D
e la redacción de INFORME DIGITAL Con la provincia conmocionada luego de la publicación de la investigación periodística de la revista Análisis sobre las prácticas de autoflagelación, castigo y aislamiento de las monjas “Carmelitas Descalzas” del convento de Nogoyá, el arzobispo de Paraná Juan Alberto Puiggari dio una conferencia de prensa este viernes. Justificó las prácticas como “tradiciones” que cada interna realiza “libremente”, admitió que estaba al tanto de quejas de algunas internas que habían abandonado el lugar y cuestionó el accionar judicial. Lo sabía Consultado Puiggari por INFORME DIGITAL, en la rueda de prensa que el prelado dio en la Catedral paranaense, respecto de si había recibido cuestionamientos de ex internas sobre las prácticas del convento, reconoció “que había algunos problemas, sí. Pero no de torturas, privación de la libertad”. “El obispo está acostumbrado a recibir quejas de todos. Yo cuando recibí una queja hablé con quien tenía que hablar, mi superior, y quedamos en ir haciendo algo para averiguar, pero nunca con esta gravedad. Acá no hay violencia de género, torturas, abandono de personas ni privación de la libertad”, agregó luego. Sobre su proceder una vez al tanto de las quejas de las ex monjas, expresó que “eso depende de la Santa Sede, pero ahora he iniciado (acciones) para la tranquilidad de las familias”, aunque advirtió “no quiero adelantarme”. Puiggari confesó que empezó a tomar medidas dentro de la jerarquía eclesiástica “a partir de la publicación periodística”, tras una pregunta de INFORME DIGITAL. Sin embargo, insistió: “¿qué de esto está tipificado como delito? Privación de la libertad, creería que no; disciplina, no es un delito. Quiero saber quién denuncia y cuál es el cargo”, remarcó. A continuación, explicó que “le tuve que comunicar a la Santa Sede. Creo que el procedimiento (judicial) debería haber sido distinto. Tendrían que haberle comunicado antes al Nuncio, quien está al tanto de todo, conoce perfectamente todo lo que sale, yo le mando todo”, "Alambre con pinchecitos que molestan" El titular de la Iglesia paranaense comenzó la conferencia dando su parecer sobre las prácticas que detalla la publicación de este jueves y sobre algunos elementos hallados en la requisa al convento. “La Iglesia necesita de monjas que se entreguen a la oración y la penitencia en clausura. Eso se prolonga hasta hoy”, reflexionó, antes de subrayar que las ‘hermanas’ de la congregación que tiene sede en Nogoyá “son las más estrictas. Sólo salen por una cuestión médica, por un motivo grave y se dedican fundamentalmente a la oración, la penitencia y el trabajo porque viven de su trabajo”. Sobre las prácticas con cilicios, fustas o rebenques, el funcionario católico justificó: “son tradiciones corporales. No son torturas y no son obligatorias. Libremente, los que quieran, pueden usar el cilicio”, aseguró. Incluso ejemplificó el cura que puede aplicarse sobre la carne “los viernes, un ratito”. Según el concepto del arzobispo, el cilicio “es un alambre con unos pinchecitos que se ponen alrededor de la pierna, que no lastiman ni sacan sangre, pero molestan”. Reacio a las críticas que apuntan al carácter medieval de dicho ejercicio, agregó: “¿por qué no podemos dejar a ellas la libertad?” Contra la prensa y el operativo judicial Consultado el sacerdote sobre las posibilidades de las carmelas de abandonar la clausura, sostuvo que “una chica que recién entra se puede ir libremente. Si tiene votos solemnes, que se hacen después de varios años, tengo que pedir (autorización) a la Santa Sede. Pero la voluntad es de ella”. Entre las preguntas se hizo alusión a las duras declaraciones de ex internas a la prensa sobre la vidas intramuros (ver aparte). De ellas, Puiggari planteó: “no sé quiénes son, son calumnias, no se puede iniciar juicio porque el medio se guarda el derecho de fuente, y todo el mundo puede decir cualquier cosa sin dar la cara”, castigó. Uno de los ejes de las declaraciones del arzobispo paranaense fue el accionar judicial y policial que allanó la sede eclesiástica nogoyaense. “No digo que no haya problemas”, aceptó el prelado, “pero para que intervenga la Justicia así, no. Por lo menos desprolijidades ha habido. ¿Es necesario peritar un lugar donde hay 17 mujeres que el único arma que tienen es el rosario? ¿Era necesario tanto despliegue?”, lanzó. También defendió la actitud de las autoridades del convento. El fiscal que entiende en la investigación Federico Uriburu había informado este jueves que la puerta de la dependencia católica debió ser violentada porque las monjas se rehusaban a dejar pasar a las fuerzas especiales. Puiggari lo negó. “Tardaron un minuto (en abrir), asustadas. Después abrieron todo, las celdas, las mesas de luz, entregaron todo. No es que se resistieron”, sentenció. “¿Qué puede haber ahí?”, indagó a su vez.