En sintonía con la «mesa chica» de la central, el camionero propuso ayer una tregua con esos gremios -entre los que se destacan Armando Cavalieri (Comercio) y Carlos West Ocampo (Sanidad)- para compartir la trinchera y resistir un eventual aval a la CTA. «Defender el modelo sindical argentino», fue el lema que unificó a los dirigentes que se reunieron ayer en la sede de Camioneros, en la calle Caseros al 900, y que el 7 de agosto, en las oficinas de UOCRA, tendrán otra cumbre a la que invitaron a «los gordos». De concretarse, el encuentro se traducirá como la reunificación informal de la CGT que perdió un pedazo en 2005, cuando Moyano disolvió el triunvirato que compartía con José Luis Lingieri y Susana Rueda (Sanidad), y quedó como único jefe cegetista. Aquel forcejeo nunca terminó de saldarse -incluso se agravó, pero el fantasma CTA, condimentado por el dilema que para los gremialistas supone una potencial presidencia de Cristina Fernández, podría convertirse en una medicina para curar antiguas heridas. Reconstruir todo el arco vinculado históricamente con CGT para frenar el reconocimiento a la CTA es una de las opciones evaluadas. Precavidos, dibujaron un plan B: que la personería se limite al plano de confederación -es decir, a la CTA- sin «desregular» los gremios de base. Es un dato hipersensible: lo que los cegetistas -tampoco, seguro, los ceteístas-no quieren es que un OK a la CTA autorice en el futuro el surgimiento de gremios paralelos en cada rubro con lo que dejarían de «monopolizar» la representatividad sindical. Ayer, sin Gerónimo « Momo» Venegas, que prefirió ir de paseo a la Rural (en donde arman guitarreadas), la «mesa chica» se citó con un «staff» ampliado: para desmenuzar el reclamo de la OIT a favor del reconocimiento a CTA, se convocó a los abogados Héctor Recalde y Lucio Garzón Maceda. Como anfitrión, asado de por medio, Moyano recibió a Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA), Antonio Caló (UOM), Luis Barrionuevo ( Gastronómicos), Vicente Mastrocola (Plásticos), Roberto Fernández (UTA), Amadeo Genta (Municipales) y Lingieri. Monopolio Una sobremesa larga, que se estiró hasta después de las 18, sirvió para que la «mesa chica» evaluara la estrategia para tratar de bloquear la personería de la CTA o, al menos, de limitarla. Veamos: La clave pública será plantear que la Ley de Asociaciones Sindicales, la 23.551, del año 1988, establece en su artículo 25 una sola representación desde «ramas locales hasta una única central». Moyano lo dijo al abandonar la reunión: «No estamos en desacuerdo con el pedido de la CTA, sólo queremos que se aplique la ley». Es decir: que se mida cuántos afiliados tiene cada asociación y la que más tiene sea reconocida como la oficial y la otra se esfume. En privado fue más terminante: «No le vamos a dar nada a la CTA», alardeó. Eso supone no apuntar sobre Kirchner ni sobre su esposa porque reduce el planteo a un tema legal que, en todo caso, debería corregir el Congreso. Incluso, hasta habilita una vía a los Kirchner para que presenten un proyecto para modificar la Ley 23.551 que luego, como ocurrió con la ley Mucci, descarrile a poco de comenzar a andar. No es un dato más: con esta postura, la CGT evita confrontar con el gobierno. Si eso no prospera, la opción sería dibujar un plan B que consistiría en « redactar» una reforma, vía decreto, de aquella ley para otorgarle el reconocimiento a la CTA, pero no «desregular» hacia abajo. Algo es claro: a losjefes sindicales no les importa que exista la CTA, sino que no existen gremios paralelos en sus territorios con lo que la mayoría sufriría fracturas y secesiones en sus sindicatos. Moyano lo vendió de otro modo: «Sería anarquizar al movimiento obrero y perjudicar a los trabajadores». (Ambito Financiero)