
Inesperado, el anuncio del ministro de Economía Luis Caputo sobre la baja de los Derechos de Exportación para el complejo soja y para el maíz, el trigo, cebada, sorgo y girasol fue interpretado por productores y entidades rurales como una buena señal para la producción agropecuaria.
Aunque los porcentajes son exiguos —entre 1% y 2%— constituyen un paso más en el camino hacia la eliminación total que el propio presidente Javier Milei prometió durante la campaña electoral de 2023. Nunca fijó una fecha específica, pero sí denunció el carácter distorsivo del tributo.
El interrogante es si la medida influirá en la siembra de soja de segunda o en la del maíz tardío. Según testimonios de productores consultados por LA NACION, no habrá cambios, pero los especialistas del mercado consideran que uno de los propósitos de Caputo es lograr una mayor producción de soja para 2026, dado que las estimaciones indican una caída del área respecto del ciclo pasado.
Otros observadores interpretaron que la modesta reducción busca incentivar la liquidación de la cosecha aún no vendida, luego de la fuerte venta de septiembre pasado cuando la ilusión de las retenciones cero se esfumó en apenas tres días.
Públicamente, hasta antes del anuncio, los exportadores sostenían que no había nada que indicara que el Gobierno estuviera a punto de anunciar una baja de las alícuotas de los DEX. El foco estaba en la agenda de reformas —laboral e impositiva, entre otras— y en el sostenimiento del superávit fiscal. Tampoco, decían, había indicios en el Presupuesto. El análisis no era incorrecto: todo parecía indicar que el titular de Economía “había bajado la persiana” para el campo, al menos hasta 2025. No fue así y el anuncio fue bien recibido.
Más allá de las interpretaciones, lo evidente es que hay un desfase entre los tiempos que elige Caputo para concretar las bajas y los momentos biológicos de los cultivos. Una reducción de alícuotas al comienzo de la campaña gruesa puede impulsar la expansión del área y una mayor inversión en los paquetes tecnológicos. Con márgenes tan estrechos, una menor presión impositiva puede hacer rentable a un producto que, semanas atrás, no lo era.
Otro punto que destacan varios expertos es que estas reducciones sorpresivas pueden postergar las decisiones de venta de los granos. En definitiva, es el efecto contrario al que, se supone, un ministro de Economía quiere lograr.
La mayor parte de las entidades del agro le propone al Gobierno un cronograma de baja de los DEX que permita planificar la siembra. Las autoridades económicas, en cambio, parecen querer asegurar una porción de la recaudación fiscal que no esté sujeta a los vaivenes de la actividad. Existe la tentación, para cualquier ministro de Economía sin reparar en su signo ideológico, de echar mano a los recursos que provienen del campo porque son sencillos de recaudar. En el caso de la actual administración, además, está claro que el criterio es cuidar la caja a rajatabla. Esto permite que la estabilidad macroeconómica avance paso a paso, pero tiene la desventaja de que la presión tributaria sobre los sectores productivos disminuye muy lentamente.
Gran cantidad de camiones esperan para descargar trigo en la terminal portuaria de Rosario, ubicada en la zona oeste de la ciudad, tras registrarse una cosecha récord de este cereal. Marcelo Manera – LA NACION
En los diferentes cultivos, el impacto puede ser dispar. Más allá de la modestia de los números de la baja, el complejo soja presenta las alícuotas más bajas de los últimos 19 años, según apuntó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) y resaltó el propio Caputo. Si cede la tensión comercial entre los Estados Unidos y China y el mercado se estabiliza, la oleaginosa puede encarar un panorama más auspicioso. Más allá de otra súper cosecha brasileña, la Argentina tiene todas las oportunidades abiertas para mejorar su competitividad. El maíz, por otra parte, se encamina a una muy buena campaña, si no hay sorpresas climáticas, a pesar de los pronósticos de un eventual regreso del fenómeno Niña a partir del mes próximo.
La supercosecha de trigo abre otros desafíos: qué estrategia adoptar en el mediano plazo dada la posición de la Argentina en el comercio internacional, que hoy tiene a Rusia como protagonista central. ¿Se buscan nuevos mercados, se apunta a la proteína, se discute la segregación? En definitiva, son interrogantes propios de una actividad en crecimiento y no de una que esté en retroceso. Es lo que sucede cuando el país entra en la normalidad.

