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El está firme en su decisión de que este hecho se esclarezca", dice su abogado, Nelson Schlotahuer.Ríos esconde su dolor en el silencio. Por eso, es su abogado quien recuerda las últimas horas de la joven madre entrerriana. "Se había hecho un control y el embarazo iba muy bien. Se le inyectó el hierro [Yectafer] en el hospital público de Diamante y a los cuatro días murió."
Con el desenlace dramático llegó el desconcierto. "Cuando se conoció la noticia de la muerte de Verónica Díaz [en Río Negro] verificamos qué partida de Yectafer había sido utilizada por Luciana". Era "el lote maldito": 03100718, con vencimiento en octubre de 2006. "Le produjo un sangrado [coagulopatía] en todo el cuerpo", precisó el abogado. Schlotahuer aún prepara la demanda civil. "Todavía no tenemos un demandado. Estamos en la instancia de establecer la cadena de responsabilidades, porque hay un laboratorio, falta de controles y un establecimiento público que atiende a la paciente", dijo.
En Entre Ríos hubo otro caso: el de Esther Hujo de Cuende, que falleció en Paraná el 19 de mayo de 2004 a los 69 años. Un mes antes la habían operado de una rodilla y, por eso, recibía un refuerzo de hierro. Su salud comenzó a empeorar súbitamente luego de la cuarta inyección de Yectafer. Tras la muerte quedaron seis ampollas sin ser usadas en la caja cuyo número de loteera el 03100718.