
Nosotros “nos ponemos delante de los camiones hidrantes y delas motos porque defendemos al pueblo que representamos, y si lo tenemos quehacer con el cuerpo, lo vamos a hacer con el cuerpo”, dijo el diputadokirchnerista Andrés Larroque, en la madrugada del viernes, al votarse la ley dePresupuesto, reivindicando haberse trepado a un camión de las fuerzas deseguridad para impedir que avanzara, y a las que antes ya había enfrentadocorriendo sus vallas.
¿Comprenderá Larroque que por ser diputado es parte delEstado de derecho y no puede usar su investidura para desafiar al monopolio deluso de la fuerza de propio Estado? ¿O simplemente aprovecha sus fueros comolegislador para hacer lo que si otras personas hicieran serían detenidas?Electoralmente, el único futuro que propone el kirchnerismo es el pasado. Muchosdiputados kirchneristas, dentro y fuera del recinto, también dierondemostraciones de una falta de responsabilidad institucional, solo que en elcaso de Larroque se hace más grave aún porque fue subsecretario para la ReformaInstitucional y Fortalecimiento de la Democracia en el gobierno anterior. PeroLarroque es solo un significante más del desvarío que fue desarrollando elkirchnerismo en el poder, que se hizo más evidente para toda la sociedad al perderlo,al punto que, a pesar de la crisis económica y la incapacidad de Macri pararesolverla, 70% de los argentinos rechaza a la ex presidenta.
Cuesta imaginarque el kirchnerismo aspire realmente a gobernar a partir de diciembre de 2019apostando ahora a que el Congreso no sesione o que en su carrera electoral elúnico futuro que proponga al país sea el pasado. Una categoría política que hasobrevivido al tiempo, mejor que la de derecha e izquierda, es la de partidosdel poder: que se sienten cómodos en el Poder Ejecutivo Nacional, y partidos dela oposición: que se sienten más cómodos no ejerciendo el máximo poder.
Siemprese sostuvo que tanto el radicalismo como Carrió estuvieron más cómodos siendoopositores y, al revés, el peronismo, más cómodo gobernando la nación. El PROcomparte con el peronismo esa característica, lo que hace que se perciba máscerca de Macri a gobernadores peronistas como Schiaretti, Urtubey, Uñak oBordet que a varios de sus propios aliados partidarios en Cambiemos. Y elkirchnerismo, que nunca fue muy razonable, se fue contagiando del desequilibriode Cristina Kirchner al punto de haber dejado -quizá- de ser un partido delpoder para pasar a ocupar el papel de partido de oposición, en un contextosudamericano donde la corriente de época giró mayoritaria a la centroderecha.
Ya fue evidente que en 2015 no hizo esfuerzos para continuar en el poder porquea Daniel Scioli nunca lo apoyó convencidamente, mientras apostó a tener conAníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires una fortaleza donde resistirsin la responsabilidad de conducir la economía nacional. Especulación quetambién es válida para 2019 si la verdadera aspiración fuera ser la oposiciónmás votada, aumentando la cantidad de sus dirigentes con fueros parlamentarios,y acomodarse en la queja.
Es difícil imaginar a Cristina Kirchner volviendo apresidir la Argentina el año próximo sin que el país atraviese un colapsoeconómico entre que fuera electa y asumiera, como sucedió con el triunfoelectoral de Menem mientras Alfonsín todavía era presidente en la transición.Pero no solo la economía sufriría un shock financiero inicial, sino que ademásno habría condiciones para un plan reparador posterior aplicando medidasdistribucionistas. Tampoco la Justicia ni el sistema de medios privadosestarían en la situación que se encontró Néstor Kirchner en 2003 de “sumisióncolaborativa”, y en un nuevo ciclo kirchnerista sería esperable un conflictopermanente de poderes junto a una crisis política sostenida.
Demasiadosinconvenientes que permiten suponer que el deseo de volver a gobernar la naciónpueda ser como en las neurosis explícitas, donde lo que se desea no se quiere.Hay síntomas patológicos en el pensamiento kirchnerista. El más evidente es lanegación de la tan probada corrupción. Otro es creer que todos son de sunaturaleza y, por ejemplo, acercarse a PERFIL en busca de apoyo a Cristina enel juicio que le instruye Bonadio creyendo que, como a Macri le va mal, lascríticas al gobierno actual necesariamente implican una aprobación del gobiernoanterior.
Como el teorema de Baglini, cuanto más lejos del poder, mayorirresponsabilidad Pero el síntoma más indicativo es que Cristina Kirchner no esla líder de la oposición. Ella no estuvo conduciendo el rechazo al Presupuesto,y que sus diputados actuaran defectuosamente como pudieron exhibe esa falta deguía. A ella le gustaría ser la reina de la oposición pero no hacer el esfuerzode ser quien la gobierne. Quizá lo mismo le pasó siendo presidenta.