
Ricardo Barreiro, de 61 años, es el hombre que compartió la intimidad con Néstor Kirchner en El Calafate. Fue cuidadorde la residencia que los gobernadores tienen en Santa Cruz y tejió una relacióncercana al punto de que su hijo Pablo fue durante varios años el secretarioprivado que había que sortear para hablar con la expresidenta CristinaKirchner.
Barreiro, que ofició de jardinero de la residencia de losKirchner, nunca fue discreto y quizá por ello ayer también quedó detenido en lacausa que investiga el derrotero de las coimas. Durante años hizo gala de susvínculos y con su agenda de negocios llegó a todo el país: fue embajadorcultural de Clorinda, Formosa; coordinador en el Ministerio de Cultura de EntreRíos; empresario polirrubro en Santa Cruz y Tucumán, y fue nombrado en elEstado nacional, del cual ya había sido exonerado en 1991.
Fue en ese año cuando afianzó su cercanía con NéstorKirchner. Ya vivía en El Calafate y era uno de los tres peronistas que bancarona Kirchner como candidato a gobernador frente al poderoso Arturo Puricelli.Kirchner ganó y la unidad básica, que estaba donde hoy hay una rentablepizzería, pasó a la historia. Allí empezó a tejerse una relación férrea.
Nadie duda en El Calafate, donde todos lo conocen como”el Gordo Barreiro”, de que ese rol de secretario-asistente legarantizó línea directa con Kirchner y un pase libre para construir su emporiode negocios dedicados a transporte, hotelería, turismo, gastronomía yconstrucción.
Tuvo la concesión de jet-paq y también fue contratado por elOrganismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos. Esta doble situaciónle valió un procesamiento por “negociaciones incompatibles con elejercicio de la función pública”. En 2012 fue investigado por posiblesvínculos con la banda narco rosarina Los Monos.