
La mediación estadounidense, encabezada por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, impulsó la firma de un histórico alto el fuego en Gaza, considerado un punto de inflexión en Oriente Medio.
Tras dos años de intensos combates, el acuerdo —con mediación de Qatar, Egipto y Turquía— contempla la liberación de rehenes israelíes a cambio de prisioneros palestinos, la retirada parcial de las fuerzas israelíes, el ingreso de ayuda humanitaria y el inicio de negociaciones hacia un acuerdo definitivo.
TIME reconstruyó junto a Trump cómo se forjó el delicado pacto. El acuerdo fue presentado a Benjamin Netanyahu en una llamada directa el 4 de octubre. Durante esa conversación, el presidente estadounidense advirtió al primer ministro israelí: “Bibi, no puedes luchar contra el mundo. Puedes pelear batallas individuales, pero el mundo está en tu contra”.
Netanyahu expresó reservas iniciales y recibió una respuesta tajante de Trump, quien le recordó su respaldo a Israel, incluido el traslado de la embajada a Jerusalén y la participación en ataques estratégicos contra Irán.
“Hubiera sido imposible lograr un acuerdo como este antes”, explicó Trump sobre sus ataques a Irán. Además agregó: “Ningún presidente estuvo dispuesto a hacerlo, y yo estuve dispuesto a hacerlo. Y al hacerlo, tuvimos un Oriente Medio distinto”.
Finalmente, Netanyahu aceptó un acuerdo que incluía el cese de hostilidades, el intercambio de rehenes y prisioneros, la apertura de corredores humanitarios y la retirada militar parcial.
El proceso negociador contó con la intervención directa de Jared Kushner, Steve Witkoff y diplomáticos de la Casa Blanca. Trump atribuye el éxito a su disposición para el uso de la fuerza, incluida la eliminación del general Qasem Soleimani y los ataques a instalaciones nucleares iraníes. “El verdadero factor decisivo fue la disposición de Trump a usar la fuerza militar”, afirmó Michael Oren, exembajador israelí en Washington, a TIME.
Según Trump, esa estrategia marca la diferencia con gestiones previas: “Todos esos ataques se hicieron bajo mis auspicios, ya sabes, con Israel realizando los ataques, con los localizadores y todo eso. Me informaban de todo. Y, a veces, yo decía que no—y ellos respetaban eso”.
La tensión escaló luego de un ataque israelí a operativos de Hamas en Doha, que vulneró la soberanía de Qatar. Trump calificó el hecho como “un error táctico” y “terrible”, pero lo aprovechó para reunir a los liderazgos regionales y acelerar la diplomacia.
Sobre la oportunidad que abrió ese episodio, subrayó: “Esto fue una de las cosas que nos unió a todos. Fue algo tan fuera de lugar que, de alguna manera, hizo que todos hicieran lo que tenían que hacer. Si quitas eso, quizás ahora no estaríamos hablando de esto”.
Kushner y Witkoff, junto con mediadores de Qatar, Egipto y Turquía, trazaron una hoja de ruta de 20 puntos que incluye la desmilitarización de Gaza, la creación de una nueva autoridad civil, garantías de seguridad para Israel y la liberación de rehenes.
En la ONU, el príncipe Faisal de Arabia Saudita y el rey Abdalá de Jordania apoyaron el marco propuesto. Turquía ofreció protección a dirigentes de Hamas para facilitar su incorporación al diálogo.
Trump advirtió con dureza a Hamas sobre las consecuencias de incumplir los términos, exigiendo la liberación total de los rehenes israelíes: “Dije: ‘No más de eso. Nos van a devolver los malditos rehenes, a todos’”.
Incluso reconoció sorprenderse por la prioridad que Israel daba a recuperar cautivos: “Israel estaba tan centrado en los rehenes, que me sorprendió. Uno habría pensado que habrían sacrificado a los rehenes con tal de seguir avanzando, ¿verdad? El pueblo de Israel quería los rehenes más que cualquier otra cosa. Y conseguimos los rehenes”.
El respaldo de la opinión pública israelí a Trump, superior al de Netanyahu, le permitió presionar sin concesiones: “Él solo hubiera seguido. Podría haber seguido durante años. Habría seguido durante años. Pero yo lo detuve, y todos se unieron cuando lo hice”. Y sobre su papel añadió: “Mientras yo esté, solo va a mejorar, se va a fortalecer, y va a ser perfecto. ¿Qué pasa después de mí? No puedo decirte eso”.
El acuerdo enfrenta todavía desafíos cruciales. Hamas no ha entregado los restos de todos los rehenes fallecidos, lo que llevó a Israel a cerrar el paso de Rafah y a restringir la ayuda. Violaciones al alto el fuego obligaron a Trump a enviar al vicepresidente J.D. Vance para intentar consolidar la estabilidad.
La administración estadounidense mantiene una supervisión minuciosa de la reconstrucción y la distribución de asistencia, con Vance, Kushner y Witkoff en primera línea.
El futuro de Gaza permanece incierto: la desmilitarización, la administración civil y el rol de Hamas generan profundas divisiones. “No tienen un líder ahora”, dice Trump sobre los palestinos. “Al menos, un líder visible. Y realmente no quieren tenerlo, porque todos esos líderes han sido asesinados. No es un buen cargo”.
Sobre la posibilidad de que Marwan Barghouti —líder de Fatah encarcelado— sea una figura de unidad, Trump señaló: “Literalmente me estaban planteando esa pregunta unos 15 minutos antes de que llamaras. Así que tomaré una decisión”.
En el ámbito interno israelí, Netanyahu enfrenta presiones desde la derecha para bloquear cualquier avance hacia la soberanía palestina e impulsar la anexión de Cisjordania. Trump fue categórico sobre la posición estadounidense: “Eso no va a pasar porque di mi palabra a los países árabes. Israel perdería todo el apoyo de Estados Unidos si eso ocurriera”.
Según Trump, su liderazgo ha permitido “abrir nuevas etapas de integración económica regional”, materializadas en proyectos como líneas ferroviarias desde el Mediterráneo al Golfo Pérsico, acuerdos de libre comercio y una red energética compartida.
De cara al futuro, la prioridad es la normalización diplomática entre Israel y Arabia Saudita. Riad condiciona ese paso al fin de la violencia y a un compromiso creíble con la soberanía palestina. Trump se mostró confiado: “Creo que Arabia Saudita va a liderar el camino. Ya no tenemos la amenaza de Irán. Ya no tenemos amenazas. Tenemos paz en Oriente Medio”.
Un eje central para Trump es el respeto personal al jefe de Estado estadounidense: “Lo más importante es que tienen que respetar al presidente de Estados Unidos. Medio Oriente tiene que entender eso. Es casi el presidente más que el país”.
El alto el fuego permitió el regreso de los últimos rehenes vivos a Israel y, al menos por ahora, abrió la posibilidad de un nuevo capítulo para la región. Su estabilidad dependerá del compromiso sostenido de Trump y de la capacidad de los involucrados para transformar la tregua en una paz duradera.