Rescatistas indonesios continuaban el domingo la búsqueda de estudiantes desaparecidos tras el colapso, el martes, de una sala de oración en una escuela islámica. Durante las labores del fin de semana recuperaron más de dos docenas de cuerpos, con lo que el saldo de fallecidos ascendió a 40.
Con martillos neumáticos, radiales y a veces con las manos, los equipos de rescate retiraron los escombros con diligencia para intentar dar con los 23 estudiantes que aparentemente permanecen desaparecidos. La Agencia Nacional de Mitigación de Desastres señaló que solo durante el fin de semana se hallaron 26 cuerpos.
La estructura se desplomó sobre cientos de alumnos —en su mayoría varones de entre 12 y 19 años— el 30 de septiembre en la escuela Al Khoziny, de un siglo de antigüedad, en Sidoarjo, en la costa este de la isla de Java, Indonesia. Según las autoridades, solo un estudiante resultó ileso; 95 fueron atendidos por distintas heridas y luego dados de alta, y otros ocho presentaban lesiones graves y seguían internados el domingo.
La policía afirmó que se estaban agregando dos niveles a un edificio de dos pisos sin la autorización correspondiente, lo que habría provocado la falla estructural. El accidente desató una indignación generalizada por la construcción ilegal en Indonesia.
“La construcción no pudo soportar la carga mientras se vertía el concreto (para construir) el tercer piso porque no cumplía con los estándares y toda la construcción de 800 metros cuadrados (8.600 pies cuadrados) colapsó”, explicó Mudji Irmawan, experto en construcción del Instituto de Tecnología del 10 de Noviembre.
Irmawan agregó que no se debió permitir que los estudiantes permanecieran dentro de un edificio en construcción.
El jefe del distrito de Sidoarjo, Subandi, corroboró la versión policial: la administración escolar no había solicitado el permiso exigido antes de iniciar las obras.
“Muchos edificios, incluidas las extensiones de escuelas internas tradicionales, en áreas no urbanas se construyeron sin un permiso”, dijo Subandi, quien usa un solo nombre, a The Associated Press el domingo.
El código de construcción de Indonesia de 2002 exige permisos emitidos por las autoridades competentes antes de cualquier obra; no obtenerlos puede acarrear multas y penas de prisión. Si una infracción provoca una muerte, la sanción puede llegar hasta 15 años de cárcel y una multa de hasta 8.000 millones de rupias (casi 500.000 dólares).
El gestor de la escuela, Abdus Salam Mujib, es un respetado clérigo islámico de Java Oriental. En una inusual aparición al día siguiente del siniestro ofreció una disculpa pública.
“Esto es, de hecho, la voluntad de Dios, así que todos debemos ser pacientes, y que Dios lo reemplace con bondad, con algo mucho mejor. Debemos tener confianza en que Dios recompensará a los afectados por este incidente con grandes recompensas”, expresó.
Las pesquisas penales que afectan a clérigos musulmanes siguen siendo un tema sensible en la nación con la mayor población musulmana del mundo.
Desde el colapso no ha habido comentarios de los funcionarios de la escuela.
“Investigaremos este caso a fondo”, sostuvo el domingo el jefe de policía de Java Oriental, Nanang Avianto. “Nuestra investigación también requiere la orientación de un equipo de expertos en construcción para determinar si la negligencia por parte de la escuela condujo a las muertes”.
(con información de AP)
