Opiniones
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Lunes 04 de junio de 2018
Alejandro Carrere (*): Carta abierta del decano de la UTN Paraná a María Eugenia Vidal

Paraná, 2 de junio de 2018

Sra. Gobernadora de la Provincia

de Buenos Aires Lic. María Eugenia Vidal

S / D

Tengo el agrado de dirigirme a usted en razón de las consideraciones por usted vertidas en el marco de su conferencia en el Rotary Club de Buenos Aires, el 30 de mayo próximo pasado y que han tomado airado estado público.

Con el respeto personal e institucional que deben llevar estas líneas, deseo compartir con usted las razones por las cuales disiento profundamente de dichas manifestaciones, en aras a contribuir también a un debate honesto y conducente, alejado de la crispación que ha castigado mucha de la discusión sobre asuntos públicos en los pasados años.

Desde el rol que me asiste como Decano de una facultad de ingeniería, puedo asegurarle que hoy, muchos estudiantes que ingresan a las mejores casas de estudio de nuestro país provienen de sectores de los más humildes.

La condición plural y democrática en todos los sentidos de nuestro sistema de educación superior, es uno de los más visibles logros de la centenaria Reforma Universitaria, cuyo movimiento aún ilumina el camino de los sistemas educativos más progresistas del mundo, y que lograra transformar a la Argentina en uno de los países más igualitarios de la región más desigual del mundo, logro en el que hemos retrocedido, en parte gracias a los golpes recibidos contra la autonomía y presupuesto de nuestras Universidades, por diferentes gobiernos autoritarios, populistas y conservadores.

Comparto con usted la preocupación porque una mayor cantidad de estudiantes puedan franquear las barreras sociales, culturales y económicas que les impiden hoy llegar a los claustros y es posible que en muchos casos el camino de la creación de nuevas Universidades bajo lógicas de planificación y calidad al menos discutibles no ha sido el mejor de los caminos. Pero sin duda es el peor de ellos, poner en duda el principio de justicia que reside en la gratuidad de la enseñanza, como base para la igualdad de oportunidades.

Tales consideraciones responden a un modelo regresivo, y en mi opinión profundamente equivocado, al sostener que la gratuidad de los derechos garantidos constitucionalmente tienen un valor diferente por la condición económica de sus beneficiarios.

El acceso a la educación pública, gratuita, laica y debo agregar, de calidad, corresponde a todos los ciudadanos en su condición de tales independientemente de su condición social, económica, geográfica o de cualquier otra especie.

El único límite de acceso al sistema universitario público es y debe ser siempre, el esfuerzo y el talento que deben poner nuestros estudiantes, docentes e  investigadores en la producción social del conocimiento. Es la esencia del sistema meritocrático que ha garantizado la excelencia de nuestras Universidades a pesar de las vicisitudes institucionales y presupuestarias que han pasado a lo largo de toda la historia de nuestro país.

Lejos de significar un privilegio de clase -como si lo es el sistema educativo privado donde uno debe pagar antes de recibir un servicio educativo- la educación pública además de ser un derecho que da permanente empuje a la movilidad social ascendente, supone una herramienta de desarrollo económico, a su vez financiada con los impuestos sobre la renta diferencial que el conjunto de la sociedad obtiene al formar una mayor cantidad de graduados universitarios, mayor conocimiento y mayor innovación.

Confiando en su buena disposición para el debate y el diálogo y esperando que estas líneas resulten de valor al mismo, le dejo mis cordiales saludos.

(*) Profesor, Magíster, Ingeniero. Decano de la Facultad Regional Paraná de la Universidad Tecnológica Nacional.

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