
Más allá de los vaivenes de precios de esta semana, los resultados económicos del feedlot son preocupantes. En esos sistemas de engorde a corral, la relación de compraventa vigente en los últimos meses —del orden de 1,30 a 1 entre el ternero para invernada y el novillo gordo— dificulta producir animales muy livianos. Esa ecuación, desfavorable para el engordador, obliga a prolongar el período de encierre y a reorientar la producción hacia novillos más pesados.
En los últimos años, el 85% de los corrales producía novillitos destinados al consumo interno y el 15% a la exportación. En 2025, Juan Eiras -feedlotero de Brandsen y San Vicente- estima que “esa distribución pasará a 70% para el consumo interno y 30% para la exportación, lo cual inevitablemente impactará en la oferta de carne”. El efecto principal será un faltante de novillitos livianos en los próximos meses. “El animal de 300-330 kilos, que se terminaba en tres meses, no estará disponible en los tiempos programados; el ciclo del corral se extenderá al menos dos meses y requerirá otros cinco más para la recría, con el objetivo de alcanzar los 450-480 kilos”, adelanta Eiras.
El nuevo modelo permitirá obtener más kilos de carne a largo plazo, pero a mediano plazo provocará un bache de oferta que reducirá la disponibilidad de carne para los matarifes y frigoríficos que abastecen al mercado interno. “Se trata de una transición: el sistema de engorde a corral está migrando de un esquema de producción de novillitos livianos hacia otros más pesados, lo que ralentiza el ciclo productivo y puede generar un nuevo escalón en los precios a fines de 2025 o comienzos de 2026”, anticipa el empresario. Además de la relación de compraventa desfavorable, el impulso al novillo pesado se sustenta en los buenos precios internacionales de la carne vacuna y en la probable aprobación de una cuota de exportación hacia Estados Unidos, lo que lo convierte en un objetivo estratégico para muchos engordadores.
Por su parte, los invernadores pastoriles que compran terneros a 4500$/kg, más gastos y comisiones, seguramente aprovecharán la abundante disponibilidad de pasto que hay en casi todas las zonas, en vez de acelerar el engorde mediante suplementación intensiva o un encierre prolongado. “Buscarán diluir los costos de alimentación”, proyecta Eiras.



