P
or primera vez, la Iglesia logró sentar a una misma mesa en las jornadas de la Comisión de Pastoral Social a las cinco centrales obreras y cuatro de sus líderes, con sus diferencias a cuestas pero abrazados en un mensaje común de defensa del trabajo, críticas a los despidos y la decisión de encaminarse hacia la unidad del movimiento obrero. "El mayor esfuerzo para unirnos lo está haciendo el gobierno", apuntó Hugo Moyano, titular de la CGT Azopardo, al resumir un concepto unánime en la dirigencia sindical: la disconformidad con las políticas de ajuste económico y su impacto sobre los ingresos y la estabilidad de los trabajadores. Protagonista constante de la Semana Social, el obispo Jorge Casaretto miró al panel que le tocó presentar y admitió estar frente a un "momento histórico". "Es casi un milagro", destacaron los propios organizadores sobre esta foto que logró reunir a Moyano, Antonio Caló y Luis Cejas (que reemplazó a Luis Barrionuevo), como referentes de las tres vertientes de la CGT y a Pablo Micheli y Hugo Yasky, máximos referentes de la CTA. Los tres primeros llegaron con parte del camino recorrido. "Ya pusimos fecha y en agosto vamos a tener una CGT única", ratificó Caló, quien confirmó que ninguno de los hoy líderes será el próximo secretario general. "Damos un paso al costado pero no renunciamos a la lucha por los trabajadores", dijo. "El trabajo es el gran articulador de la cuestión social", advirtió anoche el presidente de Pastoral Social y obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano. El ideal de una única conducción para el movimiento obrero quedó relegado. Pero sí la posibilidad de que la CGT, por un lado, y la CTA por otro, tengan conducciones únicas. "Lo importante es que dejemos de lado diferencias secundarias para poner por sobre todo los problemas de los trabajadores", dijo Micheli, sobre un compromiso que dicen asumir ante planteos que en ese sentido reiteró el papa Francisco. Yasky consideró un objetivo posible lograr dos centrales obreras y la construcción de una mesa de diálogo que les permita "construir pasos en común" que necesita el movimiento obrero. La coyuntura los encontró, un día después del veto a la ley antidespidos, rechazado por todas las conducciones gremiales aunque con distintos matices. Caló aclaró que lo fundamental, con esa norma o sin ella, es que no se pierdan puestos laborales. "Si eso se da, nos encontrarán luchando en la calle", advirtió. "El presidente Macri nos mojó la oreja", avisó Micheli, al pedir una medida de fuerza, informó La Nación. Ante los obispos y más de 200 participantes, entre ellos legisladores, funcionarios y dirigentes sociales, Cejas llevó la voz de un Barrionuevo ausente por problemas de salud e insistió en privilegiar el diálogo, al que tanto apuesta la Iglesia para alcanzar consensos. Y sugirió un espacio de encuentro en el que el gobierno y los empresarios revisen y atiendan la situación del trabajo de los argentinos. Les pidió que no dejen de ver que las cinco centrales obreras, sentadas a una misma mesa, "dan un ejemplo de unidad". Hubo reconocimientos a los legisladores que votaron la ley antidespidos. Moyano reconoció que este fue un punto de encuentro para toda la dirigencia sindical y explicó que es difícil unificar conducciones y rumbos porque cada gremio tiene presiones distintas. "Tampoco tiene que ser una unidad transitoria", aclaró. Yasky y Micheli insistieron en que hay diferencias importantes, pero "los intereses imponen dejarlas a un segundo plano". Los cegetistas, ya con fechas precisas, marcan el camino. Caló aseguró que el 22 de agosto encontrará a este sector de la dirigencia sindical "juntos, abrazados y cantando la marcha peronista".