
Un exceso de oferta en el mercado interno y la abrupta caída de los precios llevaron a que muchos productores dejaran pudrir la papa en el campo. El valor de la bolsa de 18 kilos pasó de $3000 el año pasado a $1500 en 2025, un precio que no cubre los costos de producción. La inversión por hectárea en la última campaña estuvo entre los US$7500 y US$8000, y con los ingresos actuales apenas se recupera cerca del 20% de esa inversión. La entidad que nuclea a los productores estimó que un agricultor medio con 100 hectáreas perdió este año alrededor de US$640.000 y anticipó una reducción del área sembrada para la próxima campaña.
Ezequiel Martínez, asesor de productores en el sudeste bonaerense, señaló que en esta última campaña se registró un exceso de oferta en el mercado. “No hubo precio y no había compradores, porque había exceso de papa en el mercado”, señaló. Varios productores dejaron lotes sin cosechar porque “no les da el número”. Una hectárea puede rendir unas 3000 bolsas, que al valor anterior representaban cerca de $9 millones, pero con el precio de hoy el negocio cayó y ronda los $4,5 millones.
Los costos de producción se ubican entre US$7500 y US$8000 por hectárea
Según señaló a este precio no le conviene a nadie. Ni al productor ni a la industria. “Solo al verdulero, que no gasta un mango”, resumió. En el campo, una bolsa grande de 18 kilos de papa se paga 1500-1600 pesos, mientras que en las verdulerías una pequeña de 2 o 3 kilos cuesta lo mismo.
En el país existen dos grandes mercados de papa: la de consumo en hogares, que viaja del campo a las verdulerías y supermercados, y la industrial, que compran empresas procesadoras para elaborar papas fritas industriales. Sin embargo, este año tampoco se están cumpliendo los contratos, por una cláusula que le imponen a los productores: “Te compran solo el 50 o 60% y el resto no te lo levantan”, indicó Martínez. Dado que la papa industrial no sirve para consumo, el excedente comenzó a venderse informalmente en las rutas bajo la etiqueta “para papa frita”.
A los problemas de mercado se sumaron condiciones climáticas adversas, como el exceso de lluvias que “hizo que la papa se empezara a pudrir bajo tierra”. En muchos casos, la cosecha fue parcial o directamente se abandonó el cultivo. Desde el punto de vista agronómico, Martínez explicó que la papa que queda en el suelo se descompone y devuelve nutrientes, aunque “la gran cantidad de papa remanente complica la rotación de cultivos”, ya que los productores deben esperar a que brote y aplicar herbicidas antes de sembrar, por ejemplo, girasol.
Los productores no están levantando la papa de los campos ante los altos costos
Alfredo Pereyra, presidente de la Federación Nacional de Productores de Papa (Fenapp) señaló que “se está cargando todavía bastante papa, pero la pérdida es muy grande”. Explicó que, además de lo que directamente se da por perdido, “no se ha recuperado ni el 20% de la inversión realizada”.
Para graficar la situación, indicó que un productor medio con 100 hectáreas destinadas al mercado pierde este año alrededor de 640.000 dólares. “Si invertís unos 8000 dólares por hectárea, son 800.000 en total, y si apenas recuperás el 20%, la pérdida ronda los 640.000 dólares”, calculó.
En tanto, Mario Raiteri, productor de papa, secretario de Coninagro y vicepresidente de la Fenapp, advirtió que va a “reducir el área de siembra para esta campaña, porque la ecuación económica es mala y la financiera, con tasas del 60 al 80%, es imposible de sostener”.
Rateri, contó que debió dejar un 10% de la superficie sin cosechar, aunque hay productores que abandonaron entre el 30 y el 50% de sus lotes, esperando una mejora en los precios que nunca llegó. “Muchos esperaban que alguna zona fallara para que se recuperara el precio, pero eso no ocurrió”, señaló.
Así está la papa tirada en el campo
La sobreoferta se originó en buenas cosechas generalizadas y un retroceso en la demanda interna. “Hoy la papa vale casi un 50% menos que el año pasado. Pero el que tiene plata no come dos kilos más porque sí, y el que no tiene trabajo, directamente no la compra”, explicó. Agregó: “El costo argentino es muy alto y el tipo de cambio fue poco competitivo durante casi toda la cosecha”.
Raiteri remarcó que la situación económica y climática generó pérdidas severas y abandono de lotes en diversas regiones productoras, entre ellas Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Mendoza, Río Negro, Santa Fe, Catamarca y Jujuy. En total, el país mantiene una superficie estable de entre 90.000 y 100.000 hectáreas, con rendimientos de 35 a 70 toneladas por hectárea, según la zona. La provincia de Buenos Aires concentra cerca del 50% de la producción nacional.
Los productores y asesores prevén que a partir de este escenario para la próxima campaña se reducirá la superficie sembrada. “Va a bajar la superficie porque enterrar plata así no conviene”, dijo Martínez. A su vez, advirtió que la menor oferta podría generar una nueva suba de precios, pero en la próxima campaña, en un ciclo repetido de sobreproducción y escasez.
La solución, coincidieron, es que la Argentina desarrolle una línea de exportación para equilibrar el mercado y evitar nuevas crisis de sobreoferta. No obstante, la papa fresca es difícil de colocar en el exterior porque “el 80% del producto es agua, y se paga flete sobre agua”. En cambio, los prefritos congelados y la papa semilla —que implican mayor valor agregado y conocimiento tecnológico— sí encuentran mercados externos, especialmente en el sudeste asiático y Europa.
“Saber que queda alimento en el campo, mientras hay gente que no puede comer, es realmente muy triste. Muchos productores más chicos no van a poder volver a sembrar y directamente van a desaparecer. La papa es el tercer alimento más importante del mundo, después del trigo y el arroz. No se trata solo de un negocio: es alimento. Y ver que queda en el campo, sin poder cosecharlo, es lo más doloroso de todo”, sintetizó Raiteri.