
De la redacción de INFORME DIGITAL
La nota que reveló la posible salida de Carolina Gaillard del PJ para encabezar una lista progresista por fuera del partido fue publicada por INFORME DIGITAL el jueves pasado. En ese mismo momento, el peronismo entrerriano empezó a sacudirse. La diputada nacional explicó, con claridad, que el Frente Grande era una opción real ante el cierre de la lista oficial a sectores progresistas. Acá la nota del jueves pasado:
Durante los días siguientes, el tema creció. Hubo repercusiones en medios, entrevistas, análisis internos, cruces por redes. El viernes, sábado, domingo y lunes, varios actores se expresaron. Recién el martes, cinco días después, un dirigente del PJ oficial decidió contestar. Y lo hizo como quien justifica el racismo diciendo “yo también tengo un amigo judío”.
La frase literal fue: “nosotros también tenemos sectores progresistas”. Un intento torpe de neutralizar la crítica de exclusión que denunció Gaillard, pero que llegó tarde y desubicado. El problema no fue solo la demora, sino el recurso: una forma de minimizar la discusión profunda con una excusa superficial y automática.
Como si decir que “nosotros también tenemos progresistas” alcanzara para tapar la falta de representación que ya motivó a espacios como La Cámpora, Patria Grande, el sector de Grabois o dirigentes como Mariana Farfán y Paola Rubatino a organizar listas propias. Recién ahora, después de que Gaillard marcara en público la fractura, el oficialismo sale a decir que están dispuestos a hablar e incorporar.
Desde la nota original, Gaillard había sido contundente: “hay sectores que no están representados”, “la lista del PJ se cerró sin integración”, “el Frente Grande es una posibilidad real si no se abre la discusión”. Todo eso lo dijo a tiempo. Lo dijo con responsabilidad política.
Del otro lado, la reacción llegó con cinco días de delay y sin ningún aporte nuevo. Solo una defensa vacía, barnizada con institucionalismo y apelaciones a la organicidad, pero sin reconocer la raíz del conflicto: que el PJ entrerriano cerró sus puertas a parte del campo popular.
En ese contexto, decir que “nosotros también tenemos progresistas” no solo no aporta, sino que suena ridículo. Como quien se ve acorralado y justifica lo injustificable: “yo no discrimino, tengo un amigo judío”.