En las últimas semanas, el pastor evangelista Dante Gebel se transformó en una figura de creciente interés político en Argentina al aparecer medido en encuestas como posible candidato presidencial de cara a las elecciones de 2027. Aunque su nombre no fue lanzado formalmente y no cuenta con estructura partidaria, su inclusión en escenarios presidenciales por parte de consultoras revela que existen actores políticos interesados en construir una candidatura alrededor de su figura.
Apelando a su condición de outsider ajeno a la política tradicional —una fórmula que remite a lo que representó Javier Milei antes de ingresar a la arena política—, la encuestadora CB Consultora incluyó al líder religioso en una hipótesis electoral para 2027. Realizada del 9 al 13 de diciembre, la medición ubicó a Gebel en apenas 1,8 por ciento de intención de voto, mientras que referentes más consolidados como el mandatario libertario, con 34,9 por ciento, y Axel Kicillof, con 23,5 por ciento, aparecen como alternativas electorales de mayor peso.
Nacido en 1968 en Billinghurst, Gebel ganó notoriedad como pastor y líder de grandes congregaciones evangélicas mediante programas televisivos y espectáculos masivos. Conducía “La Noche Divina”, emitida por El Trece y producida por Mario Pergolini, y se consolidó como una voz frecuente de estímulo espiritual y motivación. Fue, precisamente, el presentador de “Otro día perdido” quien, en una entrevista, le planteó la posibilidad de competir en política; el religioso respondió que no descartaba involucrarse si consideraba que podía “hacer algo” por el país.
Su llegada a la escena mediática argentina estuvo estrechamente vinculada a ese respaldo de Pergolini, uno de los comunicadores más influyentes del país, que lo alojó y promovió en espacios de gran audiencia. Ese apoyo ayudó a que Gebel, predicador con proyección internacional y radicado en Estados Unidos, se volviera familiar para el público local, capaz de llenar estadios y generar movilización social sin inscribirse en la política tradicional.
El impulso detrás de una eventual candidatura no proviene únicamente de su entorno religioso, sino también de actores políticos y sindicales que ven en su figura una alternativa a las fuerzas tradicionales. El dirigente Juan Pablo Brey, titular de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, lidera un proyecto informal bajo la etiqueta “Gebel Presidente”, sosteniendo que su liderazgo y su discurso de valores podrían “abrazar” a amplios segmentos de una sociedad desencantada con la dirigencia convencional.
El electorado evangélico en Argentina creció de forma sostenida en las últimas décadas, pasando de ser una minoría a representar una porción significativa de la población, en un contexto en el que las iglesias evangélicas ganaron visibilidad social y mediática frente a una Iglesia Católica en retroceso demográfico. Aunque las cifras varían según las mediciones, estudios previos muestran que los evangélicos —y en particular los pentecostales— pasaron de alrededor del 9% en 2008 a más del 15% en 2019, con estimaciones recientes que sugieren una presencia aún más marcada en determinados segmentos sociales.
El crecimiento de ese electorado empezó a traducirse en atención política. Varios legisladores con raíces evangélicas asumieron cargos tras las elecciones de este año, y la presencia de líderes religiosos en la agenda pública se amplió más allá del ámbito comunitario. Esa expansión del evangelismo en la política nacional configura un nuevo escenario donde figuras como Gebel pueden encontrar resonancia, aunque con limitaciones evidentes dado su todavía escaso respaldo electoral cuantitativo.
Mientras algunos sectores promueven la idea de un “outsider de fe” para disputar la Casa Rosada, críticos dentro y fuera del evangelismo advierten que una candidatura con base religiosa afronta desafíos relevantes para construir un plan de gobierno coherente y trasladar la popularidad mediática a apoyo político efectivo. Por ahora, la candidatura de Gebel sigue siendo un proyecto incipiente y sujeto a múltiples interpretaciones, pero su presencia anticipa que la intersección entre religión, medios y política será un tema central en el próximo ciclo electoral.
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