
Nunca en su historia la UCR tuvo un bloque tan flaco en la Cámara de Diputados. Entre las magras elecciones y los dirigentes que decidieron emigrar a otros espacios, apenas habrá seis legisladores que representen al centenario partido.
Pero esa no es la única anomalía. Ni siquiera el presidente saliente del radicalismo, Martín Lousteau, tendrá puesta la camiseta del partido. Es que renovó su banca, pero juró por el flamante espacio federal, Provincias Unidas.
Lo mismo pasa con los gobernadores que representan al centenario espacio. El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés y el santafesino Maximiliano Pullaro son parte de Provincias Unidas, por lo que sus legisladores tampoco estarán en el bloque radical.
Sobrevivientes.
La fragmentación de la UCR no es nueva. Los últimos años se caracterizaron por una división interna que los trajo hasta este momento tristemente célebre. Aparecieron los “radicales con peluca”, que respondían a Javier Milei, algunos que formaron monobloques para tener independencia y otros que se decidieron por ser oposición (y se los acusó de ser aliados del kirchnerismo).
La pérdida de identidad los llevó a conformar distintas alianzas que hoy hacen que sus legisladores estén desperdigados por el Congreso. En octubre, algunos radicales fueron en las listas de La Libertad Avanza, como en Entre Ríos, Mendoza y Chaco. Y otros aparecieron en Provincias Unidas, como en Santa Fe, Corrientes y Chubut.
En ese contexto, apenas seis radicales se anotaron en el bloque, el número más bajo en lo que va del siglo: hasta ahora el peor número era el del 2007, cuando fueron 24.
Los sobrevivientes eligieron a la mendocina Pamela Verasay como la jefa de bloque. Y tomaron la decisión de armar un interbloque con un viejo aliado que también fue desplumado, el PRO. Un tímido intento de resurgimiento de Juntos por el Cambio, sólo para no caer en el absoluto ostracismo en la Cámara Baja.
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