
En el país, el 75% de la producción de arveja es de la variedad verde y el 25%, amarilla; en el comercio global ocurre lo contrario: el 80% corresponde a la arveja amarilla, liderada por Canadá, Estados Unidos y Rusia, principales abastecedores de China. Frente a esa asimetría, los productores argentinos intentan ganar terreno en un mercado concentrado y muy competitivo. Una compañía argentina busca romper esa hegemonía.
En los últimos doce meses, de noviembre de 2024 a octubre de 2025, Elementa Foods exportó 14.000 toneladas de arveja a India y 2000 toneladas a China, entre otros mercados. La empresa procura consolidar una nueva etapa en la internacionalización de la arveja verde, un cultivo que gana espacio como alternativa en las rotaciones agrícolas y como fuente de proteína vegetal.
“Hoy estamos desarrollando el mercado de legumbres a nivel internacional, especialmente en el sudeste asiático y China, donde el consumo de proteínas vegetales crece a gran velocidad”, explicó Martín Schon, director comercial de la compañía, que opera en la Argentina, Chile y Uruguay. La firma nació hace seis años por un grupo de amigos que se conocieron en Dreyfus y se asociaron con el fin de trabajar en la cadena de proteínas alternativas y aceites especiales.
Tras enviar arveja amarilla en 2022 y 2023 a China, ahora buscan consolidar su ingreso con la variedad verde a ese destino
Schon recordó que el vínculo comercial a nivel país con China comenzó a gestarse en 2017, cuando se firmó el protocolo fitosanitario que habilitó la exportación de arvejas desde la Argentina. Desde entonces, según detalló, la evolución para potenciar la producción fue constante.
Este año, el crecimiento fue “drástico”, según Schon, y la cosecha, que comenzará en los próximos días, podría marcar un nuevo récord. “La producción de arveja verde en Argentina va a llegar casi a posicionar al país como el segundo productor mundial, con cerca de 400.000 toneladas entre arveja verde y amarilla”, detalló.
El gigante asiático es uno de los mayores consumidores de arvejas del mundo. La arveja amarilla concentra su uso en la industria de proteínas vegetales, que separa proteína, almidón y fibra para la elaboración de productos alimentarios y suplementos. “Históricamente, ese mercado fue abastecido por Canadá, pero en los últimos años Rusia comenzó a desplazarlo. La Argentina aún está en una etapa inicial, pero vemos un enorme potencial si logramos crecer en superficie sembrada y mejorar en calidad”, anticipó.
La arveja verde se destina principalmente al consumo humano directo, que puede ser congelada, enlatada o incluso frita, ya que en Asia es común su consumo como snack. “Encontramos muy buena recepción por parte de los importadores chinos hacia la arveja verde argentina”, afirmó. A nivel productivo, la Argentina necesita seguir trabajando en genética, calidad, proceso y producción a campo para que la mercadería alcance los estándares que exige ese mercado, históricamente abastecido por Canadá.
Martín Schon: “Encontramos muy buena recepción por parte de los importadores chinos hacia la arveja verde argentina”
Para alcanzar esos estándares, contó que el sector local viene incorporando mejoras tecnológicas en todas las etapas. Destacó cuatro ejes de trabajo: genética, producción a campo, proceso industrial y desarrollo comercial. En genética, dijo que ya hay “un montón de variedades nuevas” adaptadas a distintos destinos.
En la etapa industrial, varias plantas incorporaron maquinaria de selección colorimétrica de origen chino, que permite clasificar los granos por color y tamaño, para eliminar los granos defectuosos. “China exige mercadería muy uniforme en color y tamaño. Las nuevas zarandas y calibradoras permiten ofrecer un producto más homogéneo”, detalló.
El 75% de la producción en el país es de arveja verde y el 25% amarilla
Mientras tanto, contó que del lado comercial, el desafío es construir relaciones de largo plazo. “Queremos que sea un vínculo sostenible, no una oportunidad coyuntural derivada de las tarifas entre China, Estados Unidos o Canadá. Buscamos que la Argentina se consolide como proveedor de calidad en el tiempo”, resumió.
La Argentina mantiene una ventaja estructural frente a otros países competidores a nivel mundial. Acá se da la posibilidad de hacer dos cultivos en un mismo lote en el año. La arveja, que se siembra en invierno, puede preceder a un maíz o una soja, lo que permite aprovechar el aporte de nitrógeno y amortizar los costos productivos. “A diferencia de Rusia o Canadá, donde la arveja compite con cultivos de verano como la canola o el girasol, acá se integra como parte de un sistema de rotación que mejora la rentabilidad global del campo”, describió.
El sector local viene incorporando mejoras tecnológicas en todas las etapas
La desventaja es la coyuntura: “Hay sobreoferta global, precios bajos y costos altos en dólares. Nos volvimos menos competitivos frente a otros países, y los márgenes brutos del agro en general están muy ajustados”, admitió.
Pese a eso, sostuvo que es el momento de hacer más eficiente la producción y “seguir invirtiendo”, porque las legumbres son una alternativa que gana relevancia a medida que los consumidores y las industrias demandan más proteínas vegetales.
La firma procesa y comercializa entre 28.000 y 30.000 toneladas anuales, con destino tanto al mercado local como a la exportación. Trabaja bajo un esquema asociativo con más de 60 productores distribuidos en Buenos Aires, La Pampa, Tucumán, Salta y Santiago del Estero. “Producimos las semillas, las vendemos, asesoramos durante el cultivo y luego el productor nos entrega el grano que procesamos y exportamos. Es un sistema integrado que formaliza la cadena”, dijo.
Trabajan con un esquema asociativo con más de 60 productores en varias provincias
Esa formalización, que hasta hace pocos años era una deuda pendiente del sector, se aceleró. “La cadena de las legumbres solía ser bastante informal, pero ahora la demanda internacional exige documentación, trazabilidad y certificaciones. Eso está profesionalizando a todo el sistema”, aclaró.
La compañía también produce garbanzos, maíz pisingallo, girasol y distintos tipos de porotos. También desarrolló harinas, concentrados y texturizados proteicos a base de legumbres, lo que le permite integrar toda la cadena, desde el campo hasta el consumidor final.
El año pasado, la empresa hizo la primera exportación de arveja amarilla a granel a India, un mercado históricamente cerrado a las importaciones. “Fue un paso enorme para la cadena. Participamos junto a productores, exportadores y el agregado agrícola argentino en India. Este año el objetivo es repetir la experiencia, pero con destino a China”, anticipó.
Resaltó que, si bien no ayuda el contexto del país, es el momento de hacer más fuerza. “Las empresas del sector estamos invirtiendo, abriendo mercados y mostrando lo que la Argentina puede ofrecer”, afirmó. China no es solo una oportunidad comercial, sino una estrategia de posicionamiento global, apuntó.
La empresa hizo la primera exportación de arveja amarilla a granel a India




