
El juez Roberto López Arango dará este martesel veredicto en la causa contra tres médicos de la ciudad de Paraná por laapropiación y sustracción de identidad de los mellizos que dio a luz lamilitante montonera Raquel Negro el 2 de marzo de 1978, en el hospital Militarde Paraná. Miguel Torrealday fue identificado durante este juicio como quiensacó a los niños del lugar donde habían nacido y los llevó al Instituto Privadode Pediatría.
En este juicio, que comenzó el 6 de agostopasado, la enfermera Imelda Princic lo dijo sin dudar: “Torrealday fue el queentró con el niño”, que fue anotado como N.N. López en la clínica, y la niñacomo Soledad López. A los dos le dieron el alta el 27 de marzo de 1978. A ella,los represores rosarinos Walter Pagano y Juan Daniel Amelong la dejaronabandonada en la puerta del Hogar del Huérfano de Rosario. En diciembre de2008, Sabrina Gullino conoció su identidad y hoy es querellante de la causa,mientras busca denodadamente a su hermano, que continúa desaparecido.
La complicidad civil está bajo la lupa yalcanza no sólo al principal acusado -propietario del Instituto- sino también aDavid Vainstub y Jorge Rossi, que eran sus socios. El fiscal José Candiotipidió 12 años de prisión para Torrealday, por considerarlo partícipe necesariode la apropiación, y 9 años para los otros dos imputados, como partícipessecundarios. En cambio, la querella pidió 15 años de prisión para los tres,como coautores del delito. Sabrina está convencida de que su hermano fue -ysigue siendo- “un botín de guerra”, ya que era el hijo de Tulio Valenzuela,oficial montonero, principal acusado del atentado contra Jorge Cáceres Monié endiciembre de 1975. “A Raquel la llevaron dos veces a hacerse controles delembarazo, y estaban cuidando al bebé, porque a ella la mataron poco después deparir”, dice con una lógica implacable.
El juicio se desarrolla en la ciudad deParaná, adonde ocurrieron los hechos, ya que Raquel fue traslada allí desde elcentro clandestino de detención donde estaba secuestrada, la Quinta de Funes.Es la primera vez en esa ciudad entrerriana que se juzga a responsablesciviles. Para Sabrina, un dato muy importante de este juicio es que si bien nosurgieron pistas concretas, sí hubo algunos datos que permiten ubicar la apropiaciónde su hermano consumándose en la provincia de Córdoba. De hecho, en un careo,la enfermera Stella Maris Cuatrín reveló que la médica pediatra Amelia Naveyrole dijo, hace poco, que el mellizo estaba en Córdoba, y era médico.
La búsqueda de Sabrina se sostiene sin pausadesde hace diez años. “A mí me parece que la reconstrucción en el marcojurídico de todo lo ocurrido es lo más importante de este caso. Pudimosreconstruir desde el secuestro de Raquel, Tucho y el Seba (Sebastián Alvarez,el hijo mayor de Raquel, que fue enviado a sus abuelos), hasta su posteriorllegada a parir a Paraná. Se pudo reconstruir que estuvo dos semanas internadaen el hospital militar, se pudo saber lo que charlaba con la enfermera. Siemprenos había faltado la coordinación entre el Hospital Militar y el IPP y en estejuicio también se pudo dilucidar”, dijo la mujer de 40 años. Fue otraenfermera, Alicia de Baratero, quien contó que habían llegado un médico y uncamillero del IPP a la institución militar para buscar a los niños. “Después,en el IPP hay muchos testimonios que van diciendo que había un NN López, que secomentaba que era hijo de una subversiva”, relató. Incluso, Cuatrín se lorelató así: “A tu hermanito lo ponía en mi camisolín porque me daba mucha penaque era NN y nadie lo venía a ver”. Para Sabrina, “toda esa cuestión se pudo irreconstruyendo con el relato de las enfermeras, y siempre con la resistencia delos médicos a romper el pacto de silencio”.
Hay otros datos estremecedores: en estainvestigación -que comenzó en la causa del hospital militar de Paraná en 2011-ya hubo al menos dos muertes dudosas. El militar Paul Navone, que había sidojefe del centro de salud cuando ocurrieron los hechos, apareció muerto enAscochinga, justo cuando debía declarar en aquella causa, en 2008. Se suicidó.”Adopto esta decisión como el mejor camino para mí”, escribió en una cartadirigida al juez. En septiembre de 2008, siempre con el juicio de HospitalMilitar de Paraná en marcha, Juan Zaccaría, que había sido el responsable de laterapia intensiva en esos días de 1978, había aparecido en su celda, conapariencia de haberse querido ahorcar con un cinturón, pero vivo. A ladirectora del hospital donde lo internaron le dejaron una amenaza. “Decile quese salvó en la cárcel, pero en el hospital lo vamos a hacer mierda”, era elmensaje. El jueves 20 de septiembre pasado, justo cuando la pista Córdobaapareció en la causa del IPP, el neonatólogo Eduardo Halac murió a un pozo ensu casa en el barrio Rivera Indarte de la capital mediterránea, un lugar al quenunca iba. Su padre, Jacobo Halac, era el titular del Instituto de Neonatologíade esa provincia, estrecho amigo de Torrealday e integrante del MovimientoCristiano de Adopción y Guarda, que entregó a la nieta 88 María Belén GentileAltamiranda Taranto. Hijos Paraná pidió que se investigue si la muerte de Halachijo está vinculada con esta causa.
Torrealday fue secretario de Salud delgobierno de Jorge Busti, en Entre Ríos, y debió renunciar en 1991, cuando lorozó la investigación por el homicidio del escribano Rubén Calero, ya que sulancha fue utilizada para tirar el cadáver al río, mientras él estaba de viaje.Más tarde, fue asesor durante la gestión de Sergio Uribarri, pero fue apartadoen 2011, cuando se conoció su vinculación con la apropiación de los mellizosValenzuela Negro.
“En definitiva, yo creo que está totalmenteprobada la responsabilidad de los médicos, si no hubiera existido la IPP nohubieran podido apropiarnos ni sustituir nuestras identidades, no se hubierapodido sustentar el plan de apropiación”, considera Sabrina, que lleva adelanteuna campaña para encontrar a su mellizo. ¿Dónde está el Melli? es la preguntaque multiplica.