
“Va a ser como el primer enero de Milei. Olvídense de las vacaciones“, advirtió un alto funcionario de Casa Rosada a sus interlocutores. Todos técnicos, encargados de mantener activos los vasos comunicadores con el Congreso. El verano se prevé movido, con extraordinarias y una lista de proyectos que aún no se cerró. Pero el temblor llegó antes: la furiosa ráfaga de tuits con la que se despidió Guillermo Francos marcó el fin de su paso por la Jefatura de Gabinete y la salida de su vice, Lisandro Catalán. En su lugar, el Presidente designó a Manuel Adorni. Faltaba todavía más. Falta aún más.
Francos hacía tiempo que estaba cansado de que lo renunciaran. Aunque más de una vez pareció dispuesto a hacerlo, se mantuvo firme. Los últimos meses fueron distintos: candidateado a senador por uno de los vértices del Triángulo de Hierro -para dejar libre su silla, tal como anticipó El Cronista– y con diferencias cada vez menos disimulables con el otro sector, el exjefe de Gabinete ya preparaba su salida en la reingeniería post 26-O.
La inesperada victoria de aquel domingo en todo el país -incluso para la Casa Rosada- puso en pausa la urgencia, pero no el desarrollo de esos planes. El karinismo volvió a inflar el pecho y conquistó posiciones sobre el ala de Santiago Caputo, que celebró su cuota con mesura, sabiendo que el invierno se avecina si no se reequilibra el balance con otras designaciones para su sector.
El duelo con los Menem -“no con la hermana del Presidente”, siempre se apuran en aclarar- pareció saldarse en las urnas. A Martín Menem, que hasta hacía poco sonaba fuera de la presidencia de Diputados en un eventual acuerdo con Macri y aliados, el horizonte se le despejó: hoy asoma con chances de continuidad.
El riojano contaba con el aval de una parte importante del peronismo que no quería ver a Cristian Ritondo en ese lugar. Más relajado y locuaz que semanas atrás, se lo vio al vicepresidente de La Libertad Avanza en la fiesta de la embajada de Turquía por su Día Nacional, donde su sonrisa “no entraba en la cara”, según un invitado que lo cruzó allí.
Entre el viernes a la noche y el sábado, el Gabinete despidió a Francos. Adorni buscó limar asperezas: celebró que se lo saludara “con respeto y cariño“. No suele ser el modus operandi para quienes abandonan el Gobierno. Pero en una entrevista el sábado por la mañana dejó en claro que era “un ciclo cumplido”.
En el fondo saben que pierden a su principal negociador político con la “casta”, esa que puede y debe proveerles los votos para la segunda fase del Gobierno, aunque en más de una ocasión sabotearon su gestión y lo empujaron a esta definición desde muy adentro del mileísmo.
“Todo muy frágil. Una salida acordada no se consuma de esta manera, con un tuit, un viernes a las 21”, describieron desde el riñón del macrismo esa misma noche, horas después de conocerse la noticia. Fue antes de que Mauricio Macri se despachara con un tuit lapidario contra Adorni y su ascenso el sábado por la tarde. Ya en ese momento se sembraban dudas sobre la capacidad gestora de Adorni, que luego el expresidente volvó en un posteo concreto. “Ahora todo cambia“, agregó el mismo interlocutor, en diálogo con El Cronista.
La foto política más importante de la semana -Milei con jefes y vices de 20 provincias- fue obra de Francos y Catalán, quienes llamaron uno a uno a los mandatarios. Ellos sostenían las líneas abiertas con los gobernadores en medio de las turbulencias de la gestión. Actuaban en tándem y su salida, por eso, solo podía definirse en conjunto. Todo apunta, en el núcleo de Karina Milei, que buscan dominar también las negociaciones con las provincias desde la Jefatura de Gabinete.
Un funcionario cercano recordó que cuando Catalán debió suspender un viaje al norte por fiebre, Francos tomó el teléfono para suavizar la reprogramación. De ahí que las primeras reacciones provinciales oscilaran entre el silencio y la incertidumbre. “No es bueno. Era un buen puente con Casa Rosada. Esperemos que quien lo reemplace mantenga abiertos los canales y resuelva las necesidades de la provincia“, dijo un operador político del campo federal. Hasta que el Presidente no defina los cambios y un nuevo interlocutor, “no se avanzará realmente”. El Presupuesto 2026 es la prioridad.
Milei y los gobernadores: qué piden las provincias para incluir en el Presupuesto 2026
Los gobernadores siguen al habla entre ellos con una hoja de ruta de ocho puntos para acordar con la Casa Rosada la distribución de recursos: avance de obras nacionales paralizadas, actualización de fondos previsionales, aval a proyectos con organismos multilaterales, reparto de ATN vetado por el Ejecutivo y los fondos de combustibles.
También quieren limitar el financiamiento de ARCA al 1%, consumar el traspaso de rutas nacionales no licitadas, modificar el artículo de responsabilidad fiscal que regula la toma de deuda -para “desburocratizarlo” y liberar el roleo de pasivos- y completar los convenios de obligaciones recíprocas que el Gobierno solo cerró con algunas provincias.
Durante su paso por Balcarce 50, los mandatarios coincidieron en que la charla con Milei fue cordial pero general. “Necesitaban mostrar la foto de institucionalidad y gobernabilidad que les pedía Estados Unidos“, interpretó uno de los asistentes. El Presidente pidió debatir las reformas que se consideren necesarias en el Presupuesto, con una única línea roja: no alterar la meta fiscal.
En los hechos, la estrategia oficial apunta a consolidar su núcleo duro con un grupo de gobernadores aliados: Leandro Zdero (Chaco), Alfredo Cornejo (Mendoza), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), y los provinciales más cercanos, Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan). A ellos podrían sumarse los dialoguistas Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Hugo Passalacqua (Misiones) y Alberto Weretilneck (Río Negro). Y entre los peronistas, Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca) y Gustavo Sáenz (Salta) que siguen siendo funcionales a la Casa Rosada. “No hay para todos“, sintetizó un testigo directo.
Mientras tanto, el verano promete más que calor político. Habrá extraordinarias y una agenda que incluirá la reforma laboral, la tributaria, el Código Penal y el Presupuesto 2026. Este último debería dictaminarse el martes en Diputados, aunque el oficialismo apuesta a frenar su tratamiento en el Senado hasta el recambio legislativo para mejorar su correlación de fuerzas en el territorio legislativo más hostil.
Entre jueves y viernes circuló un borrador del proyecto de “modernización laboral”, como lo llama el Gobierno. Su texto combina artículos del DNU 70/2023, el proyecto de la diputada Romina Diez (LLA) y otro de Cristian Ritondo (PRO), además de varios añadidos en más de 50 páginas. En el archivo figuran incluso comentarios de asesores del Ministerio de Desregulación, aunque desde la cartera de Federico Sturzenegger lo desmintieron. Tal como había sucedido con las múltiples versiones que circularon de la Ley Bases en el verano de 2024.
Otro alfil de la Rosada aseguró a El Cronista que los proyectos laboral e impositivo “están escritos”. “Pero están corriendo la línea para tener margen de negociar y entregar algunas cosas”, puntualizó. Sería lo habitual, aunque con La Libertad Avanza suele aplicar la excepción, no la regla.
La reforma previsional se articula con las dos primeras. El Gobierno evalúa extender la edad jubilatoria y otros cambios -en algún momento se pensó en un sistema mixto-, siempre bajo la lógica de volcar todo a la mesa de consensos para garantizarse lo irrenunciable. Nadie descarta que intenten ir por todo, más aún con una CGT desorientada que no logra acordar una estrategia común.
El nivel de apoyo en el Congreso será determinante. “Todo eso va a depender de lo que pase con los gobernadores”, confirmó un hombre del oficialismo que cuenta votos en el Palacio Legislativo. Miraba hacia el horizonte, donde se levanta la Casa Rosada, y se concretaba en esos momentos el esperado encuentro del Gabinete con los gobernadores.
En los pasillos del Congreso todavía no saben cuál será el nuevo piso violeta ni cómo se articulará la relación con los aliados. Tampoco los ecos del último paso frustrado de Macri por Olivos y el éxodo por consumarse de siete a diez diputados y diputadas del bloque PRO, el ala bullrichista. Más allá de las internas amarillas, están convencidos de que, en la sumatoria, superarán los 129 votos necesarios para abrir sus propias sesiones y aprobar la nueva batería de reformas.




