La familia de Thompson organizó una despedida de casi un mes para honrar su legado en la comunidad gitana. Video: TikTok
Un empresario de la comunidad gitana, de 69 años, fue sepultado en un ataúd de oro macizo, después de una excéntrica ceremonia que incluyó un recorrido de una semana en Rolls-Royce por diversas localidades de Inglaterra. Frank Thompson, quien falleció el 2 de julio debido a una infección pulmonar, recibió un homenaje que, según quienes lo conocieron, contrasta notablemente con su personalidad modesta y alejada de la ostentación.
El ataúd dorado, descrito por un amigo cercano a la familia como “estupendo”, fue encargado por el hijo de Thompson desde el extranjero y tardó semanas en llegar al Reino Unido, según informó el Daily Mail. El empresario fue finalmente sepultado el 29 de julio en un cementerio del sur de Londres, casi un mes después de su deceso. Allí, la familia planea construir un monumento de mármol en su honor, un proceso que tomará aproximadamente un año en completarse.
La discrepancia entre la magnificencia del funeral y el perfil bajo del fallecido es sorprendente. “Nunca fue un hombre ostentoso, créanlo o no”, relató uno de sus amigos al medio, quien agregó: “Podía tener todo lo que quisiera, pero mantenía un perfil discreto”. El allegado afirmó que el patriarca “estaría orgulloso de lo que sus hijos hicieron por él”.
La familia decidió organizar una ceremonia de tal magnitud para enviar un mensaje claro: “Mostrar al mundo que hay gitanos viajeros realmente buenos”, explicó la fuente consultada por The Mirror sobre el sentido del homenaje. Lo que comenzó con la intención de adquirir “el mejor ataúd disponible” se transformó en un proyecto mucho más ambicioso.
“Primero queríamos hacer el mejor ataúd, luego comenzamos a discutir los materiales. Entonces nos dimos cuenta de que no teníamos que enterrarlo bajo tierra, podíamos hacer una tumba”, explicó el amigo cercano a la familia.
El homenaje a Thompson no se limitó a la ceremonia final. El 23 de julio, la familia inició un recorrido de una semana en el que el ataúd dorado fue trasladado en un Rolls-Royce por diversas localidades que marcaron la vida y trayectoria empresarial del patriarca.
De este modo, el cortejo visitó lugares emblemáticos donde Thompson operó sus negocios y patios de asfalto tanto en Nottingham como en Manchester, permitiendo a familiares y allegados rendirle un homenaje especial.
La extensa familia gitana también incluyó en su itinerario visitas a cementerios donde reposan amigos y familiares del empresario, consolidando así un ritual de despedida que unió memoria, tradición y comunidad.
Frank Thompson fue descrito como “un hombre de negocios de pies a cabeza”, dotado de una gran “sabiduría” y con una visión emprendedora que lo llevó a expandir la compañía de asfalto de su padre a múltiples destinos en el mundo. Su liderazgo no solo era reconocido en el ámbito familiar, sino que trascendía hacia toda la comunidad. Era considerado “la cabeza de una familia muy grande, el rey de la familia: todos lo admiraban”, según el testimonio recogido por el rotativo británico.
A través de su ejemplo, Thompson motivó a muchas personas de su entorno a orientarse hacia los negocios y a aspirar a una vida próspera. “Ser conocidos por tener una vida agradable y construir una buena casa para la familia” era uno de los principios que defendía con entusiasmo.
La generosidad de Thompson iba más allá de los límites familiares y comunitarios. Antes de su enfermedad, proyectaba la construcción de un orfanato para niños en el extranjero, como parte de su compromiso con causas sociales. También había realizado significativas donaciones a “muchas organizaciones benéficas infantiles”, demostrando un profundo sentido de solidaridad. Amistades y allegados lo recordarán como un “hombre encantador”, reconocido por su “corazón de oro” y “las mejores intenciones para todos”, concluyó el amigo consultado por el Daily Mail.
Tras su muerte, tanto su hijo como el amigo cercano a la familia asumieron el control del negocio familiar, con la esperanza de mantener vivo el legado del patriarca.
