Sábado, 27 de diciembre de 2025   |   Internacionales

Ocho siglos del Codex Gigas: vitela perdida, el incendio en Estocolmo y la persistente leyenda del demonio

La historia de este manuscrito medieval involucra rescates dramáticos, trayectorias accidentadas y el misterio en torno a sus páginas ausentes
Ocho siglos del Codex Gigas: vitela perdida, el incendio en Estocolmo y la persistente leyenda del demonio

El Codex Gigas, conocido como la Biblia del Diablo, continúa asombrando al mundo más de ocho siglos después de su creación por su tamaño, su complejidad y las leyendas que lo rodean. Con poco más de 92 centímetros de altura y cerca de 75 kilogramos de peso, este manuscrito medieval destaca como uno de los testimonios más grandes y mejor conservados del arte y la ingeniería medievales. Su imponente presencia, el estado de sus materiales y su contenido lo sitúan como una pieza única y fascinante en la historia europea.

El manuscrito fue elaborado en el siglo XIII en el monasterio benedictino de Podlažice, en la actual República Checa. Su estructura monumental se compone de unas 310 hojas de vitela, obtenidas del pellejo de aproximadamente 160 burros o terneros, cifra que lo convierte en el mayor códice conservado de esa época, según detalla Interesting Engineering.

Estos folios están encuadernados con tablas de madera recubiertas en cuero y reforzadas con herrajes metálicos, elementos diseñados para proteger su valioso contenido en una época en la que los libros eran excepcionales y, con frecuencia, estaban asegurados a las estanterías mediante cadenas.

Además de albergar una Biblia completa, el Codex Gigas reúne textos históricos, una enciclopedia y tratados médicos, acompañados de ilustraciones excepcionales para su tiempo.

La trayectoria del códice ha sido tan singular como accidentada. Tras su realización, atribuida tradicionalmente a Herman el Recluso, el libro cayó en el olvido y fue empeñado a monjes cistercienses de la Abadía de Sedlec poco después de su terminación, estimada en el año 1222.

Setenta años más tarde, la obra regresó a la comunidad benedictina; luego fue trasladada al monasterio de Broumov y, posteriormente, pasó a formar parte de la colección del emperador Rodolfo II en 1594.

Al concluir la Guerra de los Treinta Años en 1648, el ejército sueco lo trasladó a Estocolmo como botín de guerra. Allí casi sufre la destrucción total durante el incendio del castillo de Tre Kronor, pero fue salvado de las llamas cuando el vicario Johann Erichsons lo arrojó por una ventana, acción que ocasionó heridas a un transeúnte. Desde entonces, el manuscrito permaneció bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de Suecia.

La elaboración del Codex Gigas supuso un desafío extraordinario para la época. La preparación de la vitela exigía una labor meticulosa, pues cada hoja debía ser secada y tratada para alcanzar las condiciones necesarias para la escritura. El copista, identificado como Herman el Recluso, también tuvo que preparar los pigmentos a partir de minerales, plantas, insectos y metales, empleando aglutinantes como la clara de huevo o el vinagre.

Los expertos citados en Interesting Engineering subrayan que la caligrafía del manuscrito muestra escasas variaciones a lo largo de cientos de páginas, lo que refuerza la idea de que fue ejecutado por una sola mano durante décadas.

Uno de los misterios que rodean a la obra está vinculado a sus páginas faltantes: no existe documentación sobre el motivo ni el momento de su desaparición, circunstancia que alimenta distintas teorías y añade aún más enigma al manuscrito. Cabe destacar, además, la ausencia total del libro del Génesis en el texto bíblico que contiene el códice, lo que intensifica las preguntas sobre su contenido original.

El rasgo más célebre del Codex Gigas es la llamada “Página del Diablo”, una ilustración a página completa que muestra una figura estilizada y coronada de Satanás, sobre un fondo oscuro. Frente a esa página se encuentra la imagen de la “Ciudad Celestial”, simbolizando el duelo entre fuerzas opuestas. Ambas presentan una oscuridad más pronunciada que el resto del libro, lo que ha dado pie a historias sobre una supuesta intervención demoníaca en la obra, incluido el mito de textos prohibidos que habrían sido retirados.

No obstante, la explicación más respaldada sostiene que esa decoloración es resultado de la prolongada exposición a la luz en esa parte del códice.

Hoy, el Codex Gigas custodia un legado que combina destreza artística, ingeniería medieval y numerosos interrogantes sin resolver, cautivando tanto a estudiosos como al público general. Más allá de los mitos, su existencia atestigua el ingenio y la perseverancia de quienes lo concibieron, consolidando su posición como una obra excepcional capaz de desafiar la lógica y alimentar la fascinación a lo largo de los siglos.

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