
Por Selva Almada
La cordobesa Laura Avilés ganó el ‘Oscar’ delas artes mágicas Aquí donde vivo la conexión de internet es como de 1997. Asíque cada vez que intento ver una serie, esta noche misma I May Destroy You, elcapítulo avanza de a trancos pequeños, se cuelga hasta la exasperación.
Y yo meacuerdo de cuando era chica y no había televisión por cable. En mi pueblo deEntre Ríos sólo lográbamos captar el canal 7, que entonces se llamaba ATC, y elcanal 3 de Paysandú. Estábamos más cerca de Uruguay que de Buenos Aires o aúnde Paraná, donde había una repetidora de canal 9 y canal 13. La conexiónoscilaba de acuerdo al viento y el programa que estábamos viendo se interrumpíaabruptamente por ondas, movimientos o directamente una lluvia blanca que cubríala pantalla. Entonces a alguno le tocaba salir al patio y mover la antena. Losque se quedaban adentro, a tiro del televisor, gritaban indicaciones, como enla Búsqueda del Tesoro: frío, tibio, caliente: dale más, un poco, dejala ahí,dejala ahí.
El último verano que pasé en el pueblo, el de 1991, antes de irme aestudiar y a vivir a Paraná, en el canal uruguayo pasaron Twin Peaks. No pudeverla porque la daban algún día de la semana a la noche y a la noche eltelevisor, el único que había en la casa, era propiedad exclusiva de mi padre,sólo se veía lo que a él le interesaba. David Lynch no estaba dentro de susintereses.
Pero, por alguna razón que lo habrá ausentado de la casa algunas deesas noches, un partido de fútbol del campeonato nocturno, alguna ida a pescarcon los amigos, alguna recalada en el bar más larga que de costumbre, vaya asaber, vi dos o tres capítulos y retazos de otros en las propagandas. Noentendía nada, aún de haberlos visto correlativamente me hubiese resultadodifícil. Sin embargo había algo magnético en Laura Palmer, la chica queaparecía muerta; en la apertura de la serie con el cartel de bienvenida alpueblo y esos troncos que entraban y salían de los aserraderos.
Ese año habíanasesinado a María Soledad Morales, el 8 de septiembre, el mismo día de laVirgen Niña que es la patrona de mi pueblo; un día antes del cumpleaños número13 de mi hermana. El mismo año que yo terminé el secundario, María Soledadtambién estaba en quinto año. Imposible no relacionar a la rubia yankie de laserie con la chica catamarqueña de uniforme de colegio religioso. No porparecidas, si no porque las dos habían sido asesinadas. No podía ver Twin Peakspero el caso María Soledad, como lo llamaban en la televisión, era un temadiario durante esos meses: las marchas del silencio encabezadas por la monjaPelloni, la intervención del comisario Patti, la caída de la dinastía Saadi… elhorror real que los medios transmitían como si fuera un culebrón.
La semana queviene se cumplen treinta años del femicidio de María Soledad. En 1990, quizáporque era el último año que pasaría con mi familia, yo había empezado undiario. Me recuerdo escribiendo que habían encontrado el cuerpo de una chica demi edad, en Catamarca; la desazón mientras lo escribía: una chica de 17 añoscomo yo, que planeaba ir a Bariloche de viaje de egresados como iría yo un mesmás tarde.
Siento una desazón parecida ahora mientras escribo que pasaron treintaaños desde entonces. Ya no tengo la edad de María Soledad, sino la edad suficientepara haber sido su madre. La edad suficiente para ser también la madre deArabella, la protagonista de I May Destroy You. Ella es escritora igual que yo.Vive en Londres, en 2020, y, aunque apenas logro empezar a ver el capítulocuatro, Arabella podría estar muerta como Laura Palmer, como María Soledad.