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Domingo, 4 de agosto de 2019

Se aleja el balotaje (Bordet en el armado de Alberto Fernández)

Se aleja el balotaje (Bordet en el armado de Alberto Fernández)

Existen a una semana de las PASO diagnósticos contrapuestos.El Gobierno menciona una creciente paridad. Es lo que refleja el mayor númerode las encuestas que se hacen públicas. La consultora PXQ, que conduce eleconomista Emanuel Alvarez Agis, ex viceministro de Axel Kicillof, realiza unaactualización semanal de sondeos y los promedia. Muchos objetan el rigor dedicha metodología. Nadie conoce tampoco el rigor de cada uno de los trabajosindividuales que se toman como válidos. Lo cierto es que aquella mediciónconcede casi 39% a la fórmula de los Fernández contra 36% de Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto.

Esa ventaja coincidiría ahora con las previsiones que sebarajan en las esferas oficiales. Allí insisten con la mejoría indetenible perolenta de la imagen y la gestión presidencial. Nadie arriesga, sin embargo, queJuntos por el Cambio pueda llegar el próximo domingo a invertir la tendenciadominante. Pero tal proximidad, a priori, los colocaría en estado de buenacompetitividad pensando en octubre. El oficialismo es prudente. Lo ha sidosiempre, incluso en las vísperas de cada victoria. ¿Por qué razón cambiarahora?

La visión asoma bien distinta en el comando kirchnerista. Seadvierte un rasgo común de los bandos en pugna: tampoco en la oposición parecendispuestos a hacer ninguna alharaca pública. Pero blanden cifras que difierende un escenario de extrema paridad. Poseen dos registros: las encuestastelefónicas conceden a Alberto y Cristina Fernández una diferencia de entre 5 y7 puntos. Los sondeos hechos de manera presencial estiran la brecha hasta 10 y12 puntos. Con discreción, consideran que estarían dadas las condiciones paraconcluir la elección en la primera vuelta. Es decir, suponen que alcanzarían ellímite de 45% en octubre.

Todos, sin excepción, atesoran un manojo de dudas porque, almargen de la polarización evidente, los trabajos deben ser realizados sobre uncuerpo social de constante volatilidad. Con rasgos repetidos: el descrédito dela clase política, el mal humor por la crisis económico social, la incredulidaden torno a que, más allá de la elección de algún candidato, la situación de laArgentina pueda mejorar de verdad en un plazo prudencial. Habría otro datollamativo corroborado por el oficialismo y la oposición: la marcada renuenciade la gente a contestar. El directivo de una de las tres encuestadoras másconocidas confesó: “Hay que hacer un barrido de entre 20 y 30 personas paraobtener una respuesta certera”.

También los consultores coincidirían en otro par de asuntos.Las PASO parecerían ya consolidadas como una primera vuelta. La polarizaciónentre Macri-Pichetto y los Fernández nunca baja del 80% de los consultados. Enlos muestreos auspiciosos Roberto Lavagna- Juan Manuel Urtubey apenasalcanzarían a orillar dos dígitos. Resulta previsible que esa propensión de lasdos fórmulas se acentúe en octubre. Se alejaría entonces la posibilidad de unadefinición en el balotaje.

La provincia de Buenos Aires volverá a ser factordeterminante. Como sucedió en 2015 cuando el sorpresivo éxito de María EugeniaVidal catapultó al Presidente. Quien gane la gobernación del principal distritoelectoral inclinará la balanza en favor de Macri o de Alberto. Nadie visualizacon los datos en la mano la posibilidad de una alquimia: que Buenos Aires puedallegar a tener un signo político distinto al que termine imperando en el planonacional.

Esa resolución representa todavía un gigantesco enigma.Porque muchas variables estadísticas se entrecruzan. Sólo existe unacorroboración: Cristina continúa conservando una elevada intención de voto. Lafórmula con Alberto no ofrecería en ese territorio ninguna vulnerabilidad. Encambio, se advertiría una pequeña brecha entre la ex presidenta y Kicillof. Poresa razón están sucediendo dos cosas: Cristina ha comenzado a criticar más aVidal que a Macri. Sus últimas presentaciones de campaña, incluida la de ayeren Malvinas Argentinas, sucederán únicamente en el Conurbano.

El macrismo ha empezado a obrar sobre esa realidad. Dehecho, en sus laboratorios electorales existe una constatación: Vidal podríabeneficiarse con alrededor de 2 puntos de corte de boleta de bonaerenses queoptarían por los Fernández y ella. Otro tanto esperaría quizás de los votantesde Lavagna y José Luis Espert. Ni así alcanzaría a compensar los 6 o 7 puntosde base que Cristina le arranca todavía de ventaja a Macri en Buenos Aires.

La gobernadora decidió afincar gran parte del último tramode la campaña en el interior de la Provincia. En las grandes ciudades que en2015 y 2017 apuntalaron las victorias del Gobierno. Pero los escenarios afloranallí con una marcada complejidad. Vidal estuvo casi un día y medio en Mar delPlata. También permaneció en Bahia Blanca. La consultora ARESCO fotografió enesa urbe un teatro que se repite en otros lugares de Buenos Aires. Macri poseeuna intención de voto de 41,6% contra 35,3% de Alberto. Vidal reúne el 53,9%contra el 30,8% de Kicillof. Para intendente, el postulante de Juntos por elCambio (Héctor Gay) junta 44% contra el 34,9% del rival del Frente de Todos(Federico Susbielle). Entre la gobernadora y el Presidente existiría unadiferencia de más de 12 puntos. ¿Quién arrearía a quién? La incidencia de lafigura presidencial acostumbra a ser la más potente.

Vidal se topó la última semana con otro obstáculo. Despuésde mucho tiempo, aún con desprolijidades, Alberto logró introducir en lacampaña la agenda económica. Algo que, pese a la insistencia, no habíaconseguido Kicillof. La gobernadora venía machacando con la lucha contra elnarcotráfico y las mafias. Además, con la obra pública. Medallas de su difícilgestión. Se vio obligada a responder sobre la pobreza y el desempleo, quederivan de políticas del Gobierno nacional. Frente a las cuales poseería menosargumentos. No resultó una casualidad que a su lado apareciera de repenteMartín Lousteau. El ex ministro de Economía es candidato a senador por laCiudad en la lista de Horacio Rodríguez Larreta.

Aquel mismo trabajo de ARESCO descubre las principalesdemandas de la sociedad bonaerense en la hora de elecciones: la situacióneconómica, por lejos, primero. Después la educación y la salud. Más atrás lacorrupción. En cuarto y quinto orden, la obra pública, la inseguridad y elnarcotráfico.

El Gobierno conoce que, en el mejor de los casos, no tendráuna oferta económica superadora a la de ahora para llegar hasta octubre. Laestabilidad cambiaria se conserva. No hubo estremecimientos pese a la irrupciónde Alberto con las propuestas sobre las Leliq (Letras de Liquidación) y lasmenciones a un dólar subvaluado. También ayuda el acicateo al consumo con losplanes en cuotas. Las cifras del Ahora 12 vienen escalando de modo llamativo.Representaron en mayo $ 7 mil millones y en junio $30 mil millones. Lasproyecciones para este mes la ubican en $40 mil millones. Tendría vínculo conel repunte de las expectativas generales y el Indice de Confianza delConsumidor (+11.2% en junio) que mide la Universidad Di Tella.

Esa fragilidad económica es la gran fortaleza de Alberto yCristina. Aunque en el afán por exprimirle rédito político emergierondisonancias entre ellos. La ex presidenta comparó el auge de las segundasmarcas alimenticias en la Argentina con la crisis humanitaria en Venezuela,donde ni existen las segundas marcas. Creyó hacerle un favor al candidato, altomar una tardía y leve distancia con el régimen de Nicolás Maduro. Quizáporque antes lo habían hecho el ex presidente de Uruguay, José Mujica, y elmandatario de Bolivia, Evo Morales. También con mucha demora, Alberto debióaclarar que la situación venezolana no es equiparable a la de nuestro país. Laúltima consonancia tendría una explicación: el lapidario informe de MichelleBachelet, como Alta Comisionada de la ONU, sobre los asesinatos en la nacióncaribeña dejó sin margen a la histórica postura kirchnerista.

El candidato K pretende monopolizar el discurso en la rectafinal de la campaña. Supone que constituye la manera práctica para que algunaliebre no se escape dentro de una fuerza con pensamiento heterogéneo eimpreciso. La Cámpora transita en silencio. Alberto intenta solidificar suestructura interna respaldándose en los gobernadores del PJ. Incluso conaquellos que resultan esquivos, como Juan Carlos Schiaretti, de Córdoba.

El candidato ungió como virtual coordinador del sistema aJuan Manzur. Es el gobernador de Tucumán que obtuvo la reelección con unapaliza contra su ex socio, José Alperovich. Paradojas: Cristina hubierapreferido el regreso al poder provincial de este último. Manzur suele pivotearcon otro trío clave: Omar Perotti, que asumirá en Santa Fe; Sergio Uñac, de SanJuan y Gustavo Bordet, de Entre Ríos.

Los gobernadores peronistas asoman más embalados que elpropio Alberto con el horizonte de un regreso al poder. Indagan hasta en losnombres que el candidato tendría en carpeta para un supuesto gabinete. Ningunode ellos habla en estos tiempos con Cristina. El candidato les recomiendaconcentrarse solo en la elección.

Aquellos mandatarios no son los únicos prematurosentusiastas. Un dirigente de talla desocupado, que no coló en ninguna de laslistas bonaerenses, se cruzó con el candidato K para hacerle una propuesta. Unareformulación de la Cancillería para vigorizar a futuro la política exterior.Alberto escuchó con paciencia y dejó boyando el plan. Su portador fue DanielScioli. Siempre está.

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