
-¿Qué balance hace de la reunión con el Presidente?
-Fue una muy buena reunión del presidente Milei con su gabinete y los gobernadores. La Argentina que viene y que esperan la mayoría de los argentinos tiene que consolidar el diálogo, la responsabilidad y las reformas de fondo, duraderas y que generen resultados positivos para la ciudadanía. Tenemos la oportunidad histórica y el desafío de hacerlo posible.
-En la política se habla mucho con el diario del lunes. ¿Fue Usted uno de los gobernadores que la vio antes, cuando decidió jugar en alianza con La Libertad Avanza?
-Te soy totalmente sincero, no es que la vi antes que el resto. No es así, no hay una clarividencia estratégica en esto. Hay convicción. Nosotros venimos apoyando al gobierno nacional desde el principio, porque entendemos que que tenemos un Norte compartido, por más que pueda haber diferencias en algunas políticas públicas. Queremos que al Presidente le vaya bien para que les vaya mejor a los entrerrianos. No hay especulación política, ni personal ni partidaria. Lo que terminó confluyendo en el acuerdo electoral fue esa convicción de que teníamos que estar juntos aquellos que pensamos más o menos parecido acerca del rumbo hacia donde tiene que ir el país. Fuimos consecuentes en estos 22 meses de gestión compartida sobre cuál era nuestro lugar.
-¿Esperaba un triunfo tan fuerte de su espacio en Entre Ríos?
-No. Creíamos que íbamos a ganar, pero no por casi veinte puntos como terminó ocurriendo. Pero si finalmente se ganó en la provincia de Buenos Aires, aunque sea por un mínimo margen, estaba claro que que nuestra elección iba a ser muy buena. Parece que la gente, en general en la Argentina, y en particular en en los lugares más productivos del país, tiene muy claro dónde está el problema. Todavía quizás haya dudas sobre dónde está la solución, pero me parece que lo que se clarificó estos últimos años es precisamente el origen de los problemas de la Argentina, y la gran mayoría interpreta que están vinculados con las políticas populistas y y demagógicas. Y en función a eso, en la elección se se votó por no volver para atrás. Y por dar una oportunidad, no un cheque en blanco, a políticas más vinculadas con un Estado que trabaja para generar condiciones para el desarrollo del sector privado. Eso es lo que lo que terminó definiendo la elección.
-Hubo muchos gobernadores surgidos también de Juntos por el Cambio que optaron otro camino y armaron un frente opositor como Provincias Unidas. Usted eligió no estar ahí.
-Es cierto. Pero para ser justos, en muchos de esos casos tal vez el problema no haya sido solo de los gobernadores, sino que hubo alguna responsabilidad compartida y por eso no terminaron yendo en conjunto con el Gobierno. Es algo que el mismo oficialismo admite. Me parece que hizo su autocrítica, y eso es muy relevante.
-¿Por qué le costó tanto al Gobierno hacer esa autocrítica?
-Yo rescato mucho el discurso del Presidente, su actitud de convocar a los gobernadores desde el triunfo electoral, porque a veces los triunfos son malos consejeros. Y lo digo desde la autocrítica de lo que ocurrió con el gobierno de Cambiemos en 2017, del que era parte. Después de ese triunfo, inesperado y categórico, planteé una apertura, una ampliación de la base de sustentabilidad política y no exacerbar la endogamia.
-No. El triunfo de medio término de Cambiemos, lejos de provocar una ampliación de la base de sustentación política del espacio y de nuestras ideas, generó que nos encerráramos en nosotros mismos, y generó condiciones para que cometiéramos errores en en la implementación de ciertas políticas públicas, que fueron desgastando ese capital político que habíamos logrado a partir de esa elección. Tenemos que aprender de los errores del pasado que, además, están bastante frescos, porque no pasó tanto tiempo.
-Desde Provincias Unidas hubo gobernadores que se animaron a pronosticar que iban a poner al próximo presidente en 2027. ¿Fue apresurado?
-Tenemos que ser muy prudentes en en en este contexto tan difícil de la Argentina. La verdad que para 2027 falta un montón. Lo mejor que nos puede pasar a los argentinos es que este gobierno nacional tenga éxito. Y que las políticas que están llevando adelante deriven en un incremento del bienestar de la gente. Y, en consecuencia, esta discusión acerca del reemplazo del presidente va a devenir en abstracta. Ojalá así sea, yo trabajo para que a la Argentina le vaya bien, a partir de que le vaya bien al gobierno nacional. Hay que anteponer eso ante cualquier cuestión personal o partidaria. La cosa está muy difícil en la Argentina, por más que se haya reducido la pobreza por la baja de la inflación. Todavía un tercio de los argentinos está abajo de la línea de pobreza, y tenés muchos que están levemente por encima de ese índice.
-¿En el interior se ve esa misma radiografía que a nivel nacional? ¿Qué pasa en Entre Ríos, por ejemplo?
-Entre Ríos se comporta mucho como promedio de de la Nación. La situación es difícil, compleja. Hay problemas con el consumo y con la producción, en la generación de empleo. Y, sin embargo, la gente, con muchísima convicción, decidió, seguir bancando este Norte, que es el más diferente que tuvimos desde la recuperación de la democracia. Yo creo que los entrerrianos entienden dónde está el problema y apuestan por algo diferente, que es lo que está proponiendo el Gobierno y también nosotros a nivel provincial.
-¿Cómo imagina el Congreso que viene? ¿Hay lugar para aprobar el Presupuesto 2026 o sacar adelante reformas como la laboral y la tributaria?
-El 2026 tiene que ser el año de de las reformas estructurales de la Argentina. Están dadas las condiciones para que así sea, pero no por la política. Yo siempre creo que las grandes reformas en los países se dan porque la gente es la que está convencida de ese camino, de ese rumbo. Hoy, como nunca antes, la mayoría de los argentinos entiende que no se pueden postergar más esas reformas estructurales que venimos pateando desde hace, por lo menos, 30 años. Tenemos la oportunidad de avanzar en las reformas, las llamadas de segunda generación. Al mismo tiempo tenemos la discusión del Presupuesto, que es clave porque es la ley de leyes y porque hace demasiado tiempo no contamos con un Presupuesto. Es la oportunidad para que la política se ponga los pantalones largos y que sea en el presupuesto donde se determinen qué sectores son los que hay que priorizar. Porque para la política siempre es muy fácil levantar la mano para priorizar sectores sensibles para todos, como el educativo, los hospitales públicos o las personas con discapacidad. Pero para que eso no sea una declamación demagógica o simplemente un discurso electoral, tiene que estar acompañado por una propuesta que explique qué sector deja de ser prioritario. Porque si todos los sectores son prioritarios, ninguno lo es.
-¿Cree en este planteo del Gobierno de trabajar para lograr un consenso con diferentes sectores de la política? ¿O le preocupa que vuelva a cerrarse en sí mismo?
-Así como te digo que estamos más cerca que nunca de avanzar en un consenso para plasmar estas reformas estructurales, también te digo que eso no está garantizado, que depende en principio del oficialismo, pero también de estos sectores de la oposición que han demostrado en algún momento ganas de acompañar y de colaborar. Si esas ganas continúan y el Gobierno tiene la decisión y la habilidad de hacer una convocatoria en ese sentido, creo que finalmente después de muchas décadas vamos a poder tener un resultado distinto al que hemos tenido cada vez que se puso sobre la mesa la posibilidad de discutir estos temas.
-¿Tiene que abandonar el internismo el Gobierno?
-No me gusta opinar sobre los funcionarios de otros gobiernos ni sobre las internas o no, como tampoco me gusta que lo hagan sobre mí, sobre mi gestión. Yo opino sobre políticas públicas y acerca de necesidades de acordar en función de esas políticas públicas consensos que puedan llevarlas adelante, pero no me quiero meter, no siento que sea productivo ponerme a analizar el gabinete de un gobierno que no es el mío.
-¿Qué opina sobre la intervención de Estados Unidos en el día a día de la política argentina?
-En un contexto de incertidumbre provocada por la elección, y por el temor que se suscitó después de la derrota en la provincia de Buenos Aires sobre que el kirchnerismo podía hacer una buena elección, la intervención de Estados Unidos fue clave para calmar a los mercados y para darnos una mano en un momento difícil de nuestro país. En la medida que nosotros hagamos bien las cosas, en la medida que la Argentina estabilice su macroeconomía, consolide el equilibrio de las cuentas públicas, acceda a los mercados de capitales y pueda llevar adelante las reformas estructurales que tiene pendiente vamos a ser cada vez más independientes también en nuestras decisiones. Si nosotros aprovechamos esta ayuda para para consolidar una estabilidad macroeconómica, creo que es la mejor manera de generar cada vez mayor independencia.
-Siempre cultivó un perfil moderado dentro de la política. ¿Hay espacio para ir por el medio hoy, en un contexto tan pendular y polarizado?
-A mí no me gusta subestimar a la gente. Evidentemente, hemos tenido muchos años de de una fuerte impronta populista y demagógica gobernando la Argentina. Eso ha generado un impacto cultural en nuestra gente, que para salir de esa inercia, necesitó definiciones políticas claramente opuestas a esas con las que había convivido tantos años. Yo no puedo pretender que mi forma de ser o de ver la política sea la que necesariamente la Argentina tenga que adoptar.
Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos. Foto: Ariel Grinberg.-¿Los escándalos de corrupción del Gobierno ya quedaron atrás?
-Fueron errores del Gobierno que, de alguna manera, también pusieron en evidencia cómo está hoy dividida la política en la Argentina. La política se divide entre quienes quieren y trabajan para que al Gobierno nacional le vaya bien, porque entienden que de esa manera nos va a ir mejor a todos los argentinos, y quienes necesitan que al gobierno nacional les vaya mal, trabajan para eso, y se regocijan de los errores que comete solamente con la intención de tener una nueva oportunidad. A mí me van a encontrar siempre en el primer en el primer grupo. Espero que que el gobierno entienda también, y creo que lo ha hecho, que los márgenes de error que que da este contexto tan difícil por el que atraviesa la Argentina son muy limitados.
-¿Cristina Kirchner y Axel Kicillof son lo mismo? ¿Ve a a Kicillof como una continuidad del kirchnerismo?
-Lo importante acá es ver qué piensan sobre cómo resolver los problemas de la gente, y ahí es donde me parece que hay bastante coincidencias, ¿no? El gobernador de la provincia de Buenos Aires fue funcionario durante muchos años de de gobiernos kirchneristas, y me parece que comparte ideas sobre los problemas de la Argentina, que a mí, humilde entender, han demostrado su fracaso. En consecuencia, creo que eso es lo relevante y no el mote que le pongamos a a los funcionarios.
Ministro del Interior durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, incluso viniendo del desarrollismo, Frigerio se consolidó como un dirigente del PRO, con pasos previos también como diputado nacional antes de llegar a la gobernación
Aunque nunca se lo vio demasiado interesado en la política partidaria, más allá de ser parte de la mesa chica de dirigentes que toman las decisiones que termina aprobando el propio Macri, como jefe del partido a nivel nacional.
“Reconozco que no estoy tan involucrado en la vida partidaria porque me absorbe mucho la gestión. Recibí, como el Presidente un país devastado, una provincia con innumerable cantidad de problemas después de estar décadas gobernada por el populismo”, compara. Y se excusa: “Por eso no tengo ni demasiado tiempo ni mucha gana de meterme en los temas del PRO”.
No obstante, el gobernador de Entre Ríos define su relación con Macri como “muy buena” y de mucha “cercanía”. Hablan periódicamente de la política y acerca del rumbo de la economía y de la gestión de Milei.
Frigerio trata de no cuestionar a Macri, pero es evidente que no comparte la declaración del ex presidente, que anticipó que el PRO va a tener “un candidato a presidente en 2027”.
“Es una opinión, no hablé con él sobre eso, pero como planteo siempre, hay que ser muy cauto y mesurado respecto al futuro de la Argentina. Es muy lejano hablar de 2027. En el medio tenemos que hacer muchas cosas bien para estar a la altura. Tenemos 26 meses de trabajo por delante para darle la razón a la gente que apostó por este rumbo. Todavía estos resultados no se ven de manera concreta en la sociedad”, sostiene Frigerio.
Respecto a los dichos de Macri sobre actitudes “de destrato” que el Gobierno tuvo hacia el PRO, Frigerio también mantiene la línea. “De nuevo, cada vez que hablamos de las formas del Presidente, o de las formas del Gobierno, prefiero no meterme en esa discusión. Me parece que los problemas de la Argentina son de una gravedad tal que las formas, en este contexto, pasan a segundo plano.
Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos. Foto: Ariel Grinberg.




