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xcesos de precipitaciones en el mes clave de la siembra (junio), problemas sanitarios y aumentos en los insumos fueron algunas de las dificultades que debieron sortear los productores entrerrianos que apostaron sus fichas al trigo.
La Bolsa de Cereales de Entre Ríos, en el marco del Proyecto Siber, dio a conocer los números finales del trigo 2005/06 y, además, realizó un análisis de la campaña que definió como atípica.
La ocurrencia de precipitaciones por encima de lo normal durante el mes de junio “impidió realizar la siembra de ciclos largos e intermedios, caracterizándose la presente campaña por el incremento del uso de cultivares de ciclos cortos”, destacó la institución.
Por lo antedicho, “el calendario de siembra se desplazó hacia fechas más tardías, concentrándose el grueso durante el mes de julio (62,58 %) e incluso durante el mes de agosto”.
Se detectaron, además, “importantes ataques de enfermedades foliares”, principalmente “roya de la hoja” y “mancha amarilla”, lo cual produjo “el quiebre de la resistencia en Prointa Gaucho y Don Mario Onix”.
Con respecto al paquete tecnológico, el informe de la Bolsa señala que “hubo un incremento en las dosis de fosfato diamónico y monoamónico aplicados al momento de la siembra”, pero el aumento en el costo de los fertilizantes nitrogenados “generó una menor utilización de los mismos al momento en que los cultivos entraban en la etapa de macollaje”.
CIFRAS. Los guarismos que arroja la campaña 2005/06, entonces, son los siguientes: área sembrada, 209.720 hectáreas; rendimiento promedio provincial, 3.038 kg/ha; producción total, 637.074 toneladas.
Al analizar la evolución del cultivo en la provincia en las últimas cinco campañas, la Bolsa precisa que “si se consideran los dos extremos del período, la superficie sembrada sufrió una disminución del 50,60 %, los rendimientos medios experimentaron un crecimiento de 178,21 % (esto se debe a que en la campaña 2001/02 se registró una gran pérdida debido al severo ataque de fusariosis de la espiga), mientras que la producción marca un aumento del 40,62 %”.
LA TRILLA. La cosecha de los primeros lotes “se efectuó hacia mediados de noviembre, siendo principalmente hectáreas cultivadas con ciclos cortos que habían sido implantadas muy tempranamente y que se vieron afectadas por las heladas tardías ocurridas en la segunda quincena de septiembre”. La zafra, concretamente, “se inició a partir del 15 de noviembre, ubicándose la mayor actividad en los primeros diez días de diciembre”.
La Bolsa de Cereales de Entre Ríos, asimismo, sostiene que “finalizó una campaña con rendimientos superiores a la anterior” y señala que el reporte de la Cámara Arbitral de Cereales indica que “los granos cosechados han mostrado una calidad comercial satisfactoria, sin que se perciba la presencia de determinados tipos de daños (granos verdes, roídos por isocas, fusarium, entre otros), con pesos hectolítricos que en general fueron superiores a la base establecida para el grado uno”.
Se ha observado, sin embargo, un “elevado porcentaje de granos panza blanca, lo que ha traído aparejado valores muy bajos en los niveles proteicos con un promedio de 9,6%; manifestándose problemas en la calidad industrial del trigo, con valores bajos de gluten húmedo próximos a 22%. Muchos de los lotes analizados presentaron problemas de formación del mismo (gluten que no liga), sobre todo al comienzo de la cosecha”.
El valor de “falling number”, en las pocas muestras analizadas, “no ha mostrado mayores inconvenientes, con valores promedios que se ubicaron en 360 segundos”.
Otro dato significativo es “la amplia brecha” de rendimientos entre lotes donde se aplicó un paquete tecnológico apropiado (rotación de cultivos, correcta fertilización nitrogenada en macollaje y la oportuna aplicación de fungicidas en cultivares como Gaucho y Onix) en donde se superó en muchos casos los 4.800 kg/ha, y aquellos con menor tecnología donde se registró una importante caída en los rindes, situándose los guarismos entre los 2.000 y 2.200 kg/ha.