Viernes, 12 de diciembre de 2025   |   Internacionales

Regreso inspirador de Jonny Kim tras 245 días en la Estación Espacial Internacional pone en agenda la política espacial

Su paso por la EEI incluyó experimentos científicos, operaciones médicas y colaboración con cosmonautas rusos. Del compañerismo a la fortaleza emocional, los factores decisivos para superar el aislamiento y los retos del espacio
Regreso inspirador de Jonny Kim tras 245 días en la Estación Espacial Internacional pone en agenda la política espacial

Un astronauta de la NASA regresa a casa tras dar 3.920 vueltas a la Tierra

La madrugada del pasado 9 de diciembre marcó un hito para la exploración espacial: la cápsula que transportaba a Jonny Kim y a dos cosmonautas rusos aterrizó cerca de la ciudad de Zhezkazgan, en Kazajistán.

Kim, astronauta de la NASA, junto a los miembros de Roscosmos Sergey Ryzhikov y Alexey Zubritsky, cerró así una misión de 245 días en la Estación Espacial Internacional (EEI). El retorno se efectuó sin incidentes y, conforme al protocolo habitual de la NASA y Roscosmos, los tres se sometieron de inmediato a controles médicos tras el extenso viaje orbital.

Durante su permanencia en la EEI, Kim completó 3.920 órbitas alrededor del planeta, recorriendo una distancia aproximada de 167 millones de kilómetros. Esa cifra ilustra de forma concreta la magnitud de una misión de larga duración. Para numerosos especialistas, regresar en buen estado tras una experiencia tan prolongada y exigente constituye, por sí mismo, un logro extraordinario, tanto en el plano físico como en el psicológico.

La visita de Kim a la Estación Espacial Internacional fue la primera de su carrera, pese a haberse convertido oficialmente en astronauta en 2017. Participó en las Expediciones 72 y 73, integrándose plenamente como ingeniero de vuelo y cirujano de vuelo. Esos roles, cruciales para las operaciones científicas y las emergencias a bordo, implicaron su participación en experimentos y el mantenimiento de los sistemas esenciales de la estación.

Su perfil multidisciplinario resultó decisivo para afrontar esas responsabilidades, que exigían tanto precisión técnica como capacidad de adaptación ante imprevistos. El trabajo de Jonny Kim en la EEI fue variado: participó en múltiples proyectos de investigación científica y tecnológica, incluidos experimentos de biología y física en microgravedad y la prueba de herramientas orientadas a futuras misiones interplanetarias.

Como ingeniero de vuelo, estuvo a cargo de diagnosticar y resolver fallas técnicas, mientras que su función como cirujano de vuelo lo colocó al frente de las intervenciones médicas dentro de la estación, velando por la salud de la tripulación en condiciones extremas en las que cualquier eventualidad adquiere una dimensión crítica.

Antes de ingresar a la NASA, Kim completó un exigente proceso de entrenamiento de dos años que incluyó capacitaciones intensivas en los sistemas técnicos y operativos de la Estación Espacial Internacional. El programa abarcó desde simuladores de vuelo y procedimientos de emergencia hasta técnicas de supervivencia en la naturaleza, todo orientado a preparar a los candidatos para imprevistos dentro y fuera de la nave.

A ese entrenamiento se sumaron prácticas en robótica, geología de campo —fundamental para futuros alunizajes y la investigación de muestras— y el estudio del ruso, idioma clave en la operativa de un proyecto internacional con fuerte presencia rusa. Esa formación, por su amplitud y rigor, es apenas una parte de la trayectoria polifacética de Jonny Kim. Antes de la NASA acumuló una carrera singular que combina experiencia militar, académica y médica.

Sirvió como Navy SEAL en la Marina de Estados Unidos, participando en más de un centenar de operaciones de combate. Su paso por una de las unidades más selectas del ámbito militar le aportó fortaleza física y emocional, manejo del estrés y toma de decisiones bajo presión. Tras finalizar su servicio, se dedicó a la medicina y obtuvo el título de doctor en medicina por la Facultad de Medicina de Harvard, una de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo.

Esa combinación de formación militar de alto nivel y estudios médicos avanzados le dio una visión integral sobre el trabajo en entornos extremos, la rapidez en la toma de decisiones y la capacidad de actuar en situaciones críticas. Sumadas a su preparación como astronauta, estas experiencias le confirieron un perfil poco común incluso entre la élite de exploradores espaciales.

Al acercarse el momento de su partida de la EEI, Kim dejó una reflexión sencilla y profunda. En un video difundido en redes sociales, afirmó que, pese a los notables logros científicos y técnicos de la misión, lo más valioso para él fueron las personas que lo acompañaron.

“Cuando pienso en lo que fue más importante durante la misión, no pienso en la ciencia. Es como decir: ‘Lo que realmente importa son las personas con las que estás’” manifestó.

Kim enfatizó que, ante los grandes desafíos y el aislamiento del espacio, el compañerismo y el trabajo en equipo se transforman en el principal sostén emocional y psicológico de cualquier tripulante. Su testimonio pone en primer plano la dimensión humana de las misiones espaciales y recuerda que esos logros también son fruto del compromiso y la solidaridad entre personas de distintas culturas y trayectorias.

El reciente regreso de Jonny Kim es, más allá de un nuevo récord en la exploración espacial, un ejemplo de una carrera edificada sobre la excelencia, la resiliencia y la búsqueda constante de sentido, tanto en el trabajo técnico como en los lazos humanos que se tejen más allá de nuestro planeta.

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