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e la redacción de INFORME DIGITAL El gobierno nacional de Cambiemos inició el año electoral 2017 echando mano a una propuesta de campaña harto conocida en la política argentina de los últimos años: la reducción de la edad de los menores en condiciones de ser imputados a los 14 años. “Se pondrá sobre la mesa el tema de la edad de imputabilidad pero, principalmente, el tratamiento de los jóvenes en conflicto con la ley penal”, anticipó el ministro de Justicia de la Nación Germán Garavano, quien aseguró que "el Presidente (Mauricio Macri) está de acuerdo en dar esta discusión. Es un tema que hemos conversado muchas veces con él". Cada vez que los dirigentes políticos en los años electorales (Néstor Kirchner y Francisco de Narváez en 2009, Sergio Massa y Martín Insaurralde en 2013) incluyen en sus plataformas de campaña este aspecto de la reforma penal o lo proclaman en los medios de comunicación, algunos memoriosos recuerdan un discurso pronunciado por el ex presidente y fundador del justicialismo Juan Domingo Perón en la década del '50 ante jóvenes en la Ciudad Estudiantil, ubicada en ubicada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires. En su alocución, Perón afirmaba que " el método que emplea" su gobierno en relación a la juventud y el delito "no es el coercitivo, es el persuasivo". Comparaba que en ese orden "como se hace con la salud, queremos prevenir para no tener que curar" y califica a los reformatorios de menores como "una barbaridad". En conclusión, sentenciaba el ex tres veces Je de Estado que "yo soy contrario a los reformatorios y a todos los que piensan en que los reformatorios puede ser un remedio para la juventud". El fragmento completo "Esto es lo que quiere nuestro gobierno. siente la responsabilidad de su función. Siente también que en este orden, que es el más importante, tiene mucho que hacer y puede hacer mucho. Y está decidido también en eso a cumplir con su deber. Y el método que emplea no es el coercitivo, es el persuasivo.Queremos que cada uno de ustedes sea un buen hombre y para eso queremos convencerlos de las ventajas de ser un buen hombre y no llevándolo a la cárcel después si resulta un mal hombre. Como se hace con la salud, queremos prevenir para no tener que curar. "Hace poco un criminalista visitaba Buenos Aires, me fue a ver y me dijo '¿qué piensa usted de los reformatorios para la criminalidad infantil'? y le dije que es una barbaridad. 'Ustedes no tienen', dijo. 'Yo quiero que se terminen', le digo, lo poco que hay todavía, estoy terminandolos. Lo que quiero es que no haya chicos delincuentes, no que haya institutos para encerrarlos. "Por eso hemos mejorado las condiciones de vida de la población, porque la delincuencia sale de esa miseria, dolor y sordidez del hogar popular. Queremos que el chico tenga su privilegio, porque teniéndolo está mejor inclinado a producir buenas acciones y no a desviarse sobre los malos caminos. Queremos asimismo que esté bien comido, que tenga diversiones, lo que debe tener un muchacho para que no se incline mal. "Y, si a pesar de eso se inclina mal, nosotros nos inclinaremos al camino de readaptarlo, de meterlo al buen camino del cual no debe haber salido. Pero no de encerrarlo en un reformatorio. Me dice 'de manera que usted es contrario'. Yo soy contrario a los reformatorios y a todos los que piensan en que los reformatorios puede ser un remedio para la juventud"