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ada día durante seis meses, desde el 22 de julio de 2005, el tambero Manuel Ocampo envió a su lista de correo electrónico un mensaje que, con un crespón negro como introducción, contaba los días que transcurrían desde que el Gobierno decidió subir las retenciones a los lácteos para evitar una suba de los precios.Como si se tratase de un preso, el último viernes llegó al tan ansiado "Día 180", que marcaba el fin de ese derecho de exportación, pero el Gobierno decidió estirarle la condena: ese mismo día, en el Boletín Oficial, prorrogó por otros 180 días la vigencia de ese impuesto.
La suba en las retenciones -del 5 al 10% en quesos y del 5 al 15% para la leche en polvo- fue decidida por el ex ministro Roberto Lavagna, como respuesta a que las industrias lácteas dieron por caído, en julio pasado, el acuerdo de precios que habían firmado con Economía. Pero la medida no tuvo el efecto buscado por el Gobierno, ya que los precios de los lácteos al consumidor siguieron registrando subas. Según el INDEC, la leche en sachet redondeó un aumento del 14,1% en todo el año pasado, y otros derivados lácteos subieron casi un 20%.
Por otro lado, desde agosto -con las retenciones vigentes- los precios pagados al productor retrocedieron casi 5%. Lógicamente esta situación desató la ira del sector tambero, que acusó públicamente a La Serenísima, principal proveedora de leche al mercado, de haber impulsado la aplicación del impuesto.
En las últimas semanas, las entidades de la producción primaria -con apoyo de varios gobernadores de provincias lecheras- habían iniciado gestiones para que Economía diera marcha atrás con el aumento de las retenciones, pero la Resolución 19/06 del Ministerio, publicada sorpresivamente el viernes en el Boletín Oficial, extendió esos derechos de exportación por otros seis meses, aunque plantea su revisión en 90 días. La norma sólo eximió del pago extra para exportar a algunos productos de mínima incidencia, como los quesos de cabra y búfala.
Otro producto que ya no pagará esas retenciones, según la resolución, son las proteínas de suero de queso, que prácticamente no tienen consumo dentro del país y son elaboradas por una alianza entre SanCor y Arla Foods, empresas que levantaron una planta especial para dicho producto en 2002. Pero no sucederá lo mismo con el grueso de los lácteos, que en 2005 se exportaron por más de 400 millones de dólares. (Clarin)