Lunes, 8 de diciembre de 2025   |   Campo

Un juego de ingenio para evitar la derrota en el partido

Un juego de ingenio para evitar la derrota en el partido

Llega la cosecha de cebada: es una época contra reloj en la que el clima y la biología condicionan la posibilidad de recolectar y guardar lo que generamos con el trabajo de todo el año. Es el momento en que ya hicimos —o casi— todo: trabajamos e invertimos en el control de malezas, plagas y enfermedades y en la nutrición del cultivo.

A fines de octubre sufrimos una helada importante en el sudeste de Buenos Aires y observamos cebadas y trigos tempranos con pérdidas que van del 4% hasta el 80%; en muchos lotes el daño promedio es del 20 a 30%, por lo que, en varios casos, estamos llegando a empatar el partido con dos jugadores menos. Ahora toca evitar perderlo en el alargue.

¿En qué no podemos fallar en el caso de la cebada? Antes que nada: dijimos que se acerca la cosecha, no que ya llegó. Debemos mantener el monitoreo, porque en esta época avanzan las isocas desgranadoras (Faronta albilinea) y la militar verdadera (Pseudaletia adultera), que pueden provocar grandes pérdidas de rendimiento.

Otro aspecto a ajustar con antelación son los seguros contra granizo, incendio y viento, ya que en esta época suelen producirse tormentas que dañan gravemente los cultivos entregados; además están los accidentes que pueden ocurrir durante la cosecha.

Ser previsores y acordar a tiempo la disponibilidad de cosechadoras es clave. En general estimamos que debería haber, al menos, una cosechadora cada trescientas hectáreas de cebada (¡si es cada 200 hectáreas, mejor!).

En años anteriores hemos llegado a perder hasta 1.500 kg/ha por retrasos en la cosecha, con un aumento de vuelco y quebrado en esos días cruciales.

Bien: por fin la cosechadora está en el lote. Metéle, que el ingeniero dice que se me puede quebrar, volcar, agarrar un granizo y venir el apocalipsis… No! Paremos la pelota. Ahora hay que calibrar bien la trilla para preservar la calidad de la semilla cosechada y evitar descuentos.

Debemos medir las pérdidas de cosecha, que varían según el lote y las condiciones del momento: INTA recomienda un máximo de 100 kg/ha (270 granos medianos por metro cuadrado), lo que a precios de hoy equivale a 20 dólares por hectárea.

Tengamos en cuenta que, en condiciones normales, INTA midió un promedio de 150 kg/ha de pérdida (30 dólares por hectárea).

Este año, además, en los lotes con daño por helada es probable que haya mayor proporción de grano chuzo, lo que complica la regulación de la trilla y la calidad comercial. Si no se puede estar y supervisar la cosecha, una opción eficiente y económica es contratar a un profesional para el seguimiento cercano.

Además de todo esto debemos calibrar el monitor de rendimiento, porque hoy, gracias a la tecnología, además de cosechar granos podemos cosechar datos para seguir aprendiendo de cada ambiente y manejo del lote.

Otro punto fundamental es tomar y guardar muestras periódicas para poder analizar la calidad. Gentileza

En el caso de la cebada y ante situaciones de quiebre o volcado es fundamental sumar los puntones “levantamieses”, que ayudan a levantar las plantas caídas.

Hemos medido diferencias de hasta 400 kg/ha cuando, además de hacer todo bien, se suman los puntones. En casos puntuales llegamos a trabajar a 3 km/h para cosechar lo mejor posible y así evitar perder 1.500 kg/ha.

Otro punto fundamental es tomar y guardar muestras periódicamente para poder analizar la calidad y conocer qué tenemos en el campo o qué estamos entregando.

Es muy importante realizar el control periódico de la cebada guardada en silos o silobolsa para no perder la calidad obtenida a cosecha

El clima se pone caliente: debemos reducir el riesgo de incendios durante la cosecha. Tomar medidas como limpiar dos o tres veces al día las zonas con mayor acumulación de granza, tener disponibles los matafuegos reglamentarios y evitar trabajar con más de 35 °C, con menos de 30% de humedad relativa o con viento norte fuerte (más de 35 km/h).

Otro aspecto a considerar son los daños colaterales de una mala cosecha: más cebada guacha en el cultivo de segunda (y costos adicionales); problemas por mala distribución en la cola de máquina que afectan la siembra de soja de segunda —en algunos casos, con sembradoras livianas tuvimos que pasar a 52 cm entre surcos en lugar de los típicos 21 cm, menos deseables por cobertura de suelo y control de malezas—; y dificultades en el cultivo siguiente debido a colas de máquina que actúan como refugio y favorecen plagas como babosas y bichos bolita. También se observa mayor frío en el suelo y menos nitrógeno disponible en las zonas mal distribuidas.

Si logramos hacer todo esto en tiempo y forma, es fundamental realizar el control periódico de la cebada guardada en silos o silobolsa para no perder la calidad obtenida en cosecha.

Producir cebada es un juego de ingenio que exige gestionar las variables que podemos manejar —y también las que no—, armando el rompecabezas en el aire y, sobre todo, en equipo.

El autor integra Agroestudio Viento Sur SRL

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