
Los dos caballos que participaron el jueves pasado en la Exposición Rural de Palermo, homenajeando a Gato y Mancha, los Criollos de Emilio Solanet que hace 100 años emprendieron desde ese predio una travesía de más de 21.000 km entre Buenos Aires y Nueva York, junto al jinete Aimé Tschiffely, pasaron por el Cabildo. De este modo, se revivió esa gesta histórica.
“En 1925, el suizo Aimé Tschiffely, un maestro y aventurero radicado en Argentina, decidió emprender una travesía a caballo sin precedentes: unir Buenos Aires y Nueva York, recorriendo todo el continente americano. Sus compañeros de viaje fueron Gato (de pelaje gateado) y Mancha (overo), dos caballos criollos de la estancia El Cardal, de los hermanos Solanet, en Ayacucho, Buenos Aires”, recordó la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC) para conmemorar el homenaje.
Los caballos partieron el 23 de abril de 1925 desde el predio de Palermo de la Sociedad Rural Argentina, y el 20 de septiembre de 1928 completaron su travesía de 21.500 km desfilando por la Quinta Avenida de la ciudad de Nueva York. “En los más de tres años de viaje, unieron 12 países (Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos), enfrentando diversos terrenos -puna, selva, desierto y montaña-, incluso cruzando los Andes a más de 5.000 metros de altura”, destacó la entidad.
La hazaña no solo posicionó al Caballo Criollo como símbolo de la Argentina, sino que la raza fue reconocida por instituciones científicas, militares y ecuestres de todo el mundo como una de las más resistentes y nobles.
Para los criadores, “la hazaña no solo posicionó al Caballo Criollo como símbolo de la Argentina, sino que la raza fue reconocida por instituciones científicas, militares y ecuestres de todo el mundo como una de las más resistentes y nobles. La gesta de Gato y Mancha fue, además, la plataforma de despegue de la raza criolla, cuyos rasgos se habían comenzado a definir a principios del siglo XX, a pesar de que su origen se remonta a los primeros caballos traídos por los españoles durante la conquista”.
Según la entidad, la consolidación del criollo a lo largo de los años fue “refrendada el año pasado al recibir la denominación Marca País”. Añadió: “Este atributo se suma a los reconocimientos como Caballo Nacional y Patrimonio Cultural argentino, concedidos por el Senado de la Nación en 2017”.
El jueves pasado, durante el homenaje en la Rural, Claudio Dowdall, presidente de la ACCC, enfatizó: “Tschiffely y Solanet tuvieron la visión de mostrar el caballo al mundo. Fue una epopeya que, hasta hoy, no se ha logrado superar. Es esencial conmemorar aquel momento en que se presentó al criollo a la sociedad en su totalidad. El criollo es el caballo argentino, es la marca país, y tenemos la responsabilidad de continuar exhibiéndolo para resaltar sus cualidades”.
Los Criollos a metros del Cabildo
Añadió: “Seguimos trabajando día a día para que el caballo criollo siga siendo un animal de excelencia y protagonista. Somos una asociación federal, con más de 850 eventos al año en los que participan más de 16.000 caballos. Esto hace que el caballo esté presente en cada rincón del país, generando arraigo y acercando a los más jóvenes y a las familias”.
Por su parte, Oscar Emilio Solanet comentó: “Mi padre y otros criadores estuvieron en los inicios de la raza y querían darle impulso. Entonces apareció Tschiffely, con la idea de que si él hacía un raid de tal magnitud, eso le daría un extraordinario empuje, y así fue; logró una trascendencia que perdura hasta el día de hoy.”