La campaña triguera avanza con rendimientos inéditos y un escenario que exige observar algo más que los kilos obtenidos. En un año con lluvias muy superiores a lo habitual, el cultivo respondió incluso en ambientes considerados marginales.
Sin embargo, los primeros análisis del INTA señalan que la abundancia no siempre se traduce en calidad comercial. Proteína y gluten aparecen por debajo de los valores requeridos, un comportamiento asociado a la dilución que generan los altos rendimientos cuando la fertilización no acompaña la mayor demanda.
Una referencia habitual indica que cada milímetro de agua disponible puede aportar alrededor de 10 kilos de producción. Con volúmenes excepcionales, no sorprenden los lotes que alcanzaron rindes cercanos a los 6.000 kilos por hectárea.
Frente a este contexto, los especialistas recomiendan incorporar una segunda fertilización como parte estable del manejo, dado que, si el trigo no aprovecha ese aporte, el cultivo siguiente sí puede hacerlo.
El relevamiento que el INTA realiza desde hace cuatro décadas en acopios de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos confirma la tendencia general: rendimientos altos y proteína baja. En Entre Ríos, el promedio de proteína fue del 9 % y el peso hectolítrico de 78,1 kg/hl, equivalente a grado 2. Parte de las muestras no logró formar gluten y, en el resto, el valor promedio se ubicó en 17,9 %.
En la subregión pampeana ondulada norte, el promedio de proteína fue de 9,6 %, con peso hectolítrico de 79,2 kg/hl —grado 1— y un gluten cercano a 19,7 %, con buena formación en la mayoría de los casos.
En la Pampa Subhúmeda Norte, que incluye acopios cordobeses, los valores se mantuvieron en torno al 9,6 % de proteína, con pesos hectolítricos cercanos a 79 kg/hl. En zonas semiáridas del norte cordobés, la proteína se ubicó en 9,5 %, el peso hectolítrico en 78,9 kg/hl y el gluten en 21,9 %.
En conjunto, el promedio regional ronda el 9,6 % de proteína, con variabilidad entre 7,8 % y 10,3 % y pocos casos superiores al 10 %. El peso hectolítrico no aparece como una limitante: la mayoría de las muestras se ubica entre grados 1 y 3.
Los ensayos experimentales del INTA, basados en espigas recolectadas en parcelas, corroboran estos resultados: proteína por debajo del 10 % y gluten húmedo por debajo del 23 %. Solo los lotes con segunda fertilización superaron el 11 % de proteína, nivel que evita los descuentos aplicados por los molinos. Por debajo de ese umbral, las rebajas se calculan por punto o fracción y aumentan progresivamente entre 11 y 8 %.
Los especialistas recomiendan que los productores realicen análisis en laboratorios de referencia y amplíen la evaluación más allá de la proteína. Algunas variedades sostienen buena aptitud panadera gracias a valores altos de gluten aun cuando la proteína resulta baja.
Ese diagnóstico completo permitirá afrontar la comercialización con mayor precisión y ajustar el manejo para las próximas campañas.
Fuente: Inta




