Lunes, 3 de noviembre de 2025   |   Nacionales

Tomada comparó al PJ con el PRI: “El PRI fue y el PJ todavía es”

Liderado por Plutarco Elías Calles, el movimiento mexicano consolidó la estabilidad política durante décadas, aunque fue criticado por su autoritarismo. Al igual que en Argentina, nació con fuerte apoyo social y defendió la soberanía política y la justicia social.
Tomada comparó al PJ con el PRI: “El PRI fue y el PJ todavía es”

Los partidos populares, como el Partido Justicialista (PJ) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), comparten más de lo que aparentan: surgieron para integrar a amplias masas sociales y disputar el poder frente a estructuras oligárquicas. El exministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Carlos Tomada, afirmó en el programa Modo Fontevecchia, emitido por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), que “El PRI fue y el PJ todavía es“, subrayando que ambos conservan su carácter de movimientos hegemónicos capaces de adaptarse a contextos cambiantes para mantener su influencia.

El político y abogado argentino Carlos Tomada, reconocido por su trayectoria en temas laborales y sindicales, es afiliado al Partido Justicialista (PJ) y tuvo un rol destacado durante la década del kirchnerismo. Se desempeñó como ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social durante los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015). Además, participó activamente en negociaciones con sindicatos y empresas.

El ministro de Trabajo en los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández es una figura central para analizar el presente laboral y social en Argentina. Actualmente, en un contexto de debate sobre nuevas formas de trabajo, ¿qué expresa un sentimiento de extranjería respecto a la transformación acelerada que vive el mundo laboral, donde las decisiones y reformas muchas veces parecen desconectadas de las necesidades reales?​

Años atrás solía poner como ejemplo las caídas de los imperios y cómo esos procesos evolucionaron a lo largo del tiempo; hoy vemos ese cambio suceder con gran rapidez. Por más esfuerzos que hagamos por adaptarnos y comprender, sigo pensando, en un plano aspiracional, que debemos volver a sociedades donde el trabajo sea el principal organizador y dador de sentido. Desde lo económico, creo que lo central es la demanda agregada, pero me pregunto siempre: ¿cómo sería una sociedad sin trabajo? Y creo que está muy lejos de eso, pese a todos los textos que se han escrito sobre el asunto.

En Argentina, el trabajo está, lamentablemente, en el centro del debate. Ya no ocupa, como en otros tiempos, un lugar central en las políticas públicas ni en la identidad colectiva. Pienso que los argentinos teníamos dos valores nucleares que daban identidad: el trabajo y la escuela pública. A eso se suma la sensación de que los departamentos se hacen cada vez más pequeños: predominan unidades con, a lo sumo, una mascota; muchas personas viven solas y la tasa de natalidad ha comenzado a descender.

El 8% del empleo mundial corresponde a aplicaciones tipo Rappi, donde la persona está sola, trabaja sola, se comunica con una máquina, no está en contacto con otros, no hay un lugar, ni un espacio que los aglutine. Así, de esta manera, ¿no hay también, en el contexto del cambio de época, una valoración distinta de la familia?

Hoy se discute cada vez más la compatibilización de la vida laboral con la personal. Por eso se buscan soluciones que permitan a hombres y mujeres —porque la incorporación de la mujer al trabajo es masiva, yo diría incluso en mayor medida que la del hombre— conciliar ambos planos. Usted sabe que, al menos en Argentina y en otras regiones, la presencia femenina en el empleo dejó de ser un tema de minoría para convertirse en asunto de mayorías.

Sigo convencido de que el trabajo y lo colectivo están estrechamente vinculados. El trabajo es una de las formas más importantes de socialización y me resulta terrible imaginar un mundo sin ese proceso de interacción humana. Probablemente no lo llegaré a ver, lo que me deja tranquilo, pero aun así no me agrada el rumbo hacia el que caminamos.

Ayer fue a la ceremonia del Día de los Muertos, que más que una ceremonia es una festividad, porque los mexicanos llevan a la práctica la idea de que, en la medida en que uno recuerde a los muertos. México es un país que, casualmente, pareciera ser un espejo en el cual podemos mirarnos. Primero tiene un presidente que continúa a otro presidente, ambos de centroizquierda, no de centroderecha, en un partido nuevo: Morena.

Aunque es un partido relativamente reciente, posee un itinerario político definido: quien llega a la presidencia suele haber ocupado antes cargos como alcalde o gobernador del Distrito Federal, lo que recuerda un desarrollo político parecido al nuestro. Es un país con dificultades económicas importantes y exhibe una tasa de informalidad laboral mucho mayor que la de Argentina.

¿Qué espejo produce al ver a México avanzar en una dirección y Argentina en la opuesta?

Una de las sensaciones que traje es el impulso positivo y casi movilizador de que se pueden concretar cambios reales. A pesar del desánimo previo con el macrismo argentino, México recupera la convicción de que en democracia es posible transformar la sociedad, sin esperar revoluciones inmediatas ni resultados sencillos; muestra un proceso político complejo, con dificultades y una división social profunda —una grieta muy parecida a la que atraviesa Argentina— pero con la novedad de un partido nuevo que busca renovar el escenario y ofrecer una alternativa distinta.

Además, la presidenta Claudia Sheinbaum representa un fenómeno político novedoso. Si bien su género suele resaltarse en un país con una fuerte cultura machista, lo verdaderamente relevante es que no proviene de la clásica trayectoria del PRI, partido que marcó el siglo XX en México y hoy está en declive, al igual que el PAN.

Sheinbaum integra Morena, el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, pero, más allá de ello, procede de la izquierda universitaria y es académica. Durante su campaña llegó a tomarse un trimestre sabático para presentar una tesis, mientras formaba parte de un equipo de investigación galardonado con el Premio Nobel.

El consultor político ecuatoriano Jaime Durán Barba decía que el peronismo iba a correr la misma suerte que el PRI, agotado. Hablábamos de ideas: el partido puede haber cumplido un ciclo, pero las ideas progresistas y conservadoras siguen vigentes. Tal vez el PRO cumplió su ciclo, pero las ideas de centro derecha y derecha están más vigentes que nunca en Argentina. Con su experiencia de Morena y del PRI, ¿cree que el peronismo también cumple un ciclo y que debe aparecer algo así como Morena, que represente los ideales adecuados al siglo XXI?

En mi experiencia como embajador y docente universitario, recientemente nombrado profesor consulto de la Universidad de Buenos Aires (UBA), he podido reflexionar sobre las comparaciones, diferencias y similitudes entre Morena y el peronismo. En México también predominaba una visión fascista del peronismo, influida en parte por la inmigración española. No obstante, hoy se observa el fenómeno del peronismo con otro interés y curiosidad, reconociendo su impacto y su significación en el panorama político mexicano actual.

En principio, lo más sencillo sería comparar el peronismo con el PRI, partido al que muchos lo asocian cuando ambos estaban en su apogeo. El PRI fue, para decirlo rápidamente, y el peronismo sigue siendo, un movimiento con una fuerte presencia política y social. Una cuestión importante sobre el presente y futuro del peronismo, y sus ideas centrales, radica en que si esas ideas son soberanía política, independencia económica y justicia social, entonces deberán perdurar mucho.

MV / EM

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