Jóvenes debatieron cómo convertir el potencial argentino en un liderazgo global y llegaron a una conclusión unánime: el futuro no depende de tecnologías aisladas, sino de la “colaboración radical” y de abandonar la “trinchera de la queja”. En el marco de Connectagro 2025, organizado por Bayer, que propone imaginar el futuro del sector, uno de los momentos más vibrantes fue la reflexión sobre el rol de los jóvenes en la actividad.
En el panel “Innovación que transforma el futuro“, moderado por Gerry Garbulsky (Aprender de Grandes), participaron Ramón Amadeo (JornaderosAgro); Mariano Villani (Fauba); y Juan Martín Ninfea (Pampa Start). Se abordó, entre otros temas, el desafío generacional de pasar de la queja a la acción.
Amadeo sostuvo que hoy la decisión de dedicarse al agro pasa por un profundo autoconocimiento y por la exposición a escenarios diversos. Fue asimismo contundente sobre la brecha generacional: “Tenemos que salir de la trinchera de la queja. Si pasamos del eje a la acción, empezamos a conectar esos dos espacios”.
Su proyección a diez años visualiza una Argentina jugando un “partidazo” con un “11 ideal”: equipos interdisciplinarios donde convivan todas las generaciones y profesiones —no solo agrónomos, sino tecnólogos, programadores y comunicadores—.
Los jóvenes focalizaron su visión en una Argentina de acá a 10 añosBayer
Villani subrayó que el concepto de agro cambió radicalmente: “Nuestra concepción es mucho más de lo que pasa de la tranquera para afuera. Hay un montón de gente que trabaja en el agro y no lo sabe”, dijo, en referencia a la trazabilidad y las tecnologías vinculadas a los sistemas productivos.
Sobre la adopción de la innovación, fue pragmático: la tecnología debe ser sencilla e integrada para imponerse en el campo. “No tuvimos que explicarle a los camioneros cómo usar WhatsApp. Si les muestro una complejidad, va a ser muy difícil que se pueda adoptar. Tiene que estar todo integrado”, afirmó.
Ninfea, desde el mundo del Venture Capital, reveló una tendencia emocional detrás de las inversiones aparentemente frías: muchos productores invierten en startups no solo por el retorno financiero, sino como una “excusa” para conectar con sus hijos y atraerlos al negocio familiar mediante la tecnología.
Retomó además el concepto de “Colaboración Radical”, mencionado por Juan Farinati, presidente y CEO de Bayer Cono Sur, y señaló que en el ecosistema startup es habitual compartir información incluso entre competidores para hacer crecer el sector.
Identificó tres verticales hacia donde fluye el capital hoy: primero, los biológicos, en pleno boom y en proceso de consolidación; segundo, la integración de datos para “simplificar la lectura de múltiples fuentes de información”; y tercero, la inteligencia artificial, herramienta transversal que exige, antes que nada, la digitalización de hábitos y datos.
Garbulsky aportó un dato revelador: el promedio de edad del productor argentino es de 44 años, frente a más de 60 años en Estados Unidos. El panel coincidió en que esa diferencia demográfica constituye una enorme ventaja competitiva para la adopción tecnológica.
“La Argentina está con la oportunidad de liderar una transformación a nivel global. Tenemos todo el potencial”, sintetizó Amadeo, con un optimismo que contagió a la sala.
Virginia Gilligan, directora de Comunicaciones Conosur y Latam Norte, se refirió a las formas de comunicar los mensajes en el sector agropecuario Bayer
En el cierre, Virginia Gilligan, directora de Comunicaciones Conosur y Latam Norte, sostuvo que es imprescindible generar un consenso interno sobre quiénes son hoy y cuál es la propuesta de valor que el sector quiere ofrecer. Señaló que es clave salir a explicar, por ejemplo, por qué es indispensable una 4×4 en el campo, y construir una narrativa que reemplace el “vidrio roto” de los preconceptos históricos por una que muestre la realidad actual.
Guilligan advirtió que durante años se permitió que “otros” contaran la historia del sector, una situación que debe terminar. Para alcanzar ese liderazgo, afirmó que la coherencia es la clave que “mata cualquier campaña”: debe existir una consistencia inquebrantable entre lo que se dice y lo que se hace, especialmente en un sector atomizado y con múltiples representaciones.
De cara al futuro, consideró que el éxito comunicacional del agro dependerá de su capacidad de adaptación radical a un entorno que cambia a gran velocidad, lo que implica superar la atomización mediante una concentración narrativa y el uso estratégico de los nuevos canales de comunicación.




