Habiendo escuchado el discurso del Presidente anoche,
creí que, asumiendo el lugar de trascendencia que la voluntad popular le ha
asignado, el primer mandatario nacional iría a repensar las maneras acerca de
cómo un presidente la Nación debe seducir al pueblo argentino para que lo
acompañen en las realizaciones que estamos necesitando.
Lamento que el Presidente haya vuelto a utilizar la
descalificación y el agravio hacia los diputados, los senadores, los
gobernadores y la política.
El gobernador de mi provincia y algunos legisladores
nacionales han decidido acompañar el acto en el que el Presidente pronunció su
discurso, seguramente para no profundizar más la grieta ni perjudicar los
intereses de los entrerrianos. Los entiendo y los comprendo.
A mi no me interesa la autorreferencia, pero en estos
41 años de democracia que estamos transcurriendo, no creo que mi silencio
ayude, porque, al contrario, terminaría siendo cómplice con las cosas en las
que el Presidente, a mi criterio, está equivocado.
Los partidos políticos, esencia fundamental, como
dijera Alfonsín, de la democracia, no pueden ser acallados ni desfinanciados
desde el Estado. Impedir que reciban los recursos para su funcionamiento y que
sean financiados por cualquier mano extraña o por los ricos, determinarán que
esos dineros se queden con la voluntad popular. Hablamos, en algunos casos, del
dinero espurio que aparecerán y que nada tiene que ver con la democracia, ni
con la libertad que dice perseguir el Presidente.
Las formas en que el Presidente pretende enajenar los recursos naturales, entronizando el mercado y la libre demanda, tanto como derogar los derechos laborales sobre la máscara de modernizar las conquistas sociales son hechos que se desprenden del mensaje.
Un mensaje en el que no asoma ni un solo planteo acerca de cómo lograr que la Argentina multiplique su producción primaria, incorporando valor agregado a la materia prima para que el país crezca económicamente.
Creo que ese es el gran desafío en torno al cual el
Presidente debió realizar una convocatoria bajo la idea de que la Argentina
genere las condiciones para volver a ser lo que fuimos en un tiempo no tan
lejano para atrás, como los que el Presidente cree.
Presidente, sé que los radicales no parecieran ser de
su agrado y a la vez lanza una convocatoria nacional en la que quiere que estén
los que coincidan con usted. Eso no es una convocatoria nacional. Eso, más
bien, terminará siendo una convocatoria de amigos o de quienes el 25 de mayo
irán a Córdoba porque necesitan no ser castigados con la supresión de los
recursos.
Según sé desde la escuela primaria, pasando por la
secundaria y por la facultad, las provincias son fundantes del Estado nacional.
Usted, Presidente, no puede apropiarse de los recursos
que generan todos los argentinos; usted debe administrar para el bienestar
general.
Las presentes reflexiones las hago, fundamentalmente
como dirigente político que no es parte de ninguna casta. No es en
representación de nadie sino de mis modestas reflexiones.
(*) Exdiputado nacional. Actual jefe de la bancada Diputados
provinciales de Juntos por Entre Ríos (JxER).