L
o que ahora se replantea es el mismo debate que a mediados del siglo XIX, cuando los ovinos se anticiparon a las vacas para colonizar las pampas: ¿ovejas para carne o para lana? Un animal doble propósito por excelencia, las perspectivas parecen interesantes en ambos rubros.Las exportaciones de lanas en el último ciclo anual (julio 2003/junio 2004) alcanzaron un valor de 165 millones de dólares. Es un buen número, que iguala al del año anterior. Refleja sobre todo el aumento que experimentaron los precios internacionales, ya que el volumen embarcado fue inferior. El comprador número uno es China, la gran aspiradora de productos básicos, pero hay una decena de destinos interesantes y firmes.
En cambio, las exportaciones de carne ovina desde la Argentina siguen siendo poco significativas: alcanzaron unas 6.000 toneladas, cien veces menos que la exportación promedio de carne vacuna. El principal destino es un conjunto de países europeos, pero lo increíble es que la Argentina hoy no aprovecha ni la mitad de la cuota concedida por la UE. Es que la carne ovina se destina fundamentalmente al consumo en estancias, y no alcanza para otra cosa. Para crecer, es fundamental recuperar el stock.
Actualmente quedan 14 millones de ovejas en todo el país. 8 millones en la Patagonia. El resto en Buenos Aires (que es la provincia que más puede crecer en el corto plazo con ovinos) y en Entre Ríos y Corrientes, básicamente. Chubut, con 4 millones, es la que más cabezas tiene de toda la Patagonia.
El último fin de semana se realizó la Exposición Rural de Comodoro Rivadavia, un centro neurálgico del ovino, en especial de la raza Merino, especializada en producir lanas de gran fineza. Son las que alcanzan los precios más elevados, actualmente en el orden de los 5 dólares el kilo. El gran campeón Merino se vendió en 47.000 pesos, un precio que si bien no es récord refleja el interés por la actividad.
Allí asistieron los grandes actores del negocio. Entre ellos, Diego Perazzo, vicepresidente de la Compañía de Tierras Sud Argentino S.A.. Maneja desde 1991 las inversiones agropecuarias de la familia Benetton en la Argentina. "No vamos a comprar más tierras en la Patagonia" —asegura—. "Lo que vamos a hacer es profundizar la integración vertical del ovino para exportación y seguir trabajando en forestación", dice.
La empresa viene produciendo 270.000 ovinos anuales en sus cuatro grandes "centros de producción" — El Cóndor, en Río Gallegos; Coronel, en San Julián; Estancias Pilcañeu, Leleque y El Maitén o Estancias Cordillera y Balcarce, donde también cría Hereford y Angus— y es dueño del lavadero COSULAM, que lava, carda y peina 8 millones de toneladas de lana por año.
Para Perazzo la oportunidad que tiene la Patagonia es única. No sólo porque su status sanitario le permite exportar carne con hueso debido a que el sur del paralelo 42ø está declarado libre de aftosa sin vacunación, sino porque "si trabajamos en un verdadero reposicionamiento del ovino patagónico, no alcanzará la oferta para cubrir la demanda que vendrá".
En poco tiempo más, Compañía de Tierras Sud Argentino instalará la empresa frigorífica y curtiembre más moderna del Chubut en Comodoro Rivadavia, donde podrá faenar hasta 400.000 cabezas y obtener hasta un millón de cueros de alta calidad. En el segundo semestre de este año la empresa empezará a operar, con una importante planta de tratamientos de efluentes de tecnología italiana y una inversión total que rondará los 45 millones de pesos, para empezar a exportar en la zafra 2006/2007 con la marca "Estancias MonteAymon", un bello paraje de Santa Cruz, muy cerca del límite con Chile.
En estos momento, el grupo Benetton está exportando tres mil toneladas ovinas en carcaza (que faena a fazón) al mercado español. Pero con el frigorífico propio, quiere exportar la carne ovina trozada y en bandejas de atmósfera controlada, para vender directamente en la góndola de los supermercados de la Unión Europea.