
La nave amenaza con hundirse antes de tiempo. Tras los negros nubarrones se percibe la ominosa presencia del iceberg al que se dirige con pertinacia el Presidente. Se trata de impedir que otro oleaje la desborde, como ocurrió con la elección de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, la generosidad no está en el ADN de la gran potencia capitalista del Norte, y mucho menos en la actual fase de pérdida de poder frente a los otros polos que se han ido constituyendo. Aquello de “los apoyaremos todo lo necesario” al decir del poderoso Mr. Bessent, al que ahora se lo ve como yanqui en la neblina desdiciéndose de un día al otro, va entrando en una zona de confusión y relativismo. Como ejecutor trumpista del “caso argentino” está atrapado en su propio laberinto. Compelido a sostener a su gobierno aliado del Continente, ya que la relación con los otros dos grandes países, Brasil y México, se encuentra en su peor momento. Así las cosas, el Gobierno debe asumir que el salvataje de mentas, incluiría condicionamientos políticos y económicos imperativos: las corporaciones norteamericanas deberán gozar de más preferencias aun en las licitaciones del Estado, lo cual en buen romance significa asegurarse que los grandes negocios serán para ellos. Se deberán cortar las relaciones comerciales con China, lo cual afectaría severamente a diversos núcleos productivos locales. Exigen también liberar el mercado de cambios, o sea, que el dólar flote libremente, lo que implicará otra devaluación, solo que no sería decretada por el Gobierno; sino por “el juego competitivo” de los operadores financieros. Esta resolución, obviamente, hará que los precios se disparen, generando un nuevo despojo a los ingresos de los trabajadores. Reclaman además una medida de carácter estratégica, que se veía venir a partir de los sucesivos viajes de jefes militares norteamericanos a Tierra del Fuego: se proponen instalar una base militar extra OTAN en Ushuaia, que sirva como punto de abastecimiento para submarinos nucleares y centro logístico con proyección Antártica.
Por su parte, el establishment se vio obligado a salir del lugar brumoso en el que se siente cómodo manejando a sus marionetas: ahora el gran chef es Mr. Bessent. Lo acompaña la amalgama política comunicacional y de negocios del gran empresariado local de empresas nativas y extranjeras. Todos fugadores crónicos, incluyendo a las diez grandes exportadoras de granos, mayoritariamente foráneas, que vienen de hacer su gran agosto en pleno septiembre: en un pase de manos ganaron 1500 millones de dólares, equivalentes a varios presupuestos para los discapacitados y el Hospital Garrahan. Faltan los grandes industriales de la UIA subordinados a la hegemonía de Paolo Rocca, quienes vienen haciendo silencio por razones ideológicas en su afán antipopulista; a pesar de que el sector que dicen representar viene en caída libre, no son solo las cientos de miles de pequeñas empresas, sino también las medianas y grandes. La bancarrota de la dupla Milei – Toto Caputo resulta imparable: comenzando por la crisis social, que generó resistencias y luchas muy importantes; corrupción generalizada, aislamiento y sucesivas derrotas parlamentarias y, como ya ocurrió en las anteriores versiones del mismo plan económico, reservas que se agotan y fugas imparables de capitales. Por su parte, el FMI aparece perdido en su subordinación al hegemonismo implacable de Trump. Su Directora Kristalina reclama patéticamente que “no descarrile en los votantes la voluntad de cambio”. O sea que el electorado vote contra sí mismo y no registre el desastre del gobierno, que afecta cotidianamente la vida de las grandes mayorías, tanto de los sectores humildes como de las clases medias. Los medios hegemónicos ya no pueden repetir la maniobra vulgar de pronosticar “empate técnico” con Fuerza Patria para mantener viva la expectativa a favor del gobierno nacional. Ahora procuran limpiar la gestión de Milei de sus “impurezas”, para que sobreviva como sea, en el afán de recomponer la gobernabilidad de sus negocios, rearmando una alianza con los restos del macrismo y de otras derechas dispuestas a quedarse en el barco, aunque todos vacilan ante la evidencia de que la nave está escoriada. Con ese propósito, el establishment, en su exigencia de racionalidad política, induce a Milei a que haga las paces con Macri, tras lo cual “el jubilado al que solo le interesa el negocio de la hidrovía”, volvería a ser un socio político principal. Claro que el calabrés viene de ser despreciado por el Presidente y su hermana, e incluso vaciado de varios de sus cuadros más destacados; quienes no trepidaron en tomar la garrocha y pegar el salto. En suma, intentan superar el impacto destructivo del efecto Espert ante la opinión pública con un pase de magia: adiós efecto Espert, hola efecto Bessent, esperanzándose en un pensamiento insólito: “billetera mata populismo”. Veremos entonces si los votantes de Palpalá, Río Grande, Berazategui, Tucumán, Avellaneda, Rosario o Villa Lugano definen el sentido de su voto influidos por las dulces palabras que tuitea Mr. Bessent.
Como vemos, el supuesto axioma de que los núcleos del poder económico siempre tienen una alternativa ante una posible crisis política muestra sus limitaciones. Las crisis, cuando se van transformando en orgánicas e integrales, horadando su legitimidad ante la ciudadanía, se tornan incontrolables, muy particularmente cuando el líder que construyeron va mutando, degenerando en un Frankenstein ensimismado en sus alucinaciones y misticismos. El manejo patético del caso Espert es una muestra descarnada de esa conducta.
Pero hay más: el “dialoguista” jefe de Gabinete Francos tomó la gravísima decisión en términos sociales y humanos y, principalmente en un sentido institucional, de no asignar el presupuesto para discapacidad, como lo estableció el Congreso luego de rechazar el veto presidencial. Se trata de un acto antidemocrático e ilegal. Le corresponde obligatoriamente a la Corte Suprema defender la Constitución Nacional y el estado de derecho. Cabe preguntarse si cumplirá con ese propósito u optará por eludir su responsabilidad ante un acontecimiento tan fragante en términos institucionales y tan sentido por la ciudadanía.
Del lado del pueblo, vale la pena escuchar el consejo del arzobispo García Cuerva: “No nos dejemos ganar por la impotencia del no se puede”.
* Secretario General del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”