La vicepresidenta aterrizó este domingo por la noche en el aeropuerto de Ezeiza proveniente de Cuba acompañada por la joven cineasta, que estaba internada en La Habana.
E
n el último avión que despegó este domingo desde La Habana con destino a Buenos Aires, y con algunas demoras en el aterrizaje, la vicepresidenta Cristina Kirchner regresó esta noche a la Argentina acompañada por su hija Florencia, quien volvió al país tras haber estado más de un año internada en esa isla por problemas de salud.
La titular del Senado y la joven cineasta abordaron el vuelo CU 360 de la empresa Cubana de Aviación que tenía programado llegar al aeropuerto de Ezeiza a las 22:30, pero que terminó aterrizando casi una hora más tarde.
La funcionaria nacional regresó a la Argentina en medio de la cuarentena obligatoria decretada por el Gobierno para prevenir el avance del coronavirus, que hasta el momento dejó 266 infectados y cuatro muertos a nivel local.
La aeronave partió a las 13:30 de este mismo día y, por las medidas de seguridad sanitaria que dispuso el régimen local en el marco de las medidas de prevención por el avance del coronavirus, fue la última que salió de La Habana.
En este avión se embarcaron también algunos otros argentinos, aunque en la capital cubana quedaron todavía cerca de 900 compatriotas que están instalados en el aeropuerto o en la embajada, a la espera de alguna solución.
Por el momento, quien ya está de nuevo en Buenos Aires es Florencia Kirchner: la joven volvió al país después de haber permanecido más de un año en la isla, sometiéndose a un tratamiento médico por problemas de salud, que ahora continuará desde su casa.
Antes de dejar Cuba, la hija de la vicepresidenta publicó en su cuenta de Instagram una carta abierta en la que relató cómo fue su última noche en ese país caribeño y explicó que la habitación que fue su lugar ahora "se comienza en soledad”
“Camino por la habitación a la caza de imágenes fértiles en la cabeza, para que se me hagan como bebés. Camino por el teatro imaginario, mientras por el instante, se me escapan las palabras que querría decir. Se me habla la boca sola. Estoy jugando a la premonición. Pasé gran parte del día en pose fetal. Estoy dejando lo que llaman: la campana de cristal. De ahora en más si no puedo con algo, estaré entre humanos y movimiento, que me verán por no poder, y que lejos de la comprensión pondrán sus ojos putrefactos sobre mi manera deslenguada, y la manera esa otra, la laxa que me hace poder dar vuelta los brazos como un cisne fallido”, escribió.
Junto a ella también llegó a Buenos Aires su madre, quien durante todo este tiempo viajó en varias oportunidades a La Habana para visitarla mientras realizaba allí el tratamiento médico.