M
aría José Servín, de 38 años es de Paraná, Entre Ríos, e Italo Alberto Diaz, de 35, es de Siete Palmas, Formosa, pero vive en Buenos Aires. Siguiendo la tradición del séptimo hijo, sus padres pidieron el padrinazgo presidencial, y como nacieron durante la última dictadura, Jorge Rafael Videla se convirtió en su padrino. Servín explicó que había tomado la decisión "no solo por la vergüenza" que le da que Videla fuera su padrino "sino por la admiración" que siente "por Cristina como mujer. Es un orgullo que ella haya aceptado”, declaró. “Estoy muy feliz, re contenta, porque teníamos una fecha anterior y se suspendió. Tenía una ansiedad total”, dijo María José. Su marido, Waldo, agregó que “con el tiempo, ella fue tomando conciencia de la importancia histórica de la etapa que estamos viviendo y se fue convenciendo de que era la oportunidad para cambiar esto. Es un hecho trascendental, para ella, para la familia entera y estamos muy felices” reconoció tras la ceremonia realizada en la Basílica de Luján. Por su parte, Díaz declaró que "es muy importante que la nueva madrina sea Cristina, por todos los cambios que ha logrado y las medidas tomadas. Estoy muy contento de que sea ella, porque ha cambiado la vida, no sólo de mis padres, sino de muchas personas en mi pueblo”. En cambio, “Videla fue un hombre muy malo, que mató gente, niños pequeños, es muy feo lo que hizo” es el concepto que sostiene de su ahora ex padrino Sin embargo, la Presidenta estuvo presente sólo en las fotos que portaban sus nuevos ahijados, ya que no fue a la ceremonia que la declaraba madrina de Servín y Díaz. En su lugar envió a la capitana de fragata Claudia María Finocchio, edecana presidencial, quien entregó a los flamantes ahijados presidenciales las certificaciones y medallas que los acreditan como tales. La tradición de que el séptimo hijo varón sea ahijado del presidente o presidenta existe desde 1907 y se instauró durante la presidencia de José Figueroa Alcorta, quien apadrinó al hijo varón de un matrimonio de inmigrantes rusos que trajeron con ellos la creencia deque el séptimo hijo varón es un hombre lobo y la séptima hija mujer un bruja. Más adelante, en 1974, María Estela Martínez de Perón convirtió la tradición en ley y posteriormente se extendió también a las mujeres.