
En numerología, el número 27 simboliza la culminación de ciclos, el autosacrificio en la búsqueda de un propósito mayor. Hay dos 27 en la vida próxima de los argentinos: el día posterior a las elecciones del último domingo de octubre, cuando se oficialice la verdad y los mercados actúen en consecuencia. Y el comienzo del cronograma hacia el año 27 de este siglo, cuando se elegirá al próximo presidente.
Quedan cuatro semanas hasta las elecciones, que para el Gobierno resultarán casi cuatro años, donde el oficialismo apuesta todo su capital político y económico en una quimera que puede terminar muy mal. Quimera es una metáfora de un sueño imposible de cumplir, una ilusión. Pero también es una criatura de la mitología griega justamente con cabeza de león pero cuerpo de cabra y cola de serpiente, que escupe fuego. La metáfora de lo imposible deviene del inadecuado funcionamiento de un organismo biológico compuesto por células de diferentes especies.
La metáfora con Milei surge desde su cabeza de león y el fuego que escupe su boca, con lo que se hipotetiza debería ser el 27, es decir, no ser él mismo sino convertirse en un hábil político negociador con el suficiente pragmatismo y, más difícil aún, pluralismo, como para seducir y no mandar a gobernadores, senadores y diputados que no responden a sus órdenes ni se amedrentan con sus amenazas. Y así logar las reformas tributarias y laborales que demandaría su plan económico para obtener una estabilidad duradera, independientemente de a quién beneficie ese modelo de país.
Pero si resulta una quimera que Milei sea otro, transformado por la felicidad de un triunfo electoral que confirme que la mayoría de los argentinos desean acompañarlo e interprete ese nuevo mandato social sin soberbia despertándole un ánimo conciliador y consensualista, igualmente quimérico aun es esperar un claro triunfo de LLA en octubre, cuando las encuestas lo dan perdedor en las tres provincias con mayor número de votantes: Buenos Aires con 14 millones, Córdoba y Santa Fe con 3 millones cada una.
En los distritos electorales donde se pronostica un triunfo del oficialismo, como la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Mendoza y Entre Ríos, será en alianza con ex Juntos por el Cambio encabezando las listas, haciendo que los legisladores que surjan electos se puedan contar como aliados pero no como totalmente propios.
El peronismo en sus diferentes expresiones renovaría la misma cantidad de diputados y senadores que actualmente tiene, mientras que La Libertad Avanza aumentaría el número de los legisladores pero a costa del de sus actuales aliados o asociados, ahora más formalmente, por lo que la relación de fuerzas oficialismo-oposición no se podría modificar sustancialmente.
Y paradójicamente, tras las próximas elecciones, el PRO como primus inter pares del ex Juntos por el Cambio, jibarizado intencionalmente por los hermanos Milei, a pesar de su debilidad relativa podría aumentar su presencia en cargos ejecutivos en el gobierno con su gabinete reformulado, más por la existencia de cuadros técnicos y de experiencia en la administración pública desarrollados en sus tres gobiernos porteños y su gobierno nacional, algo de lo que LLA carece.
Quizá también el PRO, por sus vinculaciones con sus exaliados radicales, pueda proveer la capacidad de negociar con gobernadores y legisladores no kirchneristas, predisposición y conocimiento de los que Javier Milei carece. Tácitamente esa sería la expectativa del Fondo Monetario Internacional y del Tesoro norteamericano: que más allá de la continuidad de Javier Milei en el poder real o formal hasta 2027, y más allá de esa fecha, la mantención de la base ideológica de su programa sea continuada por la centroderecha, con gente más sensata y racional que los libertarios.
El otro sector de centro que cuenta con cuatro técnicos para garantizar operatividad en un gobierno es el cordobesismo, que entre las exitosas gobernaciones de De la Sota, Schiaretti y ahora Llaryora acumula un cuarto de siglo de formación de cuadros administrando el 10% del producto bruto del país y más del 15% de sus exportaciones.
Pero mientras la expectativa de eventuales cuadros del PRO ordenando la segunda mitad del mandato de Milei son para el 27 de octubre, las del cordobesismo y las de Provincias Unidas y sus vertientes porteño-bonaerenses de peronistas antikirchneristas y radicales antimileístas tienen como puerto las elecciones presidenciales de 2027.
Y finalmente el único que ya ganó en septiembre, lo que le permite jugar simultáneamente los dos 27, es el peronismo porteño-bonaerense, con Kicillof como líder con mayor visibilidad presidencial y Sergio Massa siempre expectante, como otro aportante de cuadros con experiencia de la administración pública.
El peronismo cumplirá la doble función de control legislativo como primera minoría pura en el Congreso y control territorial de la provincia, desde donde, con mayor potencia, se confronta con el gobierno nacional en el tránsito del 27 de octubre a las elecciones de octubre de 2027.
Otras perspectivas esotéricas tienen en el número 27 también resonancias inquietantes: en el tarot que practica Karina Milei no es una carta única, pero se asocia con la culminación de ciclos; en astrología, “un grado 27 es crítico y poderoso, señalando el dominio de una lección de vida”; y en numerología, además de la citada referencia a la culminación de ciclos, también se lo asocia con la unión de la energía del 2 (equilibrio, diplomacia) y el 7 (introspección, iluminación), más lo que representa la suma de ambos números, el 9 (plenitud, compasión).
Faltará ver cómo interpretan las señales de las fuerzas del cielo a Javier y Karina Milei y cómo operan las cruciales semanas próximas. Mientras tanto, la economía real sigue generando deterioro.