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ste año será completada una investigación sobre las características del suelo entrerriano, desarrollada en las últimas tres décadas a través de un convenio entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el estado provincial, y en la que los profesionales ya registraron más de 200 series de suelos.Arrendar un campo, comprarlo, planificar actividades, prevenir o resolver riesgos de erosión, intentar cultivos no tradicionales, asegurar la provisión de agua, son decisiones que los profesionales y empresarios adoptan ya sobre estos estudios científicos, que no se basan en opiniones y comentarios sin sustento o interesados.
"Sólo nos está faltando publicar los resultados de los departamentos Gualeguaychú e Islas del Ibicuy (en el Sur); si todo va bien lo haremos durante el presente año porque estamos avanzando con los dos a la vez. Así completaremos un banco de datos sobre los 17 departamentos de la provincia", anunció Hugo Tasi, responsable del estudio en el INTA, con sede en Oro Verde.
"A partir de ahí vamos a empezar trabajos más detallados, tenemos previsto un sistema de información geográfica de toda la provincia y necesitamos homogeneizar los datos porque en los primeros mapas de suelos, por ejemplo, no incluíamos el agua superficial y profunda y en los últimos departamentos esa información ocupa un lugar importante", apuntó.
Además de indagar en las condiciones de los suelos sólo por saber dónde están parados los entrerrianos, el estudio tiene gran utilidad.
"Sirve para la planificación de actividades de experimentación, o el ordenamiento territorial para asentamiento con fines de desarrollo; casi todas las decisiones en compra y venta pasan por acá, porque el INTA tiene credibilidad; damos información científica y cuando las decisiones son muy importantes ofrecemos datos en detalle, como un servicio", agregó Tasi.
Vertisoles prometedores
Los investigadores clasificaron más de doscientas series de suelos, dentro de los cinco grandes órdenes que se hallan aquí: vertisoles (arcillosos, jabonosos), molisoles (pampa húmeda, loess), alfisoles (planos), entisoles (arenosos) e inceptisoles (inundables, delta).
En la provincia predominan los vertisoles, que en general son suelos negros con un elevado contenido de arcilla, con tendencia a contraerse y dilatarse según la humedad.
Los vertisoles son jabonosos, conocidos aquí como "tierra greda", y como la labranza convencional es complicada, porque (entre otras razones) no se desgranan con facilidad, en algunos casos eran considerados poco aptos para la agricultura. Pero la aparición de nuevas tecnologías (siembra directa, agroquímicos), permitió que muchas parcelas con vertisoles, tradicionalmente ganaderas, fueran ocupadas con soja y otros cultivos.
Los entendidos encontraron entonces que la tecnología le vino de perillas a la provincia para dar otros usos al campo y con rendimientos que nada tienen que envidiar a la pampa húmeda. Se agregó una particularidad de la soja, que requiere poco fósforo, justo un ingrediente que estos suelos mezquinan. Sin embargo, al mismo tiempo los especialistas llamaron la atención sobre la multiplicación de problemas erosivos que la siembra directa no resuelve.
Entre Ríos tiene problemas graves de degradación provocados por las lluvias. Y los cambios en el uso de las tierras aceleraron los procesos. Hoy se siembra en campos otrora ganaderos, pero las limitantes están, y los efectos van aflorando. "Los riesgos grandes de erosión por las propiedades del suelo estaban enunciados, cuando vinieron precios importantes y la gente metió granos, porque la rentabilidad manda, aparecieron los problemas. Se han hecho cárcavas espectaculares, sobre todo en la costa del río Uruguay en campos que eran ganaderos; en algunos hay una erosión espantosa provocada en sólo dos campañas de soja", alertó Tasi.
Pese a todo, indicó que la sistematización de las parcelas, principalmente con la construcción de terrazas, es una vía de solución que avanza en muchos departamentos.
Durante el XIX Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo, organizado en Paraná por la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo el año pasado, ingenieros del INTA Paraná propusieron que cada provincia seleccionara un suelo representativo, con la idea de revalorizar este recurso natural. Para Entre Ríos buscaron entre las variedades de vertisoles de tipo hidromórfico (arcilla expandible más húmeda que el común de los vertisoles). Entre éstos, que predominan, optaron por la serie Yeruá, situada entre los ríos Gualeguay y Uruguay.
Los subórdenes (udertes, udoles, acuoles, etc.) y las series que toman el nombre de la zona, el arroyo, la estancia (entre los vertisoles: General Campos, La Monona, Yeruá, etc.), se distinguen por los componentes químicos, el tamaño de partícula, la alcalinidad, la temperatura y otros tópicos.
Orígenes remotos
En los últimos meses fueron concluidos diversos estudios del suelo entrerriano. Los geólogos Daniela Krohling (santafecina) y Martín Iriondo (cordobés), del Conicet, exploraron la historia y la prehistoria de la cuenca del río Uruguay y descubrieron distintos tipos de suelos enterrados en departamentos de las provincias mesopotámicas. Incluidos algunos andosoles (suelos andinos), formados por cenizas volcánicas en valles afluentes del río Uruguay.
Estos especialistas dicen que los suelos de Entre Ríos terminan siendo un mosaico complejo. Y es que a simple vista todo se resume en este territorio a las llanuras y lomadas más o menos homogéneas, con más o menos árboles, pero en la superficie conviven sedimentos traídos por el viento, el río y el mar, generados en épocas recientes, en los últimos 10.000 años, o hace 70 millones de años.
A estas investigaciones sobre la génesis se suman numerosos aportes vinculados a la producción. César Quintero y Graciela Norma Boschetti, de la Universidad Nacional de Entre Ríos, indagaron por ejemplo junto con otros profesionales en el comportamiento de la soja, el maíz y el arroz en distintos suelos y con diferentes fertilizantes. Vieron que el riego con agua subterránea perjudicaba al suelo con un exceso de sales, y estudiaron las posibilidades de neutralizar el fenómeno esparciendo yeso con bastante anterioridad a la siembra del cultivo.
Por Daniel Tirso Fiorotto (Publicado en La Nación)