A
raíz de este descubrimiento, se decidió hacer un muestreo sistemático del cultivo y se está trabajando con la finalidad de hacer un protocolo de mosca blanca en soja que le permita al técnico realizar un muestreo rápido y eficiente.La entomóloga Adriana Saluso, responsable del Departamento de Entomología Aplicada de la Estación Experimental INTA Paraná dijo que, para hacer un diagnóstico, a la vez que el técnico mira las hojas de soja por la roya, puede detectar si existen ninfas de mosca blanca, ya que éstas se sitúan en el envés de la hoja, pegadas a las pústulas de roya. "Si está presente se verá una especie de escamas blanquecinas cremosas que son las ninfas y los primeros estadios resultan más difíciles de ser visualizadas. Cuando va pasando al estadio siguiente la estructura de la mosca se torna más globosa y entonces es más fácil detectarla y cuando está en estado de pupa se le ven dos puntitos rojizos-anaranjados que corresponden a los ojos del futuro adulto. Si se considera que un adulto tiene alas y mide 1,5 milímetros podemos imaginarnos que las ninfas son de muy difícil visualización."
La investigadora del INTA aclaró que la mosca blanca no es una mosca, aunque pueden confundirse con este díptero porque vuela.
"Lo que hace la mosca blanca es succionar la savia y producir clorosis a la planta, provocando su caída en infestaciones severas. El daño aún mayor es que la mosca es portadora y transmisora en el noroeste de geminivirus. Si consideramos que hoy en la Argentina se habla de un monocultivo de soja, si la mosca viene bajando desde el norte, incrementando su población tan rápidamente y puede llegar a transmitir virus, sería bastante preocupante el daño que podría provocar y habría una epidemia si no se hacen controles."
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