
Era lunes a la mañana y Mauricio Macri había reunido a las autoridades de Pro para discutir temas espinosos: la posición del bloque de diputados frente al veto que firmó Javier Milei sobre el aumento de emergencia para los jubilados y la chance de confluir en un frente electoral con La Libertad Avanza (LLA) en las legislativas nacionales de octubre. En el salón del búnker de Balcarce 412 había un clima tenso. María Eugenia Vidal y Soledad Martínez retomaron el debate sobre el futuro de Pro y abogaron por preservar su identidad, sin derechizarse o extremar posturas por el auge de Milei. El jefe de gobierno, Jorge Macri, respaldó esa posición.
Desde un costado, Cristian Ritondo expuso sus matices con esos planteos y, sobre todo, intentó frenar los reclamos del ala dura del macrismo para presionar al Gobierno desde el Congreso. Dejó en claro que él no iba a extorsionar al Presidente para que les dé lugares en la gestión o les brinde condiciones más beneficiosas para acordar el reparto de puestos en las listas. “El bloque no se va a prestar a hacer un chantaje”, soltó. En ese momento, Jorge Macri saltó de su silla e hizo un ademán de indignación antes de retirarse de la sala. Varios de los popes de Pro que concurrieron a la cumbre pensaron que había abandonado el edificio. Sin embargo, el jefe porteño regresó a la mesa a los pocos minutos. Seguía visiblemente ofuscado.
Esa noche, a regañadientes, Jorge Macri aceptó la última propuesta que le había acercado Pilar Ramírez, el alter ego de Karina Milei en la Capital, para colocar dos diputados de Pro en la quinta y sexta ubicación de la lista de LLA en octubre. Su primo lo empujó a considerar esa oferta y enterrar su plan de reeditar Juntos por el Cambio.
En el sector más combativo de Pro consideran que es un error haber pactado con la Casa Rosada. Y rechazan las condiciones indignas que aceptaron los popes del partido para integrar un mismo frente con Milei en su histórica fortaleza de poder. Hablan de una rendición. “Nos entregaron”, dicen.

El acuerdo que sellaron los libertarios para compartir la oferta electoral con el macrismo en la ciudad de Buenos Aires extremó la tensión interna en Pro y lo conduce a una crisis sin precedente. Es que por primera vez desde que gobierna el distrito capitalino, su bastión desde 2007, el partido fundado por Macri resignó el protagonismo en un turno electoral: ninguno de sus dirigentes encabezará la categoría de diputados o senadores ni el oficialismo porteño estará representado en la boleta. Los Milei impusieron las condiciones: el color será el violeta y el nombre del frente será “Alianza La Libertad Avanza”.
En el macrismo argumentan que decidieron aceptar porque el acuerdo incluye una promesa de que los libertarios colaborarán con Jorge Macri en la Legislatura para asegurar la gobernabilidad. No saben aún en qué se va a traducir y persisten los recelos con las formas de las “fuerzas del cielo”. De hecho, el expresidente está molesto porque la Casa Rosada filtró que iba a reunirse con Karina Milei para sacarse una foto y rubricar el acuerdo. ¿Presume que era una emboscada para dañar a su primo? Por ahora, no hubo ni siquiera un comunicado para oficializar la alianza. El plazo para inscribir los frentes vence mañana.
“Esto es indigno; no es un cierre político. Nos hablan de un pacto de convivencia con LLA en la Legislatura, pero no lo vemos”, despotricó un dirigente macrista de la primera hora que le puso al hombro a la campaña de Silvia Lospennato en mayo.
Por ahora es imposible aventurar las consecuencias de la crisis que desató en Pro el entendimiento con Milei en la Capital, pero ya hay quiebres en el seno del partido. María Eugenia Vidal, una de las exponentes del sector identitario que no quiere pintarse de violeta, ratificó que no competirá para renovar su banca y que tampoco hará campaña junto con LLA en la Capital. Ella apostaba por reconstruir JxC -la sociedad con la UCR, la CC o Confianza Pública, de Graciela Ocaña que se extinguió en 2023 a nivel nacional, pero que seguía vigente en la ciudad- o explorar una alianza con otras fuerzas para presentar una alternativa de derecha racional a Milei y el peronismo. Jorge Macri también se inclinaba por esa opción, pero terminó concediendo el deseo de su primo de cerrar con los Milei. Después de la derrota del 18 de mayo, cuando se impuso Manuel Adorni y Pro quedó relegado al tercer lugar, no le quedó margen para resistirse. “Esto fue un papelón. Es una entrega, un cierre de porquería”, despotricó uno de los referentes nacionales de Pro que apuntala el armado de Provincias Unidas, el espacio que lideran Juan Schiaretti y seis gobernadores. Entre esos mandatarios está Ignacio Torres (Chubut), la rara avis del nuevo macrismo.
El cierre de las tratativas dejó escenas desopilantes. Como estaba poco convencido de jugar con LLA, Jorge Macri había convocado el lunes a una reunión en Uspallata a los radicales, Ricardo López Murphy y Graciela Ocaña para revivir JxC. La tuvo que suspender sobre la marcha. Es más: López Murphy, uno de los convocados, se enteró sobre el cambio de planes cuando llegaba al estacionamiento de Uspallata. En rigor, varios de los invitados se habían bajado con antelación. “Nunca entendí por qué Pro dejó que fuera captado y absorbido por LLA”, despotricó el “bulldog” tras apurar el lanzamiento de su candidatura.
Desconcierto interno
Las últimas señales de Macri rumbo al cierre de alianzas para las legislativas han generado desconcierto en la plana mayor de Pro. En primer lugar, las autoridades del partido en las provincias actúan con libertad y sin instrucciones de la cúpula para definir su esquema electoral. De hecho, varios negocian con los representantes de LLA. En principio, Pro encabezará las boletas en tres provincias: Santa Fe, Chubut y Mendoza. En el distrito donde manda el radical Maximiliano Pullaro, que estrechó manos con Schiaretti y Torres en la nueva tercera vía, Macri tiene una aliada: la vicegobernadora Gisela Scaglia. La expupila de Horacio Rodríguez Larreta se encamina a correrse del cargo para encabezar la boleta de diputados del frente de Pullaro y enfrentar a Milei en Santa Fe. Lejos de disgustarse porque Pro perderá un lugar en la vicegobernación, el expresidente la felicitó a Scaglia por su decisión.
Quienes lo rodean afirman que Macri es consciente de que Pro se achicará a partir del próximo período electoral. Por eso, se conforma con preservar una cuota de poder en el Congreso desde diciembre para volver a condicionar a Milei. Es decir, sabe que sumando soldados podrá volver a ser un garante de la gobernabilidad, lo que obligará al Presidente a negociar con él. Por eso, especulan en Pro, analiza nutrir la nómina libertaria de la Capital con alfiles suyos, como Fernando de Andreis, Jimena de la Torre o Hernán Iglesias Illa. “El bloque no puede quedar sujeto a Ritondo y lo que cierra para su gente en provincia. Eso es beneficioso para Cristian, no para el Pro”, señala una espada macrista. Atentos a esa incomodidad, el “grupo de los seis” imagina que, a partir del recambio legislativo, podrán seducir a macristas y radicales que estén incómodos con el Gobierno. Es más: esperan que en la sesión de hoy se vea la primera gran fisura en la bancada macrista por los proyectos sobre los ATN y combustibles que impulsan los gobernadores.

En los próximos comicios Pro pone en juego 21 escaños de Diputados. Al menos cuatro de esos legisladores responden a Patricia Bullrich, como Gerardo Milman, Laura Rodríguez Machado o Sabrina Ajmechet, y uno orbita cerca de Larreta -Héctor Baldassi-. Y otros se encuadran en el pelotón de los acuerdistas bonaerenses que lideran Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro. Ellos no cruzaron el charco ni planean afiliarse a LLA, pero creen que el macrismo no tiene posibilidades de sobrevivir a la reconfiguración del tablero político sin aliarse a Milei. “Pro llegaba con el respirado puesto a esta negociación y lo mantuvimos vivo. Y nos quedamos con 10 legisladores entrables y tres lugares en la lista de diputados”, arguyen en el grupo de Montenegro y Ritondo para defender el trato en Buenos Aires. Ellos sueñan con que emerja una coalición de derecha liderada por Milei, que actúe como contracara del kirchnerismo, y machacan con que no hay espacio para una tercera vía en un escenario tan polarizado en el país.
En las filas de Pro sospechan que Macri avala de forma subterránea la jugada de Torres para incorporarse al espacio de Schiaretti. “Está de acuerdo con lo que se armó”, dicen en torno a Pullaro y Torres.
Por ahora, Rogelio Frigerio (Entre Ríos) mantiene un vínculo zigzagueante con la Casa Rosada. Motorizó los proyectos de ley para conseguir recursos para las provincias, pero busca cerrar el pacto con LLA en su provincia. A diferencia de Torres, quien sugirió ante los Macri que no era conveniente unirse a Milei en la Capital, evitó opinar sobre el pacto porteño.
En la tropa de leales al titular de Pro deslizan que vislumbra una etapa de transición y apuesta al bajo perfil para construir una alternativa en 2027. Su gran obsesión es salvar la ciudad dentro de dos años: por eso, presiona a su primo para que haga cambios en la gestión.
Desde hace tiempo, Macri sostiene que sería deseable que, en caso de que el gobierno de Milei no pueda reelegir, la opción no sea el kirchnerismo, sino una fuerza de derecha republicana y federal. “Es probable que, con oscilaciones, Mauricio termine apoyando la construcción de los gobernadores”, arriesga uno de los leales al expresidente. Uno de los articuladores del esquema de Provincias Unidas es Sebastián García de Luca, a quien Macri comenzó a escuchar con frecuencia.
Además, Luciano Laspina, uno de los que se resisten al acuerdo de convergencia con LLA, al igual que Vidal, Torres, Scaglia, Lospennato o Ana Clara Romero, le había sugerido a Macri que se sumara al frente conformado por Schiaretti. “Este acuerdo en la Capital nos puede dar tiempo y aire”, admite uno de los escuderos del titular de Pro, quien sigue disgustado con Milei porque no le reconoce su aporte a la gobernabilidad. Lamenta que no lo escuchen o que hayan ninguneado sus sugerencias para reforzar la gestión en áreas clave, como vialidad, transporte o el manejo de las privatizaciones.
Los consejeros políticos de Macri aseguran que apeló al pragmatismo para sobrevivir. Por eso, dio libertad de acción en los distritos y piensa apoyar a los exponentes de su fuerza que queden en pie o integren las listas. “Su hipótesis fue: donde se puede arreglar con los libertarios, lo hacemos; y si no hay posibilidad, no hay drama. Sabe que Pro se va a achicar. Pero hay que pensar cómo nos reconstruimos para ser una oferta de cambio para la sociedad en 2027”, aventura uno de los hombres más escuchados por el expresidente.