidente Javier Milei llegó un año después de que se constituyera la Asociación Argentina de Exportadores de Ganado en Pie, con sede en Rosario. El objetivo de la entidad sin fines de lucro es ofrecer al productor una vía directa para acceder a mercados internacionales y, al mismo tiempo, mejorar su rentabilidad en torno al 25% respecto de las operaciones tradicionales.
“Este es un canal que funciona hace años en países como Brasil, Uruguay [este país acaba de aplicar una suspensión de embarques para animales con más de 400 kilos], Australia y Estados Unidos, donde se ha convertido en un motor de crecimiento. No queremos quedarnos afuera”, sostuvo a LA NACION Fernando Molinari, secretario de la asociación y CEO de Zona Franca Santafesina, de PTP Group, empresa de logística con presencia en distintos puertos del continente.
“La ganadería, a diferencia de la agricultura, no permite abandonar el campo. Ese es uno de los principios filosóficos de nuestra asociación: generar arraigo. Creemos en una ganadería que sostenga el trabajo rural y que mantenga vivas las comunidades del interior”, agregó Molinari.
Según contó, la iniciativa comenzó a gestarse incluso antes de la habilitación oficial. En abril de 2024 invitaron al presidente de la Asociación Brasilera de Exportadores de Ganado en Pie para una capacitación que sembró las bases del proyecto local. “La asociación la constituimos antes de que el gobierno de Milei habilitara la exportación. Ese encuentro fue el puntapié inicial”, explicó Molinari.
Hoy, la entidad cuenta con unos 40 socios entre productores, consignatarios y operadores logísticos, y está presidida por el ganadero Hugo Lesca. La propuesta es clara: “Acompañamos al productor para que sea protagonista. Tendrá una doble vía: seguir vendiendo a la industria, al consumidor o al frigorífico, o bien optar por exportar directamente. Incluso, en muchos casos, podrá capturar la plusvalía del frigorífico si exporta en pie. Esto es claramente a favor del productor y del arraigo en el campo”, apuntó.
El modelo elegido para la Argentina se inspira más en la experiencia uruguaya que en la brasileña. En Uruguay es el propio productor quien exporta, con el apoyo de una estructura asociativa. “Uruguay está recibiendo un barco cada dos meses. Ahora pusieron una prohibición que no pueden exportar el ganado mayor de 400 kilos, listo para la faena, pero todo lo que es debajo de ese peso lo pueden exportar. Brasil tiene otro enfoque, liderado por las grandes industrias como Minerva, que además de carne exporta animales vivos, especialmente para mercados halal. Nosotros buscamos que el negocio fortalezca al productor y genere arraigo en el campo”, explicó Molinari.
Según su apreciación, la experiencia uruguaya ofrece resultados muy contundentes: en la última década se incrementó la cantidad de terneros producidos y las exportaciones en pie se duplicaron, todo eso, sin desplazar a la industria frigorífica, que también creció. “La doble opción comercial permite generar más kilos de carne y más ingresos para el campo”, señaló.
En la Argentina, para el ejecutivo, uno de los desafíos será restablecer los acuerdos sanitarios y comerciales que se perdieron tras años de inactividad. “Había un acuerdo con Turquía, pero el acuerdo caducó en 2017. Ahora estamos trabajando para restablecerlo y también estamos en diálogo con Israel y Vietnam”, adelantó Molinari.
Sobre la demanda internacional, detalló que Turquía requiere unas 500.000 cabezas por año. “No todos los países consumen nuestros cortes tradicionales. En Turquía, que es el principal importador, hay motivos religiosos y culturales por los que prefieren engordar los animales allá y luego faenarlos según sus propias costumbres. Hay un gran mercado de consumo que es distinto al nuestro y que hoy no estamos cubriendo. Lo están haciendo Brasil, Rumania, Australia, incluso Uruguay, y nosotros estamos quedando afuera de un esquema global importantísimo”, advirtió.
“Esta semana me llamaron de la Embajada de Israel para empezar a conformar el esquema de exportación. Lo primero que hay que hacer es recomponer el acuerdo sanitario, que actualmente no existe entre ambos países. Ese convenio debe ser firmado entre el Ministerio de Agricultura de Israel y nuestra cartera agrícola, con la intervención de Cancillería. En el último trimestre del año podemos estar cerrando el negocio. También estamos avanzando en gestiones para exportar a Vietnam, otro país que tiene una fuerte demanda de ganado en pie”, agregó.
Además del bovino, hay otros mercados con fuerte interés: “Existe también una gran demanda de ganado ovino y de caballos. Un exportador brasileño nos contó que tiene un pedido desde África por 7000 caballos mansos. El problema es que en la Argentina sobran caballos, pero nos faltan domadores. La doma también genera arraigo y empleo en el campo”, sostuvo.
Sobre la infraestructura, Molinari destacó: “Tenemos la concesión del puerto de Ibicuy, en Entre Ríos, donde estamos desarrollando una infraestructura amigable para los animales. Es un puerto de aguas profundas, con muelle estatal, y ya iniciamos las mediciones y el anteproyecto de construcción”, detalló.
En este contexto, se espera que el Senasa reglamente los requerimientos específicos para la infraestructura. Mientras tanto, se avanza para tener todo listo: en el predio se les dará de comer a los animales durante los 20 días previos al embarque, y esa misma alimentación es la que recibirán arriba del barco. En detalle, el proyecto incluye el cumplimiento de cuarentenas sanitarias, alimentación controlada durante 20 días previos al embarque, y la provisión de alimento para el viaje, que puede durar entre 27 y 35 días, según el destino.
“A bordo del buque van veterinarios y personal capacitado. Incluso tenemos previsto, junto al presidente de la asociación brasileña, que en los primeros embarques participen técnicos de ambos países, ya que ellos ya tienen experiencia y el sistema aceitado”, dijo.
En la asociación aseguraron que se trata de un negocio inclusivo. “No importa el tamaño del productor. Si alguien aporta 3000 cabezas, ayudamos a completar un barco con otras tropas más chicas. Es un esquema ganar-ganar”, subrayó.
En cuanto al procedimiento, el trámite para inscribirse como exportador es sencillo. “Ya estamos preparando a los primeros productores para cuando salga el primer embarque. Es una oportunidad muy interesante para terneros Holando o cruzas, que muchas veces no logran buena cotización en las ferias locales y son castigados por los valores”, indicó.
Además de la exportación, el negocio también contempla la importación: “Hoy los terneros argentinos están caros en dólares. Podríamos importar de Paraguay o Uruguay, engordarlos acá y luego reexportarlos”, añadió.
Según estimaciones de la asociación, la exportación en pie podría representar un 25% más de rentabilidad para el productor, descontando los costos como manutención y la logística, donde la utilidad del barco puede ser un millón de dólares, pero se reparte entre muchos productores. “Estamos hablando de un esquema sustentable, de mediano y largo plazo, no de una oportunidad pasajera. El objetivo es construir una vía comercial que se quede para siempre”, cerró Molinari.
En la asociación señalaron que la exportación en pie no viene a reemplazar a la industria frigorífica, sino a complementarla. Aseguraron que esta nueva vía comercial puede potenciar la producción primaria, abrir nuevos mercados y fortalecer a toda la cadena ganadera, sumando oportunidades para el productor.