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Miércoles, 22 de octubre de 2025

Santiago Caputo y Karina Milei firman una tregua para enfrentar en conjunto a Mauricio Macri

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Santiago Caputo y Karina Milei firman una tregua para enfrentar en conjunto a Mauricio Macri

Desde hace días la Casa Rosada dejó de ser un edificio de Gobierno y se convirtió en un quirófano clandestino. El blanqueamiento de Javier Milei sobre los venideros cambios de gabinete habilitó un sinfín de especulaciones internas sobre el futuro esquemático del Gobierno y los nombres propios que seguirán al lado del León. En el fondo, asoma la perturbadora sonrisa de Mauricio Macri.

Con Guillermo Francos y Gerardo Werthein como protagonistas indiscutidos de la semana, Karina Milei y Santiago Caputo, co-emperadores del Imperio Romano que se circunscribe al primer piso de Balcarce 50, sellaron una sorpresiva «pax augusta» que durará lo que tenga que durar, tal como duró la anterior.



Los socios mayoritarios del todavía vigente Triángulo de Hierro saben mejor que nadie que de la vigencia de uno, depende la supervivencia del otro. Por eso, desde hace un tiempo, ambos espadachines habilitan los roces, pero ninguno tira a matar.

Con el mantra de la sobrevida tatuado en la sien, el asesor y la hermanísima firmaron un pacto tácito de no agresión que les permita llegar al domingo con, al menos, un frente interno sin ebullir. Un comulgado gesto de buena voluntad después de toda la sangre que se llevó el río.

Lo que hasta hace semanas parecía una convivencia imposible entre el karinismo sintetizado por Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja; y el caputismo representado por Tomás y Manuel Vidal y Las Fuerzas del Cielo, ahora se volvió una realidad.

Unidos por la derrota

La encrucijada que significó la derrota bonaerense y la posterior expulsión de José Luis Espert de la arena libertaria -gracias a sus aceitados vínculos con el narcotraficante Fred Machado– obligó a los campamentos a forzar una concordancia que les permita, al menos, no seguir fabricando palos para su propia rueda.

Quienes participan de las reuniones semanales de campaña que protagonizan los equipos de trabajo de ambos espacios coinciden en que hay una armonía inédita en la relación. Las fuentes consultadas advierten que el temor de exponerse a una derrota de amplitudes inconmensurables apagó todos los focos de incendio que seguían vigentes.

Por eso, reconocen, desde hace tiempo que los bordes están bien delimitados y nadie se aventura a conocer terreno ajeno. Mientras Pareja se hace cargo de coordinar la fiscalización electoral, los celestiales se enfocan en el crecimiento digital y la instalación del discurso. Todo bajo la estricta supervisión de Karina y Caputo. Win-win.

La armonía, saben todos, es momentánea. El presidente confirmó que quiere un cargo formal para su asesor en el Gabinete, una aventura que, de concretarse, empujará a al gurú libertario a convertirse en un mero mortal. Por eso, hay quienes razonan que el silencio de Karina podría deberse a una espera estratégica que la mantiene agazapada, pero con la vista en su presa. 

La exposición inevitable que comenzará a tener el Mago del Kremlin libertario en caso de asumir lo despojará de toda protección que le brinda el anonimato. De consolidarse como jefe de Gabinete, el joven Caputo no sólo deberá asumir obligaciones institucionales que desprecia, también recibirá todo un paquete de responsabilidades a las que no podrá escapar.

Especialmente, en la justicia. Una noticia que contenta a más de un miembro del actual gabinete, incluida a la propia Karina, que dejará de ser la única miembro del triángulo -a excepción del presidente- en tener el peso de la ley sobre sus espaldas.

Unidad hasta que duela

Hay, sin embargo, una singularidad en este vínculo -que por momentos parece inhabitable- de la que ninguno de los dos protagonistas reniega: el deseo inquebrantable de alejar lo más posible a Mauricio Macri del epicentro del poder.

Los últimos acontecimientos empujaron a un sector del oficialismo a fantasear con la posibilidad de incorporarlo, pero el expresidente está lejos de ser bienvenido en las Fuerzas del Cielo con bombos y platillos. Sin embargo, los guiños autónomos del presidente, quien insiste en no descartar la posibilidad de sumar dirigentes del espacio amarillo al Gobierno, confunden a un Círculo Rojo que está a la espera de 

Macri quiere respuestas. Se lo hizo saber a Javier Milei en el último encuentro que tuvieron en Olivos, con la presencia estelar de Francos y Karina. Cuentan quienes tienen acceso a los pormenores de la gestión que Macri tiene la misma ambición que dejó entrever en el lejano Pacto de Acassuso, donde firmó en primera persona el apoyo del PRO a La Libertad Avanza en el balotaje.

En aquel momento, el padre de la criatura amarilla desplegó un pergamino de demandas de lugares estratégicos del organigrama estatal. Sólo fue contentado con las dos sillas del ministerio de Seguridad y Defensa para Patricia Bullrich y Luis Petri. Gusto a poco para quien quería adueñarse de la mitad de los despachos y conocía de antemano que ninguno de los elegidos para los cargos iba a responderle por mucho más tiempo.

El primer año de gestión libertaria estuvo marcado por la indisimulada apatía al macrismo duro. Desde fagocitar a sus más preciados dirigentes -con Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro como puntas de lanza-, pasando por el orquestado destrato mediático-digital para con el ex primer mandatario y hasta la insistente decisión de dejarlo afuera del negocio de la Hidrovía, nadie del oficialismo se atrevía a dudar del lugar que Macri debía tener. El año impar y las derrotas no forzadas cambiaron el rumbo de los acontecimientos.

El juego de Francos

La modesta performance electoral que La Libertad Avanza tuvo a lo largo del año desacató a los nunca amigos mercados que, como la oposición, olieron sangre. El tambaleo económico, que habilitó al Gobierno a huir detrás de las faldas de Scott Bessent y Donald Trump, quienes exigieron un acuerdo de gobernabilidad para desembolsar los verdes frescos, empujó a un sector del oficialismo a buscar aliados poco convencionales. Es en este punto de la historia donde Guillermo Francos y Mauricio Macri vuelven a encontrarse.

Los barones tuvieron varios encuentros antes de que se concretara la postergada reunión entre los mandatarios en Olivos. Los cruces esporádicos en eventos transmutaron a asambleas en salas privadas y almuerzos en la espléndida casa de la zona norte que habita el calabrés. Todo un ejercicio de típica política que el epicentro del poder del Gobierno detesta.

La para nada disimulada decisión de Francos de volver a sentar a Macri en la mesa de negociación fue vista de reojo en ambos vértices del triángulo de poder. No sólo por su búsqueda incansable de encontrar un aliado que le permita hacer pie en el barro que alimentan por igual los laderos de la hermana de sangre y el hermano del alma.

También por dejar expuesta su desesperación frente a la posibilidad de quedar relegado de la jefatura ministerial en el corto plazo, una vulgaridad imperdonable para una gestión abrazada al mantra del justicialismo que pone primero a la patria y deja último a los hombres.

Karina y Caputo le ponen un freno a Macri

Una fuente irrefutable con diálogo diario con la menor de los Milei admitió a este diario que la presencia de Karina en el cónclave Macri – Francos – Milei fue más un mecanismo de defensa interno que una bienvenida amorosa para el expresidente. La hermanísima sabe de las ambiciones del antecesor del León y, aunque entiende la necesidad de diálogo, no está dispuesta a entregar lo que en otros despachos prometieron. 

Aparentemente, hay sectores del oficialismo que hacen propuestas que no pueden cumplir y, para peor, que el presidente no está dispuesto a contentar. Se habló de un ofrecimiento de al menos cuatro ministerios a Macri y otros tantos lugares para cuadros técnicos.

Se especuló también con la posibilidad de fusionar Seguridad y Justicia, dos áreas sensibles que ni Bullrich -que aspira por dejar a Alejandra Monteoliva como su sucesora-, ni Caputo -que mantendrá a como dé lugar a su amigo Sebastián Amerio en el ministerio- habilitarán. El mismo destino tendrá Guillermo Dietrich, a quien Karina no habilitará para desembarcar en Transporte.

Toda el agua que pasó bajo el puente internista no desconcentró a las dos manos derechas de Milei del objetivo. El desprecio por Macri los hermana en un vínculo mucho más fuerte que las disputas toscas por lugares en las listas, una mancomunidad sostenida por y para el cuidado del líder que ni el jefe de gabinete ni ningún otro agente interno o externo del Gobierno pudo ni podrá romper.

La destrucción está en manos de sus propios arquitectos. La pregunta que ronda por los pasillos de Balcarce 50 es qué tan poco falta para que comience la demolición.

Zefico

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