Sábado 24 de septiembre de 2005
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Economía
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Alerta por la sobrepesca
Los especialistas creen que el sábalo no resistirá la alta presión del consumo, piden cupos de captura; hay un gran contraste entre la riqueza de la pesquería y la pobreza de los pescadores

L

a pachorra que los defensores de la biodiversidad y del aprovechamiento sustentable del recurso atribuyen a los gobiernos a la hora de encarar soluciones de fondo a la captura ilimitada de peces de río, lejos de agobiarlos, parece haberles avivado el ánimo.

La pesca se sigue habilitando en el Litoral sin informes previos acabados sobre la evolución de las especies autóctonas y con un insuficiente desarrollo de los organismos de control.

Frente a esto, pescadores artesanales, organizaciones ambientalistas e investigadores de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, reunidos en Paraná, amenazaron con acudir a los estrados judiciales en caso de que las autoridades no den respuestas a sus repetidos reproches sobre la depredación.

El giro en el eje de la discusión fue patente: ya no insistieron sólo en la preservación de los peces, sino que pusieron el acento en los contrastes entre las exportaciones multimillonarias, las fabulosas riquezas naturales y las desdichas de los pescadores del Litoral.

Al firmar un acta de coincidencias que es a la vez un plan de acción, pidieron a los gobiernos provinciales que los pescadores y los frigoríficos respeten las tallas mínimas en la captura de peces; que las legislaturas confirmen esos límites sin más trámites, de manera uniforme en todas las jurisdicciones, y lo más contundente: que los gobiernos establezcan cupos de pesca.

Las autoridades provinciales de una y otra orilla del Paraná, que remoloneaban para establecer un mínimo común en el mediano plazo (principalmente los 42 centímetros en el sábalo), y una abertura de 16 centímetros o más entre nudo y nudo en las mallas, ahora deberán responder a ese pedido que dobla las exigencias: los cupos.

Pero en verdad no están lejos. Sobre todo si se recuerda que el gobierno de Santa Fe fue habilitado por ley 12.212 para instituir volúmenes máximos, aunque no avanzó en la reglamentación; y que Entre Ríos tiene en veremos en el Senado el tratamiento de una ley parecida a la de Santa Fe, que ya tiene media sanción de Diputados. Luego deberá reglamentarla también.

Los especialistas consultados por LA NACION que asesoran a las ONG locales no ocultaron que, al ritmo actual, cuando la dirigencia política resuelva este problema, ya podría ser demasiado tarde.

Gestos que no alcanzan

Los defensores del río valoraron las leyes santafecinas, y al proyecto entrerriano, que dispone en su artículo 13 las longitudes mínimas de pesca (42 centímetros para el sábalo, 40 el armado, 65 el dorado, 85 el surubí pintado); y determina los 16 cm de abertura en las redes (aunque para que empiece a regir dentro de 15 meses), además de permitir al Ejecutivo que fije cupos de extracción.

Hoy, en cambio, en vez de 42 se permiten 40 y menos; en lugar de 16 cm, 14,5 en los agujeros de las mallas, y no hay techo alguno para la pesca.

Otras medidas recientes mitigan la situación.

El secretario de Medio Ambiente de Santa Fe, Marcelo Terenzio, acaba de prohibir la pesca de pacú y de manguruyú, por sobreexplotación; y Entre Ríos suspendió a los frigoríficos Epuyen de Victoria (luego disminuyó la sanción a la mitad), y Lyon City, de Diamante, debido a la captura de ejemplares chicos.

Emergencia, crisis, devastación, alerta, peligro, colapso social, son los términos usados en estas horas en la región, y los sectores no industriales ni exportadores coinciden en destacar la propiedad común de la materia prima, los peces, y en proponer un cambio en la visión del asunto: de economicista a social.

Los pescadores de canoa y remo lamentan retornar a sus hogares, después de una jornada de labor, con sus canoas vacías por la ausencia de cardúmenes aguas arriba de Diamante, y lo atribuyen a la enorme cantidad de redes en inmediaciones del enlace Victoria-Rosario.

En tanto, los expertos exprimen las ecuaciones para demostrar que permitir una talla baja de pesca será como intentar resolver la emergencia facilitando la pesca de ejemplares menores; y ofrecen detalles de pesquerías del mundo que colapsaron y no volvieron a recuperarse pese a las vedas.

En general, unos y otros ponen en tela de juicio los beneficios de las exportaciones de pescados de río, que el año pasado treparon a casi 40.000 toneladas, un negocio de 15 millones de dólares en un año, si sólo se toma lo declarado ante el fisco.

Vacío legal

"La pesca industrial o de exportación no es ilegal, mientras respete la talla, porque no hay ninguna legislación que diga cuántos kilos se pueden sacar. Hay un vacío legal, pero de los cupos no se habla", reconoció Claudio Baigún, investigador del Conicet.

"En las condiciones actuales de explotación, en que sólo se regula por la talla y se deja libre para que cada uno saque los pescados que quiera, este valor de 42 centímetros de largo no protege nada. Al recurso lo protegeremos con el cupo", agregó Norberto Oldani, estudioso también del Conicet.

Oldani también reflexionó: "Hay que pensar qué ganó el conjunto de la sociedad con las exportaciones. Me parece que la cuenta es negativa. Los pescadores viven peor ahora que hace diez años".

En su local de ventas junto a las barrancas de la ciudad de Rosario, Stella Ledesma de Lobato, una pescadora con 30 años de experiencia en el río, apuntó que existe "una gran diferencia entre los pescadores isleros, que trabajan todo el mes aislados y vuelven con migajas porque les pagan centavos y les descuentan gastos, y por otra parte la pelea entre los monopolios exportadores".

En Paraná, los pescadores y militantes ecologistas Raúl Roco y Luis Romero, instaron a que el Estado brinde precisiones sobre la histórica mortandad masiva de armados (de gran consumo local) observada en los últimos cuatro meses, y dijeron que si bien la ciencia constató la presencia de una bacteria que explicaría la muerte de los peces, no quedó claro por qué bajaron las defensas naturales de la especie.

Su colega de Rosario, "la Gringa Lobato", como la llaman los vecinos, realiza actividades de pesca con familias y entiende que hay tres problemas superpuestos que jaquean a la pesquería: la disputa de los frigoríficos, la extracción de pescados de menor tamaño para exportación porque en el exterior los prefieren chicos, al plato, a diferencia del consumidor argentino que busca sábalos de más de 3 kilos, y "las obras que rompen el ecosistema y hacen que los peces no puedan desovar en las lagunas".

Este dato fue corroborado por Baigún, que opina que el debate del futuro es el uso del agua.

"Antes teníamos un nivel de oscilación mucho más grande. Esto tiene que ver con el advenimiento de las represas en la cuenca superior", explicó.

"El sábalo requiere que sus larvas ingresen en la llanura de inundación. Si el río no crece y el valle no se inunda, las larvas mal podrán ingresar y seguramente terminarán muriendo", agregó el experto del Conicet.

El estudioso recordó que en 1994 se exportaban 2000 toneladas de sábalos y en 2004 fueron más de 37.000, y agregó otro motivo de inquietud: el último estudio impulsado por el gobierno nacional demostró que la pesquería perdió calidad, que la talla media se redujo 6 centímetros, y que aparentemente se viene una camada disminuida por una bajante extraordinaria en 2003.

"Si los juveniles son escasos, es de esperar que su descendencia sea escasa. Este es uno de los mecanismos que los biólogos usan para explicar los colapsos de las pesquerías. Porque hay pesquerías que ya no se recuperan a pesar de las vedas", alertó.

No es para los pescados

Jorge Cappato, director general de la fundación Proteger, dijo que "el río ha sido saqueado".

Cappato recordó que en el último informe de las Naciones Unidas "la Argentina tiene el triste privilegio de lucir el mayor índice de desigualdad de la región, y nuestra región Litoral, a pesar de ser la más rica en recursos de la Argentina, de tener la cuarta cuenca de agua dulce más importante del mundo, el acuífero más importante del planeta, los mejores suelos y clima, y de haber tenido una de las principales pesquerías continentales del mundo, es la región más pobre del país".

"Nos parece un contrasentido, una vergüenza, una realidad inaceptable. Este compromiso no es para los pescados, es para la gente y vamos a trabajar por ella", afirmó Cappato.

Ese "compromiso", firmado por los dirigentes y pescadores, dice que en caso de que los estados incumplan con los derechos a políticas sustentables "las organizaciones resolverán accionar ante los tribunales competentes".

Frente a los especialistas que sostienen que la principal predación se realiza en territorio entrerriano, el empresario Eugenio Díaz, de la firma Pescanor, de Victoria, marcó diferencias. "La Dirección de Fauna de Entre Ríos exige el cumplimiento de 40 centímetros en sábalo, que es lo que sugieren los biólogos, y Santa Fe tiene una ley que obliga a pescar peces de más de 42 centímetros, pero no la hace cumplir, entonces ellos sacan de 36 centímetros. Así, Santa Fe se lleva todo el pescado chico que quiere Colombia; ellos tienen trece frigoríficos y están por habilitar dos más, vienen a pescar acá; nosotros tenemos cuatro frigoríficos y trabajan tres."

Consultado acerca de los límites al volumen requeridos por los ambientalistas, Díaz expresó: "Es imposible poner cupos a los frigoríficos, porque sería limitar el negocio a lo que la provincia quiere, y a los pescadores también, porque ni siquiera los tienen censados".

Finalmente, admitió que la producción se exporta a 400 o 500 dólares por tonelada, "según la mano de obra que le incorporemos".

Detalles para frenar el saqueo

PARANA.- Una hembra adulta de sábalo de 5 años de vida y 4 kilogramos desova casi 1 millón de huevas en una temporada, y los entendidos estiman que sólo sobrevive una ínfima porción de las larvas.

El sábalo no mastica, succiona detritos generalmente de origen vegetal y es considerado el pez forrajero del río, porque sus larvas y ejemplares juveniles constituyen un preciado alimento para los carnívoros; entre ellos el hombre, que los prefiere crecidos.

La magnitud de las casi 40.000 toneladas exportadas en 2004, extraídas principalmente de las aguas de la provincia de Entre Ríos, se comprenden mejor si se comparan con las 6400 toneladas de carne vacuna exportadas por esta provincia ese año.

Para vender al exterior 40.000 toneladas en un año, y sin considerar el mercado interno ni la pesca deportiva, se capturan en Santa Fe y Entre Ríos 50.000 ejemplares por día, con no menos de 1000 kilómetros de mallas.

Se detallan a continuación algunas medidas que resultan necesarias tener en cuenta a la hora de proteger al sábalo, una importante especie que está en peligro:

El 50% de los sábalos en estado de madurez tiene una talla aproximada de 30 cm.
El otro 50% tiene una talla aproximada de 38 cm.
El mínimo establecido por ley en Santa Fe y proyectado por Entre Ríos para la captura del sábalo es una talla de 42 centímetros.
Para los especialistas, en cambio, el largo ideal para la captura del sábalo es 44 cm.
Los sábalos megarreproductores miden de 44 cm en adelante.
La mayor longitud alcanzada por un sábalo adulto es de 80 centímetros.

Por Daniel Tirso Fiorotto (Publicado en La Nación)

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